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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Nueva aclaración del ministro del Interior

"Resuelto a proseguir con ustedes la fatigosa polémica" para que, ante la opinión pública, vaya quedando claro ¿Quién miente? en la presentación de las distintas intervenciones en el caso Brouard (cosa que en mi opinión se va consiguiendo, aunque trabajosamente, es verdad), me dirijo nuevamente a su periódico.De todos es conocida -y nunca suficientemente alabada- la proverbial objetividad y sentido de la responsabilidad de su periódico, especialmente en su línea editorial, en todo lo que se refiere a mis actuaciones y decisiones públicas, así como el afecto, y consideración con los que siempre distinguen el trabajo, difícil y arriesgado, de los funcionarios del Ministerio del Interior (policías y guardias civiles).

Aunque sólo fuera por esta notoria predilección por la parcela de la política gubernamental en seguridad y libertades, no dudo que sabrá comprender mi torpeza en insistir ante el director de un periódico que, como el suyo, nunca se ha equivocado en sus comentarios e informaciones, o, por lo menos, nunca los ha rectificado, que yo sepa.

Veamos, señor director, cómo hemos llegado a la situación que motiva esta nueva carta de quien suscribe, y a su periódico le fuerza a editorializar bajo el título: ¿Quién miente?

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El pasado día 11 de los corrientes, su periódico publicaba en primera página una información, sin firma, titulada: Los servicios de espionaje se oponen a ser investigados sobre el 'caso Brouard', y de antitítulo "Barrionuevo pidió a Burón el relevo del fiscal Emilio Valerio".

A usted, señor director, no se le escapa la gravedad de tal afirmación de interferencia que sobre mí, personal y directamente, vertía su periódico en relación con una supuesta intencionalidad de determinados servicios del Estado de entorpecer el esclarecimiento de un asesinato.

Tan grave acusación, aunque velada o sugerida, fue secundada, después de que su periódico lanzara tal insidia, por otros medios informativos, que, al parecer, confian en la credibilidad y rigor que caracterizan el trabajo profesional de EL PAIS.

Pues bien, señor director, tras las investigaciones de sus redactores, sus comunicaciones con el Ministerio de Justicia, con el de Defensa, conmigo mismo, las informaciones facilitadas por el fiscal general del Estado y otros fiscales, se trata de contestar sencillamente a una sencilla pregunta: ¿la información y titulación de su diario sobre el tema del pasado día 11 se corresponden estrictamente con la realidad de los hechos o, por el contrario, se observan ligerezas, inexactitudes o falsedades en lo publicado?

Aunque quizá, como me dijo usted personalmente, la intención difamatoria no esté en sus redactores, sino en sus fuentes de información, cosa que -reconozco- es posible, pero usted es el responsable de su publicación.

No le oculto, señor director, que la respuesta a mi pregunta, en algo coincidente con la que se formula editorialmente en su periódico, tiene mucha influencia en cuanto a las acciones jurídicas que, en cualquier caso, voy a seguir, con toda calma, reflexión, preparación y tranquilidad -eso sí-, ya que las acciones que voy a ejercitar tardan varios años en prescribir.

Y otra cosa, señor director: se lamenta su editorial de hoy de la falta de información en torno a las actuacíones judiciales que se siguen para esclarecimiento del caso Brouard. Y ese lamento lo dirigen hacia este departamento, al que han escogido, con una preferencia obsesiva, como causante de todo mal.

Pues, ya ve usted, señor director: en esta ocasión también están equivocados, ya que, de acuerdo con la ley de Enjuiciamiento Criminal, las actuaciones judiciales deben ser secretas, y en este ministerio, que somos escrupulosos cumplidores de las normas legales, hemos cumplido con nuestra obligación y hemos sido discretos.

Así que si su afán informativo no se ha visto satisfecho, oriente sus quejas a quien corresponda y deje ya de descalificar con falsos argumentos, aludiendo a la socorrida torpeza del Ministerio del Interior.

El tiempo juzgará quién fue el torpe, señor Cebrián.

Termino, señor director. Espero sus decisiones ante estas líneas para decidirme yo, a mi vez, sobre la afirmación que hace un buen amigo mío de que usted es un fervoroso partidario de la libertad de prensa, pero un decidido enemigo de la libertad de expresión. Usted tiene la palabra.-

ministro del Interior.

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