_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Vinyoli

Un poeta cumple 70 años. Se llama Joan Vinyoli y ha conseguido ser uno de los cinco poetas catalanes de posguerra de obligada mención: Espriu, Pere IV, Martí Pol, Gabriel Ferrater y él. Una de las asignaturas pendientes de los distintos pueblos que componen España es el conocimiento del estado de las artes y las letras en aquellas comunidades autónomas que tienen lengua y literatura propias. La España culta sabe que existe Salvador Espriu, pero casi desconoce la restante poesía catalana contemporánea, a pesar de los esfuerzos traductores de José Batlló, José Agustín Goytisolo o Pere Gimferret.Fue precisamente José Agustin quien trató de dar a conocer a Vinyoli en toda España mediante una excelente traducción de 40 poemas, en su día glosada en las páginas de EL PAIS. Ahora Joan Vinyoli es noticia, Va a ser reconocido hijo predilecto de Barcelona, cuando todavía hay demasiado silencio en torno de una obra que ni cede ni ¿esa. Poeta que se ha apoderado de la perfección, como lo demuestran sus dos últimas entregas publicadas por Empúries, Joan Vinyoli al poner título a uno de sus poemarios El callat (El callado) se puso título a sí mismo. Vinyoli habla gratis al paso de los amigos que encuentra por la calle o a Ya orilla del teléfono, con esa mala salud de hierro a cuestas que algunos atribuyen a su antigua condición de bebedor de fondo, condición de poeta perdido sin collar.

Escritor a su aire, nace de lo mejor de la poesía catalana y europea de entreguerras y del respeto a la tradición greco-latina. Luego Vinyoli se supera a sí mismo libro a libro, desde una lógica poética interna desconectada de las modas y los designios culturales: cuando predominaba la poesía social se le acusaba de simbolista e intimista; luego, cuando se recuperó la libertad de escribir, Vinyoli era un caso demasiado peculiar. No encajaba en los esquemas del carquismo crítico catalán y no se esforzó en pasar factura por un largo y constante compromiso democrático antifranquista. Por muchos años que siga escribiendo este frágil hombre y poderoso poeta, al que he querido regalarle una columna de EL PAIS en el día de su cumpleaños.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_