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TEATRO

Un desafío

Puede que la noción de desafío sea trascendental en la naturaleza artística, y hasta muy específica en la del director de teatro. Desde hace algún tiempo se viene viendo cómo hay directores que se plantean lo más difícil, lo más apurado, hasta lo más arduo para una realidad teatral tan pobre como la nuestra. Arturo Ruibal y Edgar Saba como autores, y el último como director, se han planteado a sí mismos el desafío de llevar al teatro una novela tan densa, tan rica en situaciones, lenguajes, profundidades psicológicas, y aun en longitud de relato, como es La ciudad y los perros, de Vargas Llosa.Para quien haya leído el gran libro, la versión se queda inevitablemente empequeñecida, corta. Puede tener la ventaja de incitar a la lectura de la novela de quienes no lo hayan hecho aún. No es un destrozo del texto, y eso es ya una gran ventaja; pero apenas es algo más que su sombra. Hay algunas escenas de muchos valor dramático, donde se le saca el zumo posible al texto mismo (como las dos con que comienza el segundo acto) y hay una penetración de ese espíritu de la crueldad de la lucha por la vida (ya que Vargas Llosa cita a Darwin); hay unos seres arrasados por una forma de educación en un colegio militarizado, una angustia de quienes comienzan la vida. No me es fácil, personalmente, tener una visión pura de esta obra de teatro como tal, cargado como estoy con la experiencia de la lectura de la novela y de su profundo impacto.

La ciudad y los perros, de Edgar Saba y Arturo Ribal, sobre la novela de Mario Vargas Llosa

lntérpretes: Miguel Arribas, Antonio Banderas, Juan Ramón Lodares, Miguel Angel Sánchez, Carlos Romay, Luis Hostalot, Jorge de Juan, Agustín Belús, Alfonso Delgado, Manuel Pereiro, Onofre Fraile, Trinidad Rugero, Luis Maluenda, Félix Rotaela, Els Vendell, Walter Vidarte. Dirección de Edgar Estreno: Sala Olimpia. 17-12-1982.

Para mí, se queda inevitablemente corta, a veces exasperante de pobreza. La imaginación de los cadetes-niños no corresponde con la realidad de los actores -adultos; el mecanismo de la represión, de la imposición de la mentira y del orden establecido, me resulta burdo.

Escenario desnudo

El escenario está desnudo, la narración se ofrece a la manera del teatro norteamericano de hace treinta o cuarenta años: deliberadamente se basa en la interpretación, y esa distancia de edades entre los protagonistas de la novela y los actores de la realidad la hace más difícil. Edgar Saba tiene habilidad y capacidad artística para el movimiento, para la agrupación y la ruptura de personajes. En general, el desafío parece demasiado fuerte.La Sala Olimpia estaba absolutamente llena, hasta con sillas suplementarias. Los espectadores fueron muy generosos en los aplausos: al fondo de Vargas Llosas, al esfuerzo y el respeto de los adaptadores, de la dirección y de la compañía.

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