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Entrevista:

Susana Mendizábal

FRANCISCO UMBRALLa inmensa nave de catedral del cuerpo, y las adolescentes (Marta Bobo), el dibujo que hacen con su cuerpo, un perfume que sólo es una música, aros que juegan, cintas que flamean, he aquí el equipo nacional de gimnasia rítmica, la selección que va a representar a España en el Campeonato de Europa. "Son las mejores y están muy bien elegidas", me dice Susana Mendizábal, vieja gloria de 22 años, campeona de Europa durante varios, a la que todas vienen a besar, como a una diosa griega. Las nuevas españolas hacen su euritmía a las siete en punto de la tarde.

Tiene un perfil fino de ángel prerrafaelista. Tiene unos andares de vaquero de western, pero en mujer, en delicada mujer. Gasta melena casi rubia, voz fina, rebeca fucsia y pantalón de cuero, color plomo. Es bella. Varias veces campeona de Europa en esto de la gimnasia rítmica.-Grecia, sí, Grecia, ya sé lo que quieres decir, Umbral, Grecia, con toda su belleza, era una forma más rudimentaria de hacer el deporte. No somos superiores a los griegos, claro, pero algo hemos aprendido de los griegos. ¿Comprendes? Que los griegos contaban su tiempo por Olimpíadas. Que Hitler hizo su Olimpiada de Berlín. Pero el deporte, te aseguro que el deporte es inocente, Umbral.

-No hay nada inocente, amor.

Corrían griegos por frisos de mármol, pasaban velocidades por los ojos finos y claros (e intensos) de Susana Mendizábal. Estos ángeles del Señor suelen ser un poco testarudos. "Eva Nasarre". "Sólo es una figura televisiva".

Susana Mendizábal, 22 años (ya se ha dicho), de Jaca, es una belleza corriente magnetizada por sus campeonatos de Europa. Susana Mendizábal, 22 años, de Jaca, allá por el Reino de Aragón, cuando se pone el body y empieza a hacer monadas con la cinta y el aro, no parece la madre joven y guapa que es. Susana Mendizábal, de Jaca, Reino de Aragón, tiene una esbeltez, un perfil y una gracia de Ángel del Señor que se ha dejado las alas en el perchero del Moscardó. "¿Y tú por qué eres siempre tan polémico?". "Por lo mismo que tú eres siempre tan armónica".

La tía.

Susana Mendizábal es una nueva española de esas que han decidido reencontrarse con su alma/identidad dando el rodeo del cuerpo.

-Mira Umbral, yo dejé mi pueblo muy pequeñita, estoy haciendo gimnasia desde niña, comprendí que la gimnasia rítmica, aparte de darme una seguridad personal, me daba muchas satisfacciones. Un sentido de la disciplina, tenía que privarme de las comidas y las bebidas. Formando el cuerpo, se forma el alma, o como se llame.

-Las atletas suelen acabar masculinizadas.

-No lo creas, no hay por qué. Depende del deporte que se practique y de cómo se practique.

-Todo lo que le damos al cuerpo, Susana, se lo quitamos al alma, o sea el cerebro. ¿No has notado tú eso?

-Ya ves que no. Somos un todo y formar el cuerpo es como formar la mente, que también es cuerpo. Lo que pasa es que yo lo que quería es ser médico.

-Y te quedaste en el BUP.

-O por ahí.

Para esto las crían madres, que dijo el filósofo. Las niñas hacen el dibujo gracioso, múltiple y repetido, de su gimnasia, al compás de una música de piano golfo. La inmensa sala es como un sueño en el que caben estas figuras gráciles y perdidas, como dalinianas, de niñas armoniosas (Marta Bobo, ya se ha dicho, que viene a darme un beso), todas con su body rosa, con su malla negra, con sus medias humo, con sus zapatillas/Degás, moviendo el planetario de aros y rúbricas, por el aire, con una ascética gravedad impúber.

La mujer, ay, tiene el equilibrio del mundo, mientras que el hombre es un ser desequilibrado que perdió el centro hace mucho tiempo, y al que, periódicamente, matarán jugando, ya lo dijo el poeta. Susana Mendizábal:

-Mira, Paco, aquí sólo hay chicas porque la gimnasia rítmica no es una cosa para hombres. Sí, ya sé que hay y ha habido grandes bailarines, pero esto es otra cosa; esto sólo puede hacerlo una mujer, una niña.

Ya voy comprendiendo. La nueva española se ha refugiado en lo más lineal de lo femenino, allí donde nunca podrá llegar el hombre, para ser ella y sentirse segura en los límites sinuosos de una gracia que da el sexo. Esto parece una lírica, pero es una épica (Como casi todo.) La guerra de los sexos. "La divina pelea", que hubiera dicho don José María Pemán, tan mirado siempre para estas cosas de ingle. La nueva española no nace de una asamblea, sino de un ballet. No basta con que Susana Mendizábal sea famosa en Europa. Uno ha venido aquí, con el gran Gigi Corbetta, que tiene la tristeza de los gigantes, buscando el semillero original, el manadero puro de unas muchachas que, para adueñarse de su destino, han comenzado por adueñarse de su cuerpo.

A Susana la besan como a la matriarca legendaria (22 años) de este rito griego, pagano y femenino.

-Deporte y sexo, Susana.

-Hay tiempo para todo. No compliques las cosas. No es verdad que la mujer olímpica se desexualice.

-A los cincuenta años, Susana, amor, ¿sentirás más el ir perdiendo la belleza o el ir perdiendo los músculos?

-Lamentaré ambas cosas.

No hay manera de cogerla. Oriente confuso de Madrid. Me he tomado un poco de tortilla de patata y un coñac con cocacola en un bar de paso. Calle Virgen del Pilar. Las madres están en el vestíbulo del Moscardó (que me parece que se sigue llamando Moscardó), como las madres de las cómicas antiguas en el teatro: esperando a la niña. Una Grecia de media tarde, menestral y española, se abre en el ámbito inmenso del estudio. Todo lo que sea tomar posesión del propio cuerpo (sexo, deporte, higiene, belleza), es tomar posesión del propio ser. Unas se liberan por Sulamith Firestone y otras por la gimnasia rítmica y Susana Mendizábal, su profesora mítica. El caso es empuñar el yo (el Yo, como gustéis), y liberarse del cotidianismo prematrimonial y perecedero. Francisco Nieva me hablaba, esta madrugada, de ese monstruo creado por los siglos XVIII/XIX: "la señora". Es difícil que vuelva a darse "la señora", matriarca y luctuosa, entre estas muchachas cuya adolescencia es como Grecia, cuya Grecia es la adolescencia. El día de mañana se sentirán muy antiguas y muy modernas, como el poeta, pero nunca decimonónicas y "señoras".

-Verás, Umbral (Susana, arcángel olímpico que me custodia), el deporte es inocente. En las olimpiadas lo politizan. Sí, ya lo sé, desde los griegos, pasando por Hitler. Aquí todo el dinero y toda la atención van al fútbol. Ningún Gobierno protege debidamente los otros deportes, los verdaderos deportes, los que aún, afortunadamente, no son espectáculo. Luego, llegan las Olimpiadas y todo se politiza.

Una docena de púberes canéforas que no nos ofrendan sino el acanto imaginario de su gracia y su precisión. El equipo nacional. Las diez o doce adolescentes más rítmicas y líricas de España. Besan a Susana, ya digo, como a la Sibila. Hemos entrado en la religión del cuerpo, en otra dimensión de lo corporal, en los reinos de la gracia y el número, de la línea y el esfuerzo: inmensa nave donde ni siquiera hay espejos para el narcisismo de la señora que va a perder kilos (aquí no viene ni sería admitida).

-Tanto culto del cuerpo, Susana, amor, ¿no supone un peligro de narcisismo?

-No, por qué. Una sólo sabe si está en forma o no está en forma. Yo padezco cólicos nefríticos. Y qué. Es familiar, es de herencia. Eso se pasa. No somos diosas ni supermujeres. Sencillamente, hemos aprendido a disciplinarnos.

No sabe ella, quizá, hasta qué fondos del ser llega esa autodisciplina. "El deporte es una estilización de la guerra, Susana. Un gol es un fusilamiento. A los guerreros se les prepara para la muerte mediante el deporte". "No necesariamente, Umbral; a mí el deporte me ha dado la paz. El vivir, una, reconciliada con su cuerpo, eso es la paz, y no genera ningún sentimiento agresivo". Lo dice con los ojos tan directos, con la sonrisa tan dulce, lo dice tan ángel prerrafaelista que, me lo creo. Y nos citamos/despedimos, confusamente, entre un Gulf Stream de púberes en body que salen de clase. Huele a dulce embrocación femenina. Estamos en el champiñón mismo de la nueva española novísima. "Adiós, Susana, amor". "Adiós".

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