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Edición facsímil de la revista 'La Trinchera' en homenaje al poeta José Batlló

La publicación de poesía apareció en Sevilla en 1962

En conmemoración del décimo aniversario de la revista de literatura Camp de l'Arpa, que superó el pasado mes de junio su número 100, y por el deseo de sus editores de rendir homenaje a José Batlló, se publicará estos días la edición facsímil de La Trinchera (Frente de poesía libre), revista aparecida en 1962 y 1966. Al andaluz José Batlló, poeta y editor, se debe el nacimiento de revistas como La trinchera, Si la píldora bien supiera, no la doraran de fuera, y la antes mencionada Camp de l'Arpa. También fue el editor de la colección El Bardo.

La trinchera, revista de poesía que apareció en Sevilla en 1962, fue debida a un grupo de jóvenes, entre ellos el actual vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, aglutinados en torno a José Batlló, su editor. Dos atractivos evidentes reunió esta revista: su valor testimonial, extraliterario, y su nómina de colaboradores que, debido al gran olfato literario de Batlló, se compuso de poetas consagrados posteriormente.

Año agitado

Significativa en la definición de lo que fue La trinchera es su fecha de aparición, 1962, año agitado que contempló desde las huelgas de Asturias y la fundación de Comisiones Obreras a la detención de Julián Grimau, es además el gran momento de los felipes; todo ello vivido por una generación que se apresta a contrarrestar o, más modestamente, a discutir la próxima celebración de los llamados 25 años de paz.Así, la poesía se imbricó en un deseo de transformación social, contando con las semillas que fueron Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, y Cantos íberos, de Gabriel Celaya, y, por otra parte, repudió los convencionalismos poéticos tradicionales. Propósitos frustrados para Batlló, pues Ia mayoría de los poemas respetaban las reglas tradicionales, por lo menos desde el punto de vista literario", y la creación que el escritor en general pensó en poner al servicio de una determinada concepción política, vaga y diluida, era más "una manera de disimular la propia impotencia para hacer algo efectivo en el campo político", ha comentado el editor.

De estos deseos salió a la calle una revista cuyo primer número estaba dedicado a Rafael Alberti, del que no se había publicado ningún libro aquí después de la guerra; era un hombre prácticamente proscrito, ni se le nombraba".

A este primer número, entre cuyos colaboradores se encontraban Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo o Félix Grande, siguieron un segundo y un tercer número editados en Barcelona en 1966, con una nutrida lista de firmas: Vicente Aleixandre, Vázquez Montalbán, Joaquín Marco, José Elías, Joaquim Molas, J. Mª Castellet, J. M. Ullán, Celaya, Carnero, Gimferrer, Leopoldo de Luis, Barnatán, Francesc Vallverdú, Antonio Escohotado... Diversidad de nombres que confirieron un aire ecléctico al conjunto que agrupaba, esquemáticamente, dos concepciones diferenciadas del hecho poético. La rara habilidad de Batlló se desvela ahora plenamente desde la perspectiva que da el tiempo, pues "analizando los poetas surgidos en esa época y que hoy nos parece que siguen vigentes, resulta que todos pertenecían al grupo de los que hoy llamamos de poesía social, lo que pasa es que, visto ahora, no nos parece que sea tan social, y acaso juzgábamos a los poetas, más que por la poesía que escribían, porque firmaban manifiestos contra el régimen".

Dos etapas

José Batlló, fundador y editor en su primera época de Camp de l'arpa, determina en esta andadura de diez años dos etapas diferenciadas. La primera, de formato extraño y algo cartográfico, en que "se atendía más a la creación; era una revista de expresión más que de crítica literaria"; y esta segunda época que, en un formato más convencional y dedicada preferentemente a los monográficos, configura más "una revista de crítica o de análisis que de expresión. La producción de poetas o de narradores prácticamente ha desaparecido".Batlló, dolido por la desaparición de revistas como Cuadernos para el diálogo y Triunfo, presiente un futuro poco halagüeño para las revistas literarias, amén de su difícil situación actual, de la que el desconocimiento de su existencia por el anterior Ministerio de Cultura sólo es un síntoma de la general insensibilidad social y cultural existente. No cree Batlló en una subsistencia basada en subvenciones estatales ante una sociedad que no responde ni al teatro ni a iniciativas editoriales, "aunque siempre hay una minoría que dice que eso es muy importante, pero, ¿hacen algo realmente para que eso tan importante no desaparezca?".

Dificultades

Las revistas y colecciones de literatura y, particularmente, de poesía son "fruto de una voluntad personal más que de una necesidad cultural o social". La sociedad puede prescindir totalmente de colecciones de poesía como El bardo de poesía o Adonais. Esta grave situación se manifiesta en las desapariciones temporales de colecciones como El bardo de poesía y, recientemente, de Ocnos.Por todo ello, la celebración de los editores de Camp de l'arpa responde especialmente a la continuidad lograda ante el habitual "aparece cuando sale y sale cuando puede", que parafrasea Batlló de aquel Gómez de la Serna que se enfrentaba a la dificultad de publicar su revista. Una dificultad que ya no resulta nueva a quien se plantea una empresa de este tipo que, para colmo, parece no responder a ninguna demanda social precisa y que no acostumbra a ocupar el capítulo de urgencias en los planes gubernamentales.

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