La expresión seca, la naturaleza esquemática
Estrellas del BolshoiMaya Plasitskaya, Serguei Radchenko, Víctor Barykin, Boris Efimov y otras figuras del Teatro de la Ópera de Odesa y el Kirov de Leningrado.
Teatro Monumental, 8 de septiembre de 1983.
Primer programa.
La Carmen del Bolshoi de Moscú es una composición seca, predominantemente angulosa, que contrasta con la impregnación que se suele tener del romanticismo jugoso de la novela, la ópera, el personaje y su entorno.La coreografía de Alberto Alonso, principalmente, pero también algo de lo que parece ser el estilo actual del ballet soviético, la lleva hacia una especie de narración, naturalmente esquemática, y en ningún caso con concesiones al argumento, de una multiplicidad de agresiones, de una dureza de comportamientos.
EDUARDO HARO TECGLEN
P
Idea de lo español
La música de Bizet está adaptada muy libremente por Shedrin, con muchos efectos de percusión, mucha libertad propia, mucho más vigor que la languidez cálida, el morbo sensual que en un momento de la vida artística europea se atribuía a lo español. Dentro de esa coreografía, de ese estilo deliberado, de esa forma de creación, los cuatro solistas del Bolshoi, cortando el camino los tres hombres -Serguei Radchenko, Víctor Barkyn y Boris Efimov- a la esencia de la mujer que representa Maya Plisetskaya, alcanzaron momentos de gran belleza plástica.
La Plisetskaya se aproximó más a la idea general de lb español en ese sentido del gesto, del desplante, de la provocación femenina. Toda ella irradia expresividad.
Carmen llenaba la segunda parte, y era la pieza básica de la presentación en Madrid de un con junto soviético que, con el nombre de Estrellas del Bolshoi agrupa en torno a la principal -Maya Plisetskaya- algunas figuras de ese teatro famoso, una parte del ballet del Teatro de la ópera de Odesa y algunas figuras de otras formaciones.
Un poco de arqueología
La sensación general es un poco de arqueología, de reconstrucción o de inmovilización. Carmen es lo que podríamos llamar más moderno de este primer programa, y esa modernidad es muy relativa. Lo que antes queda descrito como seco y anguloso parece corresponder a una modernidad ya un poco desplazada, la, que buscó en Europa la deshumanización -no sólo en ballet, sino en otras formas teatrales- o la mecanización de los personajes, pero que ya sólo va quedando como vestigio, o como aportación irónica (como puede hacerlo Maurice Béjart o como en España lo ha hecho Víctor Ullate; y el Ballet Nacional que él creó apuntaba ya mucho mejor y más alto que esta muestra soviética).
Esto mismo se ve en los figurines. No deja de ser inquietante que los famosos Ballets Rusos de Diaghilev, de la gran Europa anterior a la guerra, fueran más lejos en la asunción de lo moderno que este salto atrás (aunque quizá para ellos represente un salto hacia adelante, por comparación a otros tiempos suyos) que presentan ahora. No es sólo su caso.
Hay, que admitir que esta España que aportó entonces a los ballets rusos nada mens que Falla y Picasso, hoy está también tratando de recuperar el tiempo perdido, la congelación de los inventos y descubrimientos.
El totalitarismo tiene unas desgracias que son iguales en cualquier signo.
Claro que la sensación de arqueología es más patente en cuanto se hace el ballet blanco, como en la Chopiniana de la coreografía antigua de Fokinn, aportación principal de la Opera de Odesa a este programa. Transido también de mecanización y de técnica, el suave romanticismo ¿le las posturas diseñadas, la adorable cursilería tan querida, tan entrañable, se convierte en mera repetición. Pasando por alto una Bella durmiente, quizá el mejor toque cálido fue el paso a dos de Maya Plisetskaya y Boris Efimov, tocado por ella de una emoción suave.
Para el público fue una gran fiesta. La limpieza lineal de Carmen, sobre todo, pareció llegar con mucha pureza a los espectadores del teatro Monumental, que aumentaron sus ovaciones y sus gritos de entusiasmo a la hora de los gráciles saludos y de las clásicas, canastillas de flores. Puede decirse que la presentación fue un verdadero éxito.
Babelia
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