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'Serra d'Or', la revista que fue 'santuario' cultural, cumple 25 años

Ernest Lluch, Max Cahner, Josep Benet y otros intelectuales y políticos escribieron en la publicación de los monjes de Montserrat durante el franquismo

Probablemente, lo que sería una de las plataformas de expresión cultural y política catalanista y democrática más importantes de Cataluña durante el franquismo tuvo su primer origen en una audición del Virolai, el himno a la virgen de Montserrat escrito por mossèn Jacint Verdaguer, concretamente de los versos que dicen amb serra d'or els angelets serraven eixos turons per fer-vos un palau. Todo empezó en febrero de 1955, cuando un grupo de trabajadores y colaboradores seglares de la abadía de Montserrat puso en marcha una pequeña publicación cultural que oficialmente era el órgano de la Coral Montserratina. La publicación se llamaba Serra d'Or.Eran los años 50 y, pese a que la represión de los 40 se había suavizado, existía un control férreo de todas las publicaciones, que debían someterse a censura previa. La edición de periódicos y revistas en catalán estaba prohibida y los partidos políticos, proscritos. La Iglesia, sin embargo, constituía aún -gracias al Concordato y a las profesiones de fe de las autoridades franquistas- una excepción en el celo represivo de la dictadura. La abadía de Montserrat, por su parte, era un santuario de catalanidad en un momento en que Cataluña, oficialmente, no existía o, mejor dicho, estaba prohibida.

Dado que los monjes de Montserrat (especialmente el abad, Aureli Maria Escarré) y el pequeño grupo de intelectuales catalanes que se acogían a la protección institucional del monasterio persistían en desafiar esa prohibición, en el año 1949 se inició -con gran modestia de medios- la publicación de una revista llamada Germinabit (futuro del verbo latino germinare), que oficialmente era la circular de los antiguos escolans (monaguillos) de la abadía. Con el tiempo, Germinabit aglutinó un equipo de redacción en el que figuraban personas que luego serían relevantes en los ámbitos intelectuales y políticos, como Josep Benet (director de la publicación desde 1957), Max Cahner, Oriol Bohigas, Albert Manent, Jordi Carbonell y Joan Triadú.

Sin embargo, dos revistas superaban las posibilidades del monasterio y en 1959, el éxito y la relevancia alcanzados por el número de agosto- septiembre de Germinabit, íntegramente dedicado a la muerte (entonces reciente) del poeta Carles Riba, convenció a los responsables de la abadía que había que unificar las dos publicaciones, lo cual se hizo el mes de octubre con una nueva época de Serra d'Or, que pasaba a ser realizada en su mayor parte por el equipo de redacción de Germinabit.

Problemas con la censura

"El propósito de la revista", explica ahora el padre Maur Boix, que dirige la publicación desde hace 22 años, "era ofrecer una plataforma de colaboración y expresión en la que el marco de libertad venía definido por un respeto mínimo hacia la idea de catalanidad, hacia una concepción de cristianismo abierto y a todo lo que representa Montserrat. Por supuesto, también se pedía a los representantes de las distintas corrientes ideológicas que observaran un estricto respeto mutuo. Hay que decir que el clima fue siempre de gran cordialidad y, aunque había tensiones, solían ser reflejo de las tensiones externas".Desde luego, las tensiones externas no faltaban. Para empezar, apenas comenzó a apuntarse el alineamiento catalanista y democrático de la revista, El Cruzado Español, El Español, Qué pasa y toda una serie de publicaciones religiosas ultraderechistas comenzaron a torpedearla.

Serra d'Or, en cualquier caso, no salió indemne de la lucha con la censura. Hubo amenazas de cierre "por trascender los límites de la concesión", varios expedientes administrativos y algunas multas, la mayor de las cuales fue de 50.000 pesetas. El origen de esta sanción fueron sendos artículos del arquitecto Oriol Bohigas (actual delegado de urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona) y del economista Ernest Lluch (que en la actualidad es ministro de Sanidad en el Gobierno de Madrid). En 1966, tras la violenta represión policial de una manifestación de sacerdotes, Serra d'Or publicó un editorial titulado La Verdad y Maur Boix, el director, fue sancionado con una multa de 2.500 pesetas... "por faltar a la verdad".

Revelaciones

A partir de 1965, Serra d'Or contaba con un consejo de dirección representativo de todas las tendencias de los colaboradores. Entre los 18 miembros de este consejo estaban Antoni M. Badía i Margarit (actual rector de la Universidad de Barcelona), Oriol Bohigas, Max Cahner (hoy conseller de Cultura de la Generalitat), Josep Maria Castellet, Alexandre Cirici, Joan Colomines (hoy diputado en el Parlamento de Cataluña), Ernest Lluch y Jordi Pujol (hoy presidente de la Generalitat).Pero estas personalidades políticas e intelectuales no son más que una pequeña fracción de los 1.650 intelectuales, políticos, estudiosos y artistas catalanes que han colaborado en Serra d'Or durante este cuarto de siglo. Algunos de esos nombres merecen especial atención, pues se trata de personas que iniciaron su vida pública o artística en las páginas de la revista: en este apartado de revelaciones hay nombres tan dispares como Ernest Lluch, Oriol Bohigas, Montserrat Roig, Teresa Pàmies o Baltasar Porcel.

Con la llegada de la democracia, el cariz unitario de Serra d'Or se diluyó un tanto, aunque por el momento no ha llegado a realizarse el sueño de los fundadores de "cerrar porque hubiera ya demasiadas revistas en catalán", como dice Maur Boix. Serra d'Or, que en sus épocas álgidas de los 60 y 70 llegó a vender 18.000 ejemplares al mes, se halla ahora en la cota de los 9.000 y ha dejado de ser rentable, pese a que su encuadramiento dentro de la editorial Publicaciones de la Abadía de Montserrat permite enjugar los déficit. "Hay un considerable descenso de lectores debido al bajo índice general de lectura, a la todavía incompleta normalización de la lengua catalana y, particularmente, a la crisis económica", dice Maur Boix, "pero la ilusión de seguir adelante subsiste y esta revista es aún, además de una plataforma de ideas, un punto de encuentro de hombres".

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