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Pablo Garnica sustituye a Aguirre Gonzalo al frente de Banesto

El presidente del Banco Español de Crédito (Banesto) desde 1970, José María Aguirre Gonzalo, de 86 años, fue cesado en su cargo, ayer por la mañana, por el consejo de administración y sustituido por el hasta ahora vicepresidente y administrador delegado, Pablo Garnica Mansi. Las previsiones sucesorias de la que ha sido la mayor casa bancaria desde la posguerra hasta el año pasado se han cumplido, 14 días antes de lo previsto, sin deparar sorpresas. Tras producirse el cese, Aguirre Gonzalo fue nombrado presidente honorario y consejero del Banesto. "Yo no dimito ni echo a correr por mis años", afirmó ayer el ex presidente Aguirre Gonzalo, "pero mis compañeros quedan que me fuera y me he ido, aunque no pienso jubilarme para ponerme zapatillas y mirar la televisión, nada de eso. Yo. sigo aquí, en mi anterior despacho de vicepresidente, trabajando con normalidad porque estoy muy bien de facultades".

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Pablo Garnica Mansi, de 74 años, nuevo presidente del segundo banco más grande de España, es padre de Pablo, director de oficina del Banesto, e hijo de don Pablo. El padre del actual presidente precedió en este mismo cargo al marqués de la Deleitosa, Gómez Acebo (presidente desde 1959 -hasta 1970), y a José María Aguirre Gonzalo (desde 1970 hasta 1983), y colocó al Banesto a la. cabeza del sector.Con don Pablo, las grandes familias conservadoras del Madrid de la Restauración (con incrustaciones vascas) privaron del liderazgo financiero a los indianos (asturianos, cántabros, vascos) del Banco Hispano Americano. Pero bajo la presidencia de don José María, el Banesto pasó al segundo puesto, y el Hispano, al tercero.

Ambos fueron adelantados por un insigne banquero mediterráneo y liberal, Ignacio Villalonga, quien imprimió al deteriorado y moribundo Banco Central una descomunal voluntad de crecimiento (el ministro franquista Larraz llegó a ofrecer los despojos del Central a repartir entre el Banesto, y el Hispano). Villalonga lo saneó, y a partir de 1969, Alfonso Escámez, un meritócrata que empezó de botones, aceleró la política, de fusiones y absorciones del Banco Central y adelantó por la izquierda a indianos y restauradores hasta ocupar el actual número uno del ranking de depósitos de la banca española.

El título de hermano mayor

La sustitución de José María Aguirre Gonzalo, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos de los que le gustaban a Franco, se rumoreaba habitualmente por estas fechas en los últimos años, debido a su avanzada edad. Este ingeniero metido a banquero, presidente de Agromán y del Banco Guipuzcoano, que ha pastoreado al rebaño bancario con estilo y gracia inconfundibles, tenía que poner en juego y revalidar todos los años por Navidad su título de hermano mayor de la cofradía financiera al frente del Banesto.

Ahora don José María se resiste a la jubilación anticipada: "No pienso retirarme y me instalaré en esta misma planta, en un despacho que he mantenido vacío desde 1970 junto al del presidente. Porque no soy tan viejo... Nací, como decía anoche Cantinflas en la televisión, un 12 de agosto de un año... Mire usted, el próximo 12 de agosto cumpliré 87 años, pero yo no quería irme. Hoy mismo, los compañeros del consejo de administración me lo han pedido, porque ustedes los periodistas siempre andan protestando y diciendo que cómo un hombre tan viejo como yo puede presidir el Banesto. Me han destituido y me han nombrado presidente honorario y consejero. Y nos hemos adelantado así al consejo del 14 de diciembre para ahorrarles a ustedes los rumores de -todos los años por estas fechas".

El viejo Aguirre -como se le suele llamar cariñosamente en el sector- es un personaje de extraordinaria dimensión humana y profesional, y cuando habla, entre socarrón, agudo y dicharachero, parece que enseña y reprende a la vez, convertido en una mezcla de maestro de pueblo, abuelo señorón y sabio antiguo. Algunos colegas piensan que le han destituido porque "habla demasiado y dice lo que piensa de sopetón, a bocajarro,". Otros opinan que no le han quitado antes, pese a su avanzada edad, porque la división interna y falta de acuerdo entre las distintas familias del consejo -los Garnica, Argüelles, Herrera, Sainz de Vicuña, etcétera- hacían impracticable la sucesión pacífica. Aguirre Gonzalo insiste en que no hay ninguna división ni tensión en el consejo. .

El año pasado no parecía oportuno cambiar al presidente del todavía primer banco español a los pocos días de que tomara posesión un Gobierno socialista. No era de buen tono. Aguirre piropeó a Felipe González -"el más mejor"- y esperó el paso de un tiempo que cumplió ayer. Dentro del joven Gobierno socialista surgieron voces que, sin atender a los finísimos banestólogos -especialistas en gerontocracia sólo comparables a los del Kremlin soviético-, aconsejaron y/o amenazaron el relevo en las presidencias de los siete grandes de la banca. En el rigodón inacabado de este año han sido fulminados tres presidentes "por razones'de edad"; a saber: Fermín Zelada, presidente del Exterior, sustituido por Francisco Fernández Ordóñez; Luis Usera, presidente del Hispano Americano, sustituido por su delfin Alejandro Albert, y José María Aguirre Gonzalo, del Banesto, sustituido por el maquinista del banco, Pablo Garnica.

El maleficio

El maleficio del club de los siete se rompió con la accidentada safida del presidente del Hispano, Luis Usera, y la entrada de rondón de Fernández Ordóñez, un político. Instaurado por el marqués de la Deleitosa en casa del Banesto, el saludable almuerzo mensual del los siete grandes -tan útil para simular la persistencia de un oligopolio disuelto por la crisis económica y la insolidaridad bancariaha sido herido de muerte con el cese de don José María. A partir de ahora, los siete grandes pueden romper su aparente diálogo global entre sí y sustituirlo por el diálogo bilateral instaurado por el nuevo hermano mayor de la cofradía, Alfonso Escámez, a quien la presencia en activo del Aguirre histórico le impidió defender el rebaño de las acechanzas intervencionistas del Gobierno.

Con Pablo Garnica se abre un nuevo período de transición en la presidencia del Banesto. El cargo de vicepresidente queda vacante, así como el de consejero delegado -que en el Banesto afrancesado recibe el nombre de administrador delegado-, y ambos podrían ser cubiertos de manera original por el consejo del próximo día 14 de diciembre. Como resultado de un sutil encaje de bolillos, sólo comparable al cónclave vaticano, la vicepresidencia podría ser partida. en dos y ocupada, primus inter pares, por Jaime Argüelles Armada, cabeza de familia ilustre del consejo, presidente de La Unión y el Fénix Español y varias veces papable sin éxito, y por Juan Herrera, presidente de Petromed, joven y entroncado entre algunas familias como posible delfin para suceder a Pablo Gamica. Garnica y Argüelles hacen dúo generacional -presidente y vicepresidente-, tanto como pudieran hacerlo Herrera y Sairíz de Vicuña -vicepresidente y administrador delegado- si el próximo día 14 se acepta el programa de gobierno del nuevo presidente.

El actual director general, José María Sainz de Vicuftá, ascendería, según tales previsiones, al cargo de administrador delegado y quedaría situado para competir con Juan Herrera en eUpróximo relevo presidencial. El nombramiento de Garnica puede estar basado en rendir homenaje al pasado que no pudo ser -Jaime Argüelles- y en apuntalar el futuro -Juan Herrera- mientras las fa. milias afianzan el precarioconsenso actual. Y como las grandes casas apenas dan grandes sorpresas, Pablo Garnica seguirá conduciendo la máquina interna del Banesto como hasta ahora y tendrá únicamente que dar un poco la cara hacia el exterior, función en. la que básicamente sustituye a don José María y que le produce santo horror. Garnica siempre estuvo unido a Aguirre y mandó tanto como él. Tiene fama de trabajador infatigable, fuerte, grandote, alto y sano, a sus 74 años. Encerrado en su máquina, Garnica rehúye la vida social como un asceta de la banca, y mantiene un perfil bajo y esquivo con el mundo exterior. Todo lo contrario de su predecesor.

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