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El actor Vincent Price, invitado de honor del festival de cine imaginario

El actor norteamericano Vincent Price, de 73 años, asistió ayer como invitado de honor a la inauguración del V Festival Internacional de Madrid de Cine Imaginario y de Ciencia Ficción. Especializado durante los últimos años de su carrera en el cine de terror, era lógica su presencia en una manifestación cinematográfica especializada en el género ("en Estados Unidos", dice, "se habla muy bien de este festival, como también del de París"), pero no oculta que otra de las razones para aceptar esta invitación era la de poder reencontrarse con Madrid y el museo del Prado.

A Vincent Price le entusiasma la creatividad de Goya y presume de tener en su casa un minúsculo cuadro del pintor en el que un viejo despioja sus harapos. Pero igualmente le gusta comer. Autor de algunos libros de gastronomía, disfruta casi con alaridos ante un plato de rape, e insiste con vivacidad en que quiere ir de tapas. "En mi país no se come así", dice. Pero antes del rape, y a pesar del cansancio de un viaje desde Nueva York, corrió, recién aterrizado, al museo, tanto para replantearse sus obras preferidas como por recuperar la memoria de aquel mes de 1969 en el que vivió en Madrid, en el paseo del Prado, sólo para acudir cada mañana, muy temprano, al museo, y empezar así su día.Entonces, dice, pudo disfrutar a sus anchas, pero en esta ocasión le han abordado insistentemente para pedirle autógrafos.

Los niños, sobre todo, le han identificado como el personaje de Los crímenes del museo de cera, recientemente emitida en televisión, que, contra su voluntad, debía asesinar a sus enemigos tras el grave accidente que marcó su cara. Pero no es fácil identificar el rostro de Vincent Price, frecuentemente deformado para el cine. Incluso ahora, a cara descubierta, se ha colocado unas gafas enormes que camuflan su nariz hasta hacerla casi imperceptible. Mientras disfruta con el rape y se hace prometer que comerá tapas, los camareros, a la vez que le atienden, le piden nuevos autógrafos, celebrando la presencia del actor, al que saludan con relajada camaradería. Muestra el actor una cordialidad inmediata y despierta un curioso afecto, que contradice el espanto que tantas veces provocó en la pantalla.

No sería justo, sin embargo, encasillarle en el género de terror, aunque sea en él donde ha obtenido su mayor popularidad. Espléndido actor de teatro, se inició en el cine en 1938, no interpretando siempre al perverso de la historia.

En Laura, por ejemplo, a pesar de las sospechas, no era el asesino. Últimamente, Price recorre el mundo con un espectáculo basado en textos de Oscar Wilde, lo que dice aprovechar para seguir degustando obras de arte y de la cocina, temas sobre los que ha escrito y escribirá. Seguramente, con humor.

Porque es su facilidad para sonreír ante las cosas lo que destaca inmediatamente en su carácter. Es parlanchín y vivaracho, manteniendo erguida su alta estatura y sus 73 años a golpe de humoradas. Y de una memoria alegre. Habla hasta de Manolete, a quien vio torear. "Después de él, los demás son carniceros".

Incluso se relaja con elegancia para hablar del melanoma que padece su esposa, la actriz Coral Browne ("Coral, como los collares"), que recientemente ha sido premiada junto a Alan Bates por su trabajo en One english abroad, dirigida por John Schlesinger. El actor asegura con entusiasmo que es una magnífica película.

Más información en la página 6 de Artes

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