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DOS AÑOS DE GOBIERNO SOCIALISTA

El paro sigue siendo la asignatura pendiente

La reducción y control de la inflación, el excelente comportamiento de las exportaciones y el crecimiento del producto interior bruto (PIB) constituyen las tres mejores bazas económicas logradas por el Gobierno socialista en sus dos primeros años de mandato. La otra cara de la moneda de esta gestión la configuran, entre otros hechos, el continuo aumento del paro, la evolución negativa de la inversión y el consumo privado, la congelación de la reforma del sistema financiero y las sucesivas dudas y aplazamientos en las políticas de reconversión industrial y reindustrialización.Cinco hechos concretos -la expropiación de Rumasa, la nacionalización de la red de alta tensión, el comienzo de las operaciones para desmonopolizar Campsa, la implantación de la jornada de 40 horas semanales y la firma del Acuerdo Económico y Social (AES)- completan el abanico de grandes temas abordados a lo largo de 1983 y 1984.

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El empleo, calificado como "el objetivo prioritario del programa electoral socialista", constituye, a dos años vista, el mayor fracaso de la política económica del Gobierno. No sólo se ha renunciado ya públicamente a crear los 800.000 puestos de trabajo prometidos en la campaña electoral, sino que las cifras de paro han pasado de un 17,06% de la población activa española en diciembre de 1982 al 20,54% en septiembre de 1984, lo que supone medio millón de desempleados más, según el Instituto Nacional de Estadística. Cuando llegaron los socialistas al poder había 2.234.600 parados y hoy -cifras del tercer trimestre de 1984- hay 2.710.400 desempleados.

La caída de la inversión, ininterrumpida desde 1975, con la excepción de 1980, constituye el segundo elemento negativo del bienio socialista. Este año puede finalizar, según estimaciones empresariales, con un 22% menos de inversión que en 1974, en pesetas constantes. El equipo de Miguel Boyer no ha logrado quebrar este grave proceso de descapitalización.

El consumo privado ha caído de un 0,6%. en 1982 al 0,0% en 1984, según previsiones oficiales, y el consumo público, en igual período, ha descendido de un 6,2% a un 2%.

El mayor éxito de la política económica socialista, que se ha consolidado en este último ejercicio, se ha producido en el sector exterior. Frente a un déficit de la balanza por operaciones corrientes de 2.533 millones de dólares en 1983, se prevé un superávit para este ejercicio de 1.600 millones de dólares. Esta importante mejoría se ha debido a un fuerte incremento de las exportaciones y a una sustancial caída de las importaciones. El déficit de la balanza comercial se ha reducido en el último año, enero-septiembre de 1983 sobre igual período de 1984, de 6.661 millones de dólares a 3.476 millones de dólares.

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Otro importante logro del Gobierno, aunque este año no se logren cumplir las previsiones iniciales, se ha producido en la lucha contra la inflación. Los socialistas accedieron al Gobierno con una inflación del 14%, y en dos años la han reducido al 9%, según las previsiones de cierre del ejercicio.

Gracias al sector exterior, fundamentalmente, la economía española ha crecido un 2,2% el año pasado y un 2,5% en el presente ejercicio, frente a un 1,2% en 1982.

Esta política de ajuste duro, que ha saneado algunos desequilibrios de la economía, no ha logrado contener las cuantiosas pérdidas de las empresas públicas. La reestructuración industrial, que ha provocado una conflictividad social permanente en media España durante los dos últimos años, apenas ha avanzado. Tan sólo se ha cerrado la cabecera de Altos Hornos del Mediterráneo, hasta el momento, y se anuncia como próxima la culminación del proceso de reconversión de astilleros.

La expropiación de Rumasa nos ha costado a los contribuyentes 430.000 millones de pesetas, y de cara a 1985 el Gobierno ha logrado un difícil acuerdo social con la patronal y UGT con un compromiso de manteniento del poder adquisitivo de los salarios, flexibilización del mercado de trabajo y congelación de la presión fiscal.

Una excelente cosecha agrícola y un buen comportamiento del turismo, junto a una importante entrada de inversiones industriales extranjeras, completan el balance interior del bienio económico. Las negociaciones de ingreso en la CEE han avanzado sensiblemente, pero existe todavía desacuerdo en temas como agricultura (vino y aceite de oliva) y pesca.

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