_
_
_
_
_
Cinco millones de personas, demanda potencial de la planificación familiar / y 2

Las adolescentes de los suburbios, principales victimas de la falta de educación sexual

Si para muchas mujeres -solteras o casadas- resulta todavía difícil acceder a un método anticonceptivo fiable, cuando esa mujer tiene menos de 18 años, la cosa se le presenta realmente grave: a la falta de información, común a todas las edades, se unen en este caso trabas legales de mayoría de edad. Ambos factores contribuyen a que para muchas adolescentes el descubrimiento de la sexualidad conlleve un embarazo no deseado. Es imposible saber el número de madres solteras y matrimonios precipitados que se produce cada año en nuestro país. Sin embargo, los expertos en planificación afirman que el porcentaje es especialmente alto en barrios y pueblos obreros de la periferia de las grandes ciudades, si lo comparamos con otras zonas del centro o residenciales donde habitan jóvenes generalmente de clase social más elevada. Las razones de estas diferencias entre unas zonas y otras pueden estar tanto en la mayor o menor precocidad en el inicio de las relaciones sexuales, como en el nivel de conocimiento y uso de métodos anticonceptivos. Sin olvidar la posibilidad o no de acceder al aborto viajando a otros países.

Para corroborar este dato sobre la mayor incidencia de embarazos tempranos en los barrios obreros, en nuestra visita al centro de planificación familiar de Vicálvaro (Madrid), nos encontramos, entre la docena de mujeres asistentes a la charla, con dos madres solteras: Paloma, 16 años y un niño de seis meses, y su hermana Conchi, de 18 años y una niña de tres meses.Paloma, más decidida que su hermana, se convierte espontáneamente en portavoz de las dos: 'Yo me quedé embarazada cuando todavía no tenía 15 años; a los tres meses se quedó mi hermana y ninguna nos hemos casado, o sea que figúrate para mis padres". La situación de Conchi y Paloma no es, según cuentan, excepcional en el barrio, y eso parece que les da cierta seguridad para afrontarla: "La gente mayor sí te mira mal por estar soltera, pero la juventud, como no he sido la primera ni voy a ser la última, pues no. Porque allí, en el barrio, toda la pandilla ha caído y de las que yo conozco más no se ha casado ninguna: una vive con el chico, otra no sabe de quién es o no lo dice, y yo, que estoy viviendo con mi novio".

-¿Y vuestros padres no os presionan para que os caséis?

-No. Ellos nos dicen que no nos casemos obligadas. Yo no quiero porque conozco gente que se ha casado muy joven y les ha ido muy mal. Además, mi novio se tiene que ir a la mili en octubre. Cuando venga, ya veremos.

Sin embargo, no todos los padres parecen reaccionar con la liberalidad de los de Paloma ante el embarazo de sus hijas adolescentes. El ejemplo, que parece sacado de una mala novela naturalista del siglo XIX, nos lo dan, como si tal cosa, ellas mismas: "La madre de una amiga mía no se enteró de que su hija estaba embarazada hasta que fue a dar a luz. Y en el barrio tampoco lo sabíamos: resulta que llevaba una faja bien apretada y jerseis anchos hasta en el verano. Ahora, el niño está bien, pero la cabeza la tiene un poco deforme; de tanta presión, claro".

Paloma, que a los dos meses de estar embarazada ya se lo dijo a su madre, sólo encuentra una razón para explicar el comportamiento de su amiga: aplazar el enfrentamiento con sus padres. "Cuando vino de la maternidad, su padre la esperaba con la maleta en la puerta de la calle para echarla. Al final se ha quedado en casa, pero le sigue teniendo miedo a su padre".

La educación sexual

En la época en que Paloma y Conchi se quedaron embarazadas sabían por ejemplo "que con la píldora entra cáncer y te quedas estéril", según los cotilleos de alguna amiga superinformada, y otros bulos del estilo de que "es imposible quedarse en estado cuando la mujer no tiene un orgasmo". Como puede verse, la moda de la educación sexual para los niños, que tanta polvareda levantaba hace unos años, ha pasado y nos ha dejado prácticamente como estábamos, es decir, que recibir una buena educación sexual sigue siendo privilegio de los pocos niños que tienen unos padres que quieren y pueden dársela o que asisten a unos colegios en los que el sexo no es pecado. Para el resto -la mayoría- queda, no ya la desinformación pura y simple, sino la información deformada y errónea."La información sexual en la escuela depende, en teoría, única y exclusivamente del Ministerio de Sanidad a través de las inspecciones médicas escolares", dice José Alfredo de Juan, delegado de Sanidad del Ayuntamiento de Madrid. "Hubo un decreto en 1980 en que se explicitaba que todos los colegios deberían tener un gabinete médico. La realidad es que en Madrid hay muy pocos inspectores médicos escolares y, en lo que se refiere a las escuelas públicas, me consta que no hay ninguno. Nosotros tenemos programas de educación sanitaria y estamos intentando introducir, a partir de cierta edad, la educación sexual en la escuela. Porque, según parece, en países de nivel socioeconómico similar al español se están dando embarazos no deseados en niñas cada vez más jóvenes por desconocimiento de la sexualidad. Ante esto, se impone una información y ya estamos asistiendo a un cambio de actitud por parte de maestros y padres, que piden cada día más esos programas de educación para los niños".

"En las charlas que damos a adolescentes en algunos centros escolares", afirma Isabel Serrano, ginecóloga, "les insistimos en el riesgo que significa un embarazo a esas edades y les explicamos que no toda la sexualidad tiene que pasar necesariamente por el coito, aunque no hay que hacerse el infantil y pensar que éste no va a darse nunca. Por tanto, hay que informarles de los métodos anticonceptivos más apropiados para su edad".

Los métodos de barrera (condón, espermicidas) pueden ser los más indicados en los adolescentes, porque se trata en muchos casos de relaciones esporádicas que no aconsejan el uso de un método permanente, sin olvidar la ventaja de que estos sistemas no tienen contraindicaciones ni efectos secundarios para la salud. Abundando en el tema, señalan los expertos que en España quedan por hacer cosas tan sencillas como colocar al lado de las máquinas de tabaco máquinas con preservativos, lo que, sin duda, facilitaría el acceso a ellos de jóvenes y mayores. "Es que todavía vas a una farmacia a por unos preservativos y te miran como si hubieras bajado de Marte", señala alguna mujer.

Resignarse a los 16 años

Se trata, en definitiva, de lograr la lógica aspiración de tener los hijos que uno quiera y a la edad que quiera, que no suele ser casi nunca a los 16 años; de hacer imposible respuestas como la de Paloma, tan cargadas de resignación.-¿Te gusta tener el niño?

-¡Cómo no me va a gustar ya!

Ambas hermanas, sin embargo, una vez que estaban embarazadas querían tener el hijo: "Yo estuve a punto de abortar de forma natural", señala Conchi, "y no quería". Cuando se le preguntan las razones aparece una especie de empecinamiento adolescente: "Porque ya que lo había hecho, ya lo quería".

Ambas también renunciaron a desprenderse de sus hijos: "Allí en Santa Cristina, donde hemos dado a luz, había una monja que iba preguntando a las madres solteras si querías dar el niño para que lo adoptara otra familia".

Ahora, pocos meses después del parto (que quizá son años en experiencia y problemas), han venido al centro, que antes no conocían, porque bajo ningún concepto quieren un nuevo hijo: "Yo ahora me quedo embarazada y aborto", dice Paloma. "Y yo, todavía más", apostilla Conchi, "porque me han hecho cesárea y me han dicho los médicos que si me quedo embarazada me arriesgo".

-Pero, ¿te han dado algún método para evitarlo?

No.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_