_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Peligro de 'independencia' política

Pretendo compensar o contradecir -como se quiera- a José María González Ruiz, mi maestro en tantas líneas y mi amigo en muchas más. Supongo que te sonreirás, pero tu artículo en este diario, el 25 de agosto, volvía sobre el viejo tema entre nosotros, pero ahora cara al público. Y como ello podría originar otro peligro, vaya con lo que bien conoces, pero sin tu maestría y tu firmeza. Bien sabes de mi perplejidad, aunque también...Tienes sin duda razón en la peligrosidad de lo que llamas endogamia política, entendida como esa corriente en apuntarse políticamente, con lo del carné y todo, marginando por ello a quienes temiendo a la manipulación mantienen en su polis su pimpante independencia, la cual no dice, por supuesto, que no les interese lo político, pero siempre a su aire y como la mocita del cuento, sin compromiso.

JOSÉ MARÍA DE LLANOS

ENVIADA ESPECIAL

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Asisto, más que tú posiblemente, a este peligro actual de no pocos que para promoverse en lo que sea se apuntan a lo que sea y se carnetean porque "siempre fueron de tal partido". Cierto y triste, vergonzoso, pero tal caso bien de nuestros días no lo dice todo. Tener una razón al analizar un hecho no entraña -de aquí mis perplejidades- acertar en redondo con el juicioo definitivo. Dicha endogamia debe ser acusada, pero no menos -creo que más- su contraria, la que denomino independencia en la polis. Los carnetados a lo loco y a lo sucio son desagradables y peligrosos, pero ¿no lo son más los descarnetados por aquello de la comodidad, del orgullito, de lo de "me las sé todas", "a mí no me manipulan", "para disciplina ya tuve la de la mili".

Ambas corrientes se dan, pero sospecho que más la segunda, la de "yo, de ningún partido". José María y hermano, tomar partido es como tomar parte en esto primario del deber de hacer polis, lo que opino exige más que aquello de pagar los impuestos, votar cada cuatro años y "usted, guardia, tiene razón". Los partidos -todos, no me refiero a ninguno- tienen pocos participantes; y entonces entre otros peligros entreveo algo semejante a lo que tú entreveías: la marcha hacia la autocracia, porque en pocas manos va a quedar el juego. La vera democracia creo que pide que a lo menos la inmensa mayoría del demos actúe, se mueva, no se limite a vivir en su clase pasiva, evitando de ese modo la mala partidocracia (unos pocos llevando todo el peso), atrio de la dicha autocracia, un señor soberano ya por sí. En la medida en que más y más compartamos la polis, y hasta ahora no se ha inventado otro medio mejor que el partidismo, porque es imposible y de parvulario que todo el demos piense igual y guste del mismo proyecto de sociedad, en esa medida, la de los varios partidos aglutinando ciudadanos, en ésa -y no en el mismo bipartidismo tan cantado hoy porque entre otros males tienta de enfrentamientos y guerras- encuentro bastante ajustadita a la vieja matrona de la polis griega, de la cívitas romana, de nuestra ciudadanía.

No, José María, no, amigos de todos los partidos (legalizados, por supuesto), no, tengo alergia o más a una independencia dentro de la polis, la que tanto me han -nos han- celebrado. Lucir un carné del color que sea junto al DNI dice no sólo ser demócrata fetén, sino hombre que carga con todas sus responsabilidades y hasta equivocaciones, pero sin eso de la neutralidad política (los tales astronautas ¡a la luna! que parece demasiado cómoda y un tanto pedante. Hay que tomar parte en lo que somos parte, así de sencillo si además de cabeza tenemos solidaridad y ningún miedo a errar, como ninguna seguridad radical en que lo nuestro es lo único. La otra figura es la del ciudadano espectador que desde los tendidos ve la corrida, y

Pasa a la página 10

Peligro de 'independencia' política

Viene de la página 9

aplaude, sí, o patea, pero de bajar al ruedo nada de nada. Y el ruedo, señores míos, es nuestra ciudad, y cuanto más hagamos desde él en bien de todos, más ciudadanos seremos. En verdad que en tal ruedo hay jerarquías desde el mataor hasta el monosabio (que como dice la palabrita ya no es tonto y se expone -vaya que se expone- a que le coja el cornudo). Y si preferís ágora a ruedo, pues conformes, aunque temo más a los traficantes que a los Miura.

Y por temor a ellos es por lo de al tendido, a lo del botellín y la almohadilla, "¡so bestia, pero que eso no es torear, que lo haces rematadamente mal!". Y tan fresquitos y tan independientes y tan sabihondos, porque el tal público soberano es el pontífice definitivo, por algo vota, paga y tiene sus derechos humanos. Todo menos hacer. ¿No basta con gritar y criticar, y vivir tan a gustito independiente...?

Sudar, más que lucir un carné, es no sólo cosa de hombres; diría, hasta grotesca e irreverentemente, estar bautizado en una parte de lo que formas parte, no contentándote con tu personal sabiduría ni ascendiendo hacia las nubes para bendecir o maldecir a todos. Hagamos ciudad, hagamos humanidad, cada cual con su herramienta, pero también con su pensamiento. ¿Que compromete? Por supuesto. Es decir, promete en compañía. ¿Que te disciplina? Pues muy poco (te lo digo, José María, desde dentro del partido; pero ¡si ni como jesuita me han doblado jamás el espinazo! ... ), aunque reconozco que la disciplina, cierta disciplina, nos va bien porque nos impide creernos superiores y nos abraza con tantos necesitados de afecto, compañía, camaradería, lo que quieras; todo menos eso del podio y la medallita porque "la verdad está en mí". ¡Ah!, pero es "que te manipulan". José María, José María, que de esto sabemos tú y yo un poco: a cuántos sin mala intención -por ejemplo con la pluma- hemos querido manipular.

Es mucho más noble ser manipulado, cosa que, por cierto, estoy esperando todavía que lo vea hacer o me lo hagan en el partido.

Perdón. Más sencillos, más perplejos, menos seguros, más responsables, más solidarios y, sobre todo, más constructores aquí de la Ciudad como atrio del Reino. Y aquí sí que nos abrazamos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_