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Alberti, un ejemplo para los universitarios, según el rector Francisco Bustelo

Con la lectura de su poema Los ángeles colegiales, cerró Rafael Alberti el homenaje que le rindió ayer la Universidad Complutense, cuyo rector le impuso la medalla de oro. Francisco Bustelo, en un corto y emotivo discurso señaló cómo, con este solemne acto, la Universidad restituía lo debido a Rafael Alberti, y puntualizó que no sólo al poeta, sino también al hombre comprometido y por ello perseguido, al político, al luchador, al ejemplo, en fin, de los universitarios españoles.Una mesa de especialistas y amigos de Alberti fueron recorriendo su obra: Gerardo Diego -que cosechó uno de los aplausos más cálidos del acto- Jesús Bustos, Natalia Calamá, Josep Maria Castellet, Claude Couffon, Francisco Yndurain, Robert Marrast, José Monleón y Darío Puccini.

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Todavía se sentían en el Aula Magna de la facultad de Derecho los ecos de la generosidad que Alberti, una vez más, había ptiesto en su discurso de cumpleaños. Y quedaba mucho de la emoción de la cena todavía reciente, en ese abrazo a Pasionaria, a Dolores Ibarruri, vestida de negro que le esperó media hora sentada en la primera fila del hemiciclo, al lado del poeta de guerra Marcos Ana, del escultor Pablo Serrano, de Armando López Salinas, del embajador de la Unión Soviética en Madrid, Yuri Dubinin.

Gerardo Diego habló desde la amistad de tantos años. Disculpó la pérdida de su voz algo quebrada: "En los 46 años de gritar día a día y curso a curso en las aulas, he ido dejando mi garganta". Recordó los tiempos del homenaje a Góngora del año 27, y aseguró haberse tirado un largo rato buscando una de las numerosas cartas de Alberti... Dijo también estar muy contento de participar en este homenaje, "como he participado en cuantos se le han hecho a este viejo y queridísimo amigo, salvo en alguno al que, deliberadamente, no se me quiso invitar", y terminó leyendo su poema Rota.

Había abierto el acto Jesús Bustos, decano de la Facultad de Filología, que ya empezó a señalar el tema de la deuda universitaria con el poeta gaditano, tema en el que insistiría más tarde el rector. Siguió Natalia Calamá, que fue recorriendo su poesía con especial hincapié en el Alberti del Trastévere. Ese Alberti mediterráneo, italiano, del que también habló Darío Puccini.

Claude Couffon lo hizo del mundo francés del exilio español, donde Alberti, Rafael a secas, era la personalización del fenómeno de exilio y también la resistencia al franquismo. En este sentido, Castellet señaló, recordando un viaje común a la URSS, la representatividad del poeta, en quien se identificaban, entonces y ahora, todos los poetas españoles. Ynduráin, que analizó la progresión de su poesía, citó un verso que sobrecogió al personal: "¿Qué sería de tí si, al cabo, no volvieras?".

Pero, felizmente, sí ha vuelto: aunque para Monleón, que junto con Robert Marrast habló del teatro albertiano, haya sido para ver frustrada la verdadera teatralidad de su obra por culpa "del garbancerismo de la escena hispana".

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