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Un hombre fuerte más bien débil

Sergio Onofre Jarpa, de 62 años, ha sido hasta ayer el segundo hombre fuerte del Gobierno de Pinochet. Jarpa fue presidente del Partido Nacional, el más reaccionario de la derecha chilena. Apoyó el golpe militar del general contra Salvador Allende. Fue premiado. Primero, como embajador en Buenos Aires durante 6 años.Otro premio, algo envenenado. Ministro del Interior en agosto de 1983. Y una tarea atractiva: promover la apertura política del régimen, desde dentro, para arrancar a la Democracia Cristiana y a la izquierda socialista y comunista la dirección del proceso hacia la democracia. En síntesis, trocar democracia por una suerte de posfascismo fascista digerible.

No convenció a nadie. Su aperturismo se inundaba de sangre de muchachos cada vez que la oposición convocaba una jornada de protesta contra el régimen. Tampoco ha sido capaz de yugular la primera huelga nacional por la democracia. Para colmo, el activismo armado del frente izquierdista Manuel Rodríguez ha rebrotado con fuerza.

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La dimisión de Onofre Jarpa arrastra a todo el Gabinete chileno del general Pinochet

Jarpa se quemó. Pinochet no quiere que le salven. El ministro del Interior ha sido fulminado. Su apertura, también. ¿Y ahora?

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