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El cliente es el recluso

Rocío García

Cuando al arquitecto Rafael de la Hoz le encargaron el proyecto del centro penitenciario, aceptó con una sola condición: "Que el cliente sea el recluso y no el Ministerio de Justicia"."El Centro Penitenciario para Jóvenes de Alcalá", explica De la Hoz, "no obedece a la vieja idea de represión o venganza de la sociedad, sino que es consecuencia de la más profunda de las motivaciones: el respeto al prójimo, sin reticencia alguna".

Espacios abiertos, grandes cristaleras y amplias zonas verdes es la primera impresión que recibe el visitante al llegar al nuevo centro. A pesar de ello, el autor del proyecto asegura que goza de una gran seguridad. El muro exterior que rodea la prisión está vigilado por fuerzas de la Guardia Civil. En el interior, siete pantallas de televisión vigilan las 24 horas del día todos los espacios del centro.

El nuevo centro consta de distintos núcleos, todos ellos construidos a dos alturas. El núcleo dedicado a vivienda de los presos está compuesto por seis módulos. Cada módulo está subdividido en dos residencias, con capacidad para 38 jóvenes. Las celdas, todas ellas individuales y con una ventana sin barrotes, se han dispuesto a lo largo de galerías abiertas y situadas sobre un cuarto de estar, al que se accede por unas escaleras. Constan de una mesa de trabajo, una cama, una alacena y un aseo completo, incluida ducha con agua caliente.

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