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Tribuna
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La elipse

7 lunesEl Papa se ha trabajado últimamente las áreas más exóticas. La historia de los Papas, que tantas veces se ha hecho, para bien y para mal, podríamos resumirla, en cuanto a los Papas de nuestra vida, en el Papa/carisma (Pío XII), el Papa/párroco (Juan XXIII) y el Papa/espectáculo (Wojtyla). Cuando Pío XII había agotado/inflacionado el carismatismo de la Iglesia, hizo falta un Papa/párroco que le entrase a la clientela, no ya por arriba, sino por abajo. Vaciada sabiamente de contenidos la reforma de Juan XXIII, Wojtyla tiene que suplir, como pasa siempre y en todo, el contenido por el espectáculo. Xavier Rubert de Ventós me envía su último libro, Filosofía y/o política. En el apartado La mujer como buen salvaje, dice: "La mujer ha sido el más rico y plástico de nuestros símbolos; nos ha servido para simbolizarlo prácticamente todo" ( ... ) "Las mujeres, para ser un poco más, han de empezar por significar un poco menos". Pienso que esto vale para los Papas, y especialmente para el Papa/espectáculo que hoy disfrutamos y que lo simboliza todo: los obreros de Polonia, las monjas de España, las tribus de Oceanía, la teología de la resignación tercermundista, las mujeres tatuadas de Papúa-Nueva Guinea y las vocaciones misioneras. Su ecumenismo con plumeros no es más que un cosmopolitismo entre Paul Morand y Dios Padre. En bien del catolicismo/cristianismo y de las antiabortistas españolas, este gran Papa tendría que viajar menos, misionar menos y atender más los asuntos de su parroquia. Del hermetismo carismático de Pío XII, un Papa que aún se aparecía, la Iglesia ha saltado al apostolado/traveller de un Papa que quiere significarlo todo, Rubert, y detrás sólo deja serpentinas.

9 miércoles

Otrosí doña Celia Gámez, Papisa de un género fallecido, fallecida ella misma, en vida, que ha vuelto a España, que lleva toda la vida volviendo, siglo a siglo, como un cometa, y que la vez anterior se pegó una puerta, muy borde ella, porque el Ayuntamiento, no recuerdo qué Ayuntamiento, se negaba a ponerle una estatua en la calle de Alcalá. Dijeron que, como mucho, en el vestíbulo de un teatro. Dijo eso de los "gallegos de mierda", que también lo decía Evita Perón (de la raza, asimismo, de las Papisas), y se abrió para su Buenos Aires querido, cuándo te volveré a ver -ya mismo, nomás-, su Videla querido o cualquier otro salvador de la Patria con la svástica plateada por la luna de en frente que cantara Jorge Luis Borgés, ché. En las revistas del corazón infartado, la Papisa Gámez anda diciendo que ella es apolítica, que la política es cosa de hombres, como los coñacs más anunciados, pero luego se le escapa que los rojos, cuando aquel 23/F del 36, se lo desvalijaron todo y que unos mílites la pusieron a salvo en Salamanca, y que la Señora de Meirás es una señora, con lo que la Papisa Gámez vuelve a profanar otro género literario: la tautología. Celia Gámez, ya metidos en políticas (nosotros, que ella passa) es la anti/Carmela, y mientras la Carmela popular y constitucional cantaba "ya nadie pasa/ya nadie pasa", Celia le desvalijaba el chotis al pueblo de Madrid -como a ella le desvalijaron el piso-, para cantar "ya hemos pasao, ya hemos pasao". La Papisa Gámez, de órbita más corta que los cometas y los Papas, es de trayecto único, como los tranvías de sus tiempos (ella nunca fue mucho más que un tranvía con visones, lo cual incluye la noción de que estaba "como un tranvía", que hacían "Chamberí por Fuencarral". CG hace Buenos Aires por Madrid, o Madrid por Buenos Aires, según le vaya la tienda, nomás. Fue nuestra tía de América con plumas.

12 sábado

La gran movida de la semana ha sido la de la Confederación católica de Padres de Familia. El viejo truco conservador es presentar un derecho como una imposición. Naturalmente, como una imposición demagógica de la izquierda -qué izquierda- dictatorial, atea y arriana. Yo estoy con los de la Confederación esa de la cosa, y, como lo del charter/ aborto no hay quien lo pare, vengo divulgando por tradición oral mi táctica y estrategia contra el aborto. Táctica/estrategia que no es otra que la de embarazar a todas las españolas disponibles, entre los catorce y los 55 años de edad, sin exención ni exacción para lisiadas, frígidas, baldadas, estrechas, deformes, univitelinas, decentes ni de Fraga. Se da suelta al macherío nacional, que anda pastueño por culpa/causa de las feministas, y cuyas reservas están entre el hotel Palace y el Museo del Prado, que es donde se liga, ahora en primavera, a la señora Stone. Se despenaliza a los violadores nocturnos, al violador de Gracia, tan democráticamente, defendido por Ana Milá, tan cruentamente condenado por Lidia Falcón; se indulta asimismo al vampiro de la autopista, el señor de los caramelos y otras figuras nacionales e internacionales de los soldados desconocidos y valle de los caídos/ Josafat de los fanáticos de la mujer, que somos legión, ángeles, arcángeles, querubines, tronos y dominaciones del machismo ibérico, a más del macarra marbellí y el ligón de playa no cualificado. Una vez empreñadas todas las nacionales, estén o no en las listas de Hacienda, parece indudable que el materialismo ateo, rojo y menchevique que nos gobierna, no va a promover varios millones de abortos en cadena. Se salva así el honor y la honra de don Pedro Calderón de la Barca y de Carmen Alvear. Franco, que lo tenía todo previsto, se había sacado para esto los premios de natalidad.

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