¿Una encuesta para médicos?
No es extraño que una organización médica colegial plantee la realización de una encuesta, ya que es normal que quiera incrementar la información sobre actitudes, comportamientos, opiniones y conocimientos de los médicos. Lo que resulta extraño, dice el autor, es que lo haga tan desafortunadamente como lo ha hecho la organización médica colegial española.
La Asociación Médica Americana (AMA), por ejemplo, y sin que sirva de modelo, viene pasando, anualmente desde 1966, una encuesta tanto a sus colegiados como a los que no lo son, ya que no es obligatoria para los profesionales la colegiación en una asociación médica determinada para poder ejercer la profesión; esta encuesta persigue objetivos básicos: uno, entre ellos, el obtener los patrones de trabajo de los médicos (horas trabajadas, pacientes vistos, etcétera); otro, el establecer las características económicas de su trabajo. Valga este sucinto ejemplo para señalar uno de los primeros desaciertos de la encuesta del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM). Así como en el caso de la encuesta de AMA se establecen claramente los objetivos, en el caso del CGCOM, la encuesta carece de ellos o, al menos, no los proclama claramente. La carta introductoria que acompaña a la encuesta de la Organización Médica Colegial se despacha a este respecto con generalidades tales como que el objetivo no es otro que definir modelos y criterios de actuación, y, además, en las instrucciones para la cumplimentación de la encuesta se nos indica de antemano que el cuestionario resume el conjunto de temas que mejor reflejan "Ias áreas de intereses de la profesión médica".La falta de claridad, sin embargo, no implica que la encuesta no tenga, consciente o inconscientemente, objetivos no expresos.
A nadie se le escapa que esta encuesta aparece en un momento delicado para los intereses de la organización médica o, dicho con sus propias palabras, para "Ias áreas de interés de la profesión médica" (incompatibilidades, sistema de pago, aborto, sindicación, modelo sanitario, etcétera). No es mi intención examinar una a una estas áreas de interés; sin embargo, no quiero pasar de largo sobre ellas sin mencionar la ausencia de algunos temas de actualidad que deberían haberse tomado en consideración en la encuesta, dada su importancia para el colectivo médico. En primer lugar, llama la atención que, habiendo cerca de 20.000 médicos parados o subempleados, no haya ni una sola pregunta sobre el tema; asimismo no deja de sorprender que en varias preguntas se maneje el criterio de eficacia del sistema como criterio de bondad y no se emplee ni una sola vez el criterio de equidad, y, finalmente, llama la atención que todas las preguntas estén dirigidas a saber lo que les gustaría a los médicos, pero en ningún caso se les pregunta sobre su actividad laboral actual, dato este de importancia si los criterios y modelos de actuación del colegio quieren partir de la realidad actual para entroncar con una política sanitaria realista, eficaz y equitativa.
El segundo infortunio, después de la falta de objetivos claros de la encuesta del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, es el tema de la confidencialidad. La encuesta del Colegio de Médicos no es confidencial. Aunque se expresen buenas intenciones a este respecto, la confidencialidad debe garantizarse, y lo primero que hay que hacer para garantizarla es no exigir poner el nombre y los datos personales en la encuesta.
¿Qué pensar de una encuesta que no garantiza la confidencialidad y cuyos objetivos no quedan claros? Uno piensa, al menos, que se ha desaprovechado una buena ocasión para conocer algo más sobre los médicos, impresión que se acrecienta al constatar la incorrección técnica en la formulación concreta de varias preguntas. Hay preguntas que no dejan opción fuera de las planteadas en las respuestas. Por ejemplo, en la primera parte de lo que parece ser la primera pregunta se da por supuesto que todo el mundo está a favor de la libre elección de médico por el paciente y, por tanto, sólo se pregunta a qué nivel de la asistencia debería ser esta elección. Así, los que pudiesen manifestarse en contra de la elección de médico por el paciente sólo pueden expresar su negativa a que esta elección sea a tal o cual nivel de la asistencia.
Finalmente, y por razones de actualidad, quiero comentar las dos últimas preguntas de la encuesta, que hacen referencia al tema del aborto. La primera de ellas se formula de una manera cargada, ya que se ponen condiciones a la pregunta. La pregunta es la siguiente: "Teniendo en cuenta que la vida humana se inicia con la fecundación, ¿cree usted que puede haber razones para interrumpir su desarrollo?" Esto constituye una joya de lo que no debe ser jamás una pregunta. Por muy científica que pretenda ser la afirmación sobre el inicio de la vida, nunca debe darse por sentado que todo el mundo está de acuerdo con ello, ya que no todo el mundo piensa que la constitución de una carga genética completa puede constituir el principio de la vida.
La otra pregunta sobre el aborto reza así: "¿Estaría usted, en caso de despenalización, dispuesto a practicarlo personalmente?" En consecuencia, yo, como muchos otros médicos que favorecemos la despenalización del aborto, tendríamos que contestar con la respuesta que dice "no estaría nunca dispuesto a practicarlo". Ello se debe a que muchos de nosotros no somos obstetras o ginecólogos y, por tanto, no estamos capacitados profesionalmente para hacerlo. No nos extrañemos, pues, si la gran mayoría de los médicos españoles no se muestran dispuestos a practicar el aborto.
es médico especialista en salud pública.
