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Reportaje:

La gripe

Viaja con los patos silvestres, cambia constantemente de apariencia y todos los inviernos confunde los sistemas de inmunidad de millones de personas

La foca había sido infectada experimentalmente con un virus de gripe conocido como h7n7. Este tipo de virus había estado asolando las concentraciones de focas de la costa de Nueva Inglaterra, causando las lesiones más devastadoras de pulmón que Webster hubiera visto nunca en mamíferos infectados por la gripe. El h7n7 está también relacionado con una forma excesivamente mortal de gripe aviar, la peste aviar, que mata a los pollos en 48 horas, destruyendo el sistema nervioso central. Así que la preocupación de Webster era obvia: ¿sería capaz una foca de contagiarle a un ser humano un virus mortal en potencia? La respuesta, fascinante a la par que aterradora, resultó ser que sí."Eche un vistazo a esta diapositiva". Webster, del hospital de investigación infantil St. Jude, en Memphis, Estado de Tennessee, está considerado como uno de los primeros investigadores mundiales de la gripe. La diapositiva que muestra enseña las huellas de la acción del virus de la foca en el ojo del ayudante de laboratorio, inyectado en sangre y legañoso a causa de una conjuntivitis, sólo 48 horas después de aquel estornudo inoportuno. Se encontraron grandes cantidades del virus de la foca nadando en el ojo infectado. Afortunadamente, los daños no fueron más allá.

Lo verdaderamente sorprendente fue que las pruebas genéticas realizadas en el laboratorio de Webster revelan que el mismo virus, capaz de matar focas en Nueva Inglaterra y de causar infecciones en el ojo humano, tiene su origen en pájaros. Fue la primera vez que ha podido comprobarse la transmisión de la gripe del pájaro al mamífero. "Los ocho genes de aquel virus procedían de diversas fuentes aviares y, sin embargo, eran capaces de producir enfermedades graves en mamíferos", dice Webster, quien cree que sólo se re. quiere un mínimo esfuerzo de imaginación para llegar a la teoría de que los virus aviares podrían llegar a producir un daño patogénico similar en el hombre. "Si aquel virus hubiera sido tan virulento para el hombre como lo era para las focas...".

Una incógnita que no cesa

Le da un escalofrío y sacude la cabeza. 50 años después de que el primer virus de la gripe fuera aislado, en 1930, la gripe sigue produciendo escalofríos, en la comunidad médica, y con razón. Se trata de una familia de virus mutantes que no se rigen por reglas fijas. Mediante frecuentes cambios en su composición molecular, los virus confunden al sistema de inmunidad del organismo y tienen la manía de conseguir que en pocos años las vacunas no sirvan para nada. En ocasiones, un virus de la gripe cambia genes con otros virus, produciendo así nuevos híbridos mortíferos, que, a modo de chispas en un bosque de yesca humana, extienden la enfermedad por grandes núcleos de población.

El mismo virus que reside cómodamente en las tripas de los patos silvestres sin producir ni un estornudo, puede bloquear los canales respiratorios de otras especies. Para los investigadores científicos que lo acechan, la gripe es el equivalente viral del leopardo, que cambia sus manchas. En una época en que la gente considera a la gripe como una molestia de tres días y no como una asesina, es conveniente recordar las epidemias, severas y extendidas, del pasado. Como, por ejemplo, la epidemia de 1918-1919, que se calcula que produjo 20 millones de muertos, en un total mundial de 2.000 millones de enfermos. Nadie sabe por qué mató tan eficazmente como lo hizo, pero aquel virus fue el más mortífero de todos. Jóvenes sanos y fuertes cayeron tan fácilmente como las víctimas normales de la gripe: niños, ancianos y enfermo!. El misterio de la virulencia de aquel virus es tan acuciante que hace algunos años un grupo de científicos exhumé cadáveres de esquimales muertos en 1918, en la helada tundra de. Alaska, con la esperanza de poder aislar el virus que causó tal devastación. El intento fracasó.

¿Podría volver a producirse una epidemia así? "Podría ocurrir mañana", afirma John R. La Montagne, administrador del programa de gripe, con unos fondos de seis millones de dólares, del Instituto Nacional de Enfermedades Alérgicas e Infecciosas de Bethesda, Estado de Maryland (EE UU). Los investigadores de la gripe se muestran generalmente cautelosos cuando se trata de hacer predicciones, especialmente tras el episodio de la gripe porcina de 1976, cuando un brote de gripe similar al tipo de 1918 fue detectado en una base militar, en Fort Dix, Estado de Nueva Jersey. Se lanzó una campaña nacional de inoculación, tratando de anticiparse a una epidemia que no se materializó nunca. El programa fue cancelado, entre una enorme controversia, cuando a centenares de personas que habían sido vacunadas les surgió el poco corriente síndrome Guillainbarre, que produjo enfermedades, parálisis y, en algunos casos, la muerte.

Tranquilidad desde Hong Kong-68

No ha habido virus nuevos de gripe que afecten al hombre desde que surgiera en 1968 la variedad de Hong Kong.

En el ya mencionado centro de St. Jude, en el departamento de virología, hay cientos de cajitas de cartón en el interior de neveras, que se mantienen a 94º Farenheit bajo cero, y conteniendo ampollas herméticamente selladas llenas de virus. Hay cerca de 7.000 clases distintas. La mayor parte son poco peligrosos, pero otros podrían hacer enfermar gravemente, morir quizá, a ciertos animales y al hombre.

Tanta muerte y tanta miseria vienen de un virus tan diminuto que un millón de ellos, colocados en línea, medirían aproximadamente un centímetro. Los virus de la gripe están divididos en tres categorías: A, B y C. El tipo A, el más frecuente, causa epidemias, así como brotes regulares. El tipo B causa brotes más reducidos y en la actualidad está siendo estudiado más atentamente. El tipo C no causa graves problemas casi nunca.

En su aspecto externo, el virus de la gripe se parece hasta cierto punto a la maza de armas medieval: una bola con pinchos. Estos pinchos son dos proteínas de superficie, llamadas hemaglutinina (ha) y neuraminidasa (na). Dentro del virus hay un tremendo lío genético. En la mayor parte de los virus, los genes distintos encajan en la cadena de ácido nucleico, pero los genes de la gripe son segmentos distintos del ácido ribonucleico (RNA).

La metáfora de la maza de armas presenta un retrato vívido de cómo funciona el virus de la gripe. La hemaglutinina es la sustancia que se desliza dentro de una célula durante la infección y permite el acceso del virus a esa célula, a fin de reproducirse. La neuraminidasa permite que los nuevos virus puedan liberarse de la célula de base una vez completada la reproducción.

La estructura y la función de estas dos moléculas de superficie es tan específica que todos los virus de tipo A pueden clasificarse en 13 subtipos ha y 9 subtipos na. La gripe de Hong Kong de 1968, que todavía circula entre la gente, es del tipo h3n2. El otro tipo de virus que en la actualidad afecta al hombre, la mal llamada gripe rusa (volvió a surgir, en realidad, en 1977, en el noreste de China, después de un paréntesis de 27 años), es un h1n1.

Un virus mutante

El virus de la gripe es capaz de cambiar lo que los científicos llaman sus huellas dactilares con tal habilidad que el sistema de inmunidad del organismo no le identifica de inmediato, y por ello no consigue neutralizarlo completamente. Cuando los cambios son de poca monta producen variantes de evolución lenta, que causan brotes esporádicos de gripe durante los inviernos, epidemias que pueden afectar entre el 15% y el 20% de la población.

Cuando los cambios son más profundos, las consecuencias son dramáticas, ya que se producen epidemias de primera magnitud, que se extienden rápidamente por todo el mundo, afectando a miles de millones de personas. En lo que va de siglo, ha habido tres cambios de esta importancia: la epidemia de 1918, la gripe asiática de 1957 y, más recientemente, la gripe de Hong Kong, en 1968.

Una epidemia debida a cambios menores en los virus no es nada si se la compara con la catástrofe global que pueden causar las transformaciones importantes. La explicación de tan rápida y misteriosa transformación está en la naturaleza única de los genes del virus.

Debido a que todos los genes de la gripe son unidades distintas de RNA, pueden ser revueltos y colocados de nuevo. Cuando dos virus distintos de gripe infectan la misma célula tenemos 16 genes juntos, que pueden combinarse de 256 formas distintas. O sea, que un virus combinado puede salir de esa célula superpoblada provisto de un gen nuevo, que creará una molécula de hemaglutinina completamente distinta. Cuando esto ocurre, los sistemas de inmunidad de núcleos completos de población quedan inutilizados. Nadie, joven o viejo, ha producido anticuerpos capaces de enfrentarse a la nueva proteína de superficie, y los virus pueden ser enormemente infecciosos.

William J. Bean y Clayton Naeve, miembros del equipo de investigadores de St. Jude, han estado estudiando los genes de la gripe utilizando una técnica llamada hibridación rna-rna. Bean ha hallado así que el virus que diezmó a las focas de Nueva Inglaterra, por ejemplo, tenían genes procedentes de aves. Este hallazgo viene a apoyar la creencia, compartida por más gente,. de que "la gripe es esencialmente una enfermedad

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La gripe

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aviar que, de forma fortuita, ha llegado a los mamíferos". Buen número de virus se encuentran en los patos salvajes.

Otra investigadora de St. Jude, S. Hinshaw, afirma que "los patos parecen constituir un depósito natural (de estos virus). Tienen todos los subtipos, no enferman y poseen un magnífico dispositivo de transmisión: las heces".

Patos y seres humanos

Webster cree, por ejemplo, que el virus de la gripe de Hong Kong, el h3n2, que infectó a millones de personas en 1968, es el resultado de un cruce entre genes de virus de un pato con otros procedentes de un ser humano, lo que dio como resultado, por pura casualidad, una potente combinación. "De alguna forma, una célula única resultó infectada simultáneamente por un virus de pato y otro humano", dice. "Esto ocurrió, es de suponer, en una persona, ya que el virus retuvo la mayor parte de sus genes de la variedad humana. En China, donde esto ocurrió probablemente, una persona con gripe tuvo que entrar en contacto con un pato afectado por la misma enfermedad".

China es, debido a su densa población, no sólo de personas, sino también de patos, el lugar más idóneo para que ocurra tan insólito encuentro.

Brian Murphy y Robert M. Chanock llevan más de 10 años experimentando con vacunas con virus vivos en los laboratorios de los Institutos Nacionales de la Salud, en Bethesda, Estado de Maryland. A diferencia de las vacunas tradicionales, que contienen virus muertos y son administradas mediante inyección, las nuevas vacu nas cintienen virus debilitados, pero aún vivos, y son administrados mediante gotas introducidas por la nariz, a fin de imitar la ruta natural de la gripe, que entra por la parte superior del sistema respiratorio.

"Lo que estamos haciendo es exactamente lo que el virus de la gripe hace de forma natural", dice Murphy, "pero lo estamos haciendo a nuestro favor. Lo que queremos es meter hemaglutinina y neuraminidasas en el organismo, en donde la respuesta de los anticuerpos puede tener lugar, sin tener que enfrentarse a la rápida reproducción de un virus capaz de producir una infección grave".

Esta vacuna con virus vivos produce una leve infección sin síntomas. O sea, con poca o ninguna enfermedad, un nivel de inmunidad que se espera sea muy superior al provocado por la vacuna tradicional con virus muertos.

¿Funciona? Mary Lou Clements, de la Universidad de Maryland, y Robert Betts, de la Universidad de Rochester, afirman, en un estudio de próxima publicación, que las pruebas realizadas demuestran que la vacuna nueva funciona mucho mejor que la tradicional. Cierto número de colegiales voluntarios recibieron, no sólo la nueva vacuna, sino que, un mes más tarde, se les administró una dosis virulenta de h3n2, el virus de Hong Kong, con el que se prepararon ambas formas de vacuna. Los que recibieron la nueva demostraron tener mucha más resistencia que los que recibieron la tradicional.

La vacuna universal

Esta vacuna con virus vivos puede no ser sino el preludio de un proyecto mucho más ambicioso. Investigadores de Australia, Reino Unido, Israel y Estados Unidos están ya realizando los primeros pasos hacia lo que puede llegar a ser una vacuna universal sintética, que podría dar una inmunidad a largo plazo contra todo tipo de virus de la gripe, concretamente contra los responsables de la mayor parte de las epidemias.

En principio, la teoría es sencila. Se trata de aislar parte de la molécula de hemaglutinina, por ejemplo, que es común a todo tipo de virus de la gripe y que no pasa por ningún proceso de mutación. Se provocaría después al organismo para producir anticuerpos que reaccionen contra este elemento estable, pero que no se vean afectados por los cambios que puedan ocurrir en la molécula. Aunque teóricamente esto es factible, los investigadores consideran esta vacuna universal como un proyecto a largo plazo.

Los científicos, por otra parte, no consiguen explicarse aún por qué la gripe produce fiebre y dolores musculares muy pronunciados, síntomas que fueron descritos ya por Hipócrates hace 25 siglos. Hay, sin embargo, otros aspectos del diabólico comportamiento de este virus que están siendo más claros. Por ejemplo, cómo infecta a las células humanas y se reproduce en su interior.

El factor invierno

La gripe ataca generalmente er el invierno, con brotes que durar entre 6 y 12 semanas. No está claro el porqué de esta afinidad, conocida como el factor invierno. Se ha dicho que la sequedad de lo, conductos respiratorios, producida por la baja humedad del invierno, crea las condiciones favorable: para este fenómeno. Pero eso no explica los brotes de gripe en lugares húmedos y lluviosos de los inviernos suramericanos, por ejemplo.

La explicación es, más probablemente, la promiscuidad. Grupos de personas amontonadas en interiores, a distancia de estornudo unas de otras, en escuelas, casas o lugares de trabajo, ofrecen terreno favorable para el virus, al que no le gustan ni la luz del sol ni el aire libre. El virus penetra en el organismo en las microscópicas gotas de agua expulsadas al aire por estornudos y toses. Una vez dentro, el virus baja por los conductos respiratorios hasta la tráquea y, los pulmones. Normalmente ataca sólo a un grupo de células, provistas de minúsculos filamentos destinados a atrapar los cuerpos extraños del aire que respiramos.

Aunque no se sabe con seguridad cómo entra el virus en una célula, se supone que utiliza una especie de caballo troyano. En efecto, un virus puede ser absorbido por una célula, a cuyo exterior se haya pegado, a la manera de una ameba. Una vez en su interior, ciertos ácidos que la célula utiliza normalmente a modo de quemador de basuras, atacan el exterior de la hemaglutinina. El resultado es como quitarle la vaina a una espada. Los bordes cortantes de esta molécula cortan la pared de la célula, permitiendo así la entrada del resto del virus al interior.

A partir de ahí, empieza un complejo proceso de reorganización genética y de reproducción en los que el virus utiliza parte del material genético de la misma célula. El resultado del proceso se abre luego camino hacia el exterior, de forma igualmente complicada, y el proceso sigue repitiéndose de forma logarítmica, una auténtica pesadilla para las defensas del organismo.

Si el sistema de defensa no puede rechazar al virus, la infección puede debilitar al individuo. Estas complicaciones, la pulmonía, por eiemplo, pueden ser fatale s.

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