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El ultimátum del PNV

Asistimos a uno de los fenómenos más peligrosos de esta fase política, consistente en la grave fractura interna del Partido Nacionalista Vasco. Su lucha intestina intenta resolverla creando un enemigo común, que no es otro que el Estado, pero que momentáneamente personifica en el partido gobernante. Las amenazas de dimisión, las escisiones, los relevos en el seno del partido y correlativamente del Gobierno vasco son ocultados mediante un maximalismo verbalista, como el de lanzar auténtico ultimátum al Gobierno nacional. Esas frases de que no cooperarán en la lucha contra el terrorismo si no se accede a medidas como retirar la LOAPA o suprimir los gobernadores civiles demuestran que se ha llegado a un grado de desesperación interna que nos debe preocupar a todos. Es cierto que al mismo tiempo, en ese ejercicio de ambigüedad muy sofisticada que ejercen, claman contra el secuestro de uno de ellos a manos de los terroristas, pero se ve que personalizan su reclamación en un miembro activo y distinguido del propio PNV porque deben de considerar humiliante que a un vasco peneuvista se le dé, por parte de los terroristas, el mismo trato despiadado que cada día se ejerce contra el resto de los ciudadanos no afectos al PNV, y sobre todo si pertenecen a las fuerzas de seguridad. La inyección revitalizadora que esos denuestos del PNV han facilitado a las organizaciones como ETA o partidos como Herri Batasuna es muy importante. El PNV siente sus terremotos internos y ve que el campo electoral de su propio ámbito se puede volver contra él haciéndole perder importantes ayuntamientos, y quizá el propio Gobierno autónomo de Vitoria. En esas condiciones forman un frente abertzale en íntima unión de objetivos finales con los terroristas y sus correas de transmisión. En este Aberri Eguna-83 se ha visto claro que plantean su estrategia electoral bajo el signo del voto anti-España, sin más preocupación por otros valores ético-sociales que dicen defender como partido de lejana raíz cristiana y burguesa. Ese macabro detalle de no cooperar contra los crímenes públicos y reiterados del terrorismo si no se les da a cambio lo que piden representa, en los últimos años de la historia de España, el más bajo nivel ético de la lucha política. Es un comercio imposible de comprender para quien no esté previamente intoxicado de infantilismo nacionalista.

En conjunto, éste es un gravísimo tema de Estado, en el cual cualquier ciudadano deseoso de consolidar la democracia apoyará aquellas medidas que el Gobierno pueda tomar, con absoluta abstracción del color político coyuntural del Ejecutivo. Aquí no se ha planteado un problema de ámbito político, sino que se ha realizado un humillante ultimátum al Gobierno legítimo de la nación española.

5 de abril

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