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Muchos nervios en la Bolsa de Nueva York

Los mercados financieros internacionales han dado muestras, a lo largo de la pasada semana, de unos claros síntomas de nerviosismo. La tanda se iniciaba en la Bolsa neoyorkina con unas sesiones animadas, en las que los valores que representan a industrias de las llamadas de "tecnología punta", como eran IBM, Hewlett Packard o NCR experimentaban un fuerte tirón alcista, del que se beneficiaba el resto del mercado, y cuya última justificación la constituían las crecientes expectativas de incrementar los beneficios que presentan estas empresas.Sin embargo, y según el comentario semanal de Shearson American-Express, se trataba de movimientos demasiado concentrados, y con un alto contenido especulativo, que se fueron diluyendo como un azucarillo en un vaso de agua a medida que avanzaba la semana. Junto a este fenómeno se alineaba el desencanto que se producía entre los especialistas al comprobar que los tipos de interés del mercado interior no experimentaban nuevos recortes, y el dólar observaba una sorprendente fortaleza frente a la mayor parte de las divisas de los países industrializados.

De poco valió que el ayatollah Kauffman predijese una nueva reducción de las tasas de descuento en el área del dólar para los primeros meses del próximo año. Los inversores continuaron mostrando una tremenda inquietud, y sus órdenes mostraban una apreciable volatilidad, con lo que resultaba prácticamente imposible establecer una tendencia definida.

A todos estos factores se sumaba la decisión adoptada por la Administración Reagan de intentar forzar una disminución en la producción norteamericana de cereales y oleaginosas. Los elevados excedentes acumulados, según la compañía mediadora Drexel Burnham & Lambert, están creando un clima de crispación entre los productores del sector primario, como consecuencia de las elevadas cifras de existencias de campañas anteriores, que, a su vez, presionan los precios a la baja.

El plan diseñado por el Gobierno, y pendiente aún de aprobación por las Cámaras, contempla la necesidad de que las producciones de estos cultivos se reduzca en un 20%, mientras que los agricultores serán indemnizados por mantener sus campos en barbecho. Existe además, la posibilidad de que la Administración page en especie, con cargo a las reservas de cereales existentes, a los agricultores que acepten limitar sus superficies de cultivo en una proporción que oscile entre un 10% y un 30%. de la limitación -del 20%- inicialmente prevista. La reacción inmediata de los mercados a estas medidas fue positiva, pero los ánimos se fueron enfriando a medida que cundía entre los inversores el convencimiento de que este proyecto contaría con bastantes dificultades para ser aprobado.

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