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Un prototipo del industrial guipuzcoano de posguerra

Puede considerarse a Saturtino Orbegozo como prototipo de un cierto sector del empresariado vasco -y más específicamente guipuzcoano-, caracterizado tanto por su talante emprendedor como por el tipo especial de relaciones, más bien paternalistas, mantenido con sus empleados. El escritor donostiarra Raúl Guerra Garrido se inspiró en él para construir el personaje central de su novela Lectura insólita de El capital, premio Nadal 1976, cuyo telón de fondo es precisamente la historia de la industrialización de Guipúzcoa, que en su segunda fase -años cuarenta y cincuenta de nuestro siglo- simboliza como nadie el empresario ahora secuestrado.El José María Izarraga Múgica de la novela, un vasco que bajó del caserío paterno para construir un gran complejo industrial -las factorías Lizarraga 1 y Lizarraga 2- sobre la base de un pequeño taller mecánico, de dimensiones familiares, guarda, en efecto, no pocas concomitancias con Orbegozo, nacido en un caserío próximo a Zarauz y que, a comienzos de los años cuarenta convirtió el tallercito que su padre, Esteban, había instalado en Zumárraga, en una fábrica de cocinas económicas que hacia mediados de la década contaba ya con una plantilla de sesenta obreros. Veinte años después, en el momento de máximo fulgor del emporio familiar, la familia Orbegozo era propietaria de dos factorías, una en Zumárraga y otra en Lezo, con una plantilla próxima a los 3.000 empleados.

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De los tres hijos del fundador de la saga, fue desde el comienzo Saturnino quien constituyó el alma del negocio. Paradigma del capitán de empresa guipuzcoano contemporáneo, el industrial ahora secuestrado no se ha limitado nunca al aspecto financiero o comercial de la sociedad, cuyo consejo presidía, sino que controlaba personalmente todo el aspecto técnico y directamente productivo, y durante muchos años ha tenido a gala conocer a cada uno de sus empleados. Personalmente ha supervisado siempre el trabajo en la factoría, y no perdonaba pasar por ella incluso los domingos, después de misa. Su secuestro se produjo, precisamente, cuando se dirigía a la fábrica el pasado domingo.

Sólo dos huelgas

Dos huelgas de importancia ha conocido la empresa desde su fundación, las dos en épocas ya lejanas (1968 y 1970). Esta última finalizó con el despido de cerca de medio centenar de trabajadores. Un año después de aquella huelga, un comando de ETA intentó, sin exito, secuestrar a Faustino en la casa que posee la familia en el barrio de Urretxo. Un nuevo intento, esta vez en el monasterio de Olite -al que Faustino Orbegozo, que murió soltero, solía retirarse de vez en cuando-, fracasó también. En Zumárraga se cuenta que la prevista víctima consiguió huir disfrazado de monje.

Poco después, Faustino se separó de la empresa y creó con su parte en el capital social una fundación que lleva su nombre y está dedicada a tareas de orden filantrópico: promoción de actividades artísticas -como la edición de la revista de arte Común, dirigida por Santiago Amén, o la producción de filmes de tema vasco-, reconstrucción del hospital geriátrico de Urretxo, etcétera. Su hermano Saturnino, del que no se conocen inclinaciones políticas especiales, ha llevado siempre una vida social caracterizada por la discreción. Padre de nueve hijos, cinco varones y cuatro mujeres, el exilio en Italia de dos de estas últimas, perseguidas por la policía franquista a causa de su militancia en un partido trotskista, a mediados de los sesenta, produjo cierta conmoción en la localidad de Zumárraga. Una de ellas fue detenida a su regreso a España.

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La novela de Guerra Garrido

La casa familiar, amplia pero de aspecto modesto, se encuentra situada en un pequeño altozano desde el que se domina la factoría y toda la localidad. De esa situación topográfica, y no de ningún delirio de superioridad, proviene, según los vecinos de Zumárraga, el nombre Danen Gain (encima de todos), con el que la casa es conocida en la zona.

En la novela de Guerra Garrido, el industrial protagonista, José María Lizarraga, es secuestrado por un comando de ETA -presumiblemente de la rama Político-militar, a tenor de las opiniones de sus miembros que exige el hermano del secuestrado, Ignacio, el cumplimiento de una serie de reivindicaciones relacionadas con un conflicto laboral surgido, por problemas de seguridad e higiene, en una de las dos factorías de la familia, construida precisamente, como la primitiva planta de la fábrica de Orbegozo, sobre unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento de la localidad. El secuestrado no dispone durante su cautiverio de otra distracción que la lectura de El capital, de Marx, y de ahí el título de la obra. A la luz de esa lectura, el empresario va reconstruyendo la historia de su fábrica y de la industrialización de la provincia. Ejemplo de hombre de empresa que se ha hecho a sí mismo, Lizarraga se lamentará en un momento dado del crecimiento de su empresa.

La empresa Orbegozo, con unos ingresos anuales de unos 14.000 millones de pesetas, es la cuarta en importancia de la provincia, y aunque su situación no es angustiosa, está sometida a un plan de reestructuración, que reducirá su plantilla, mediante un mecanismo de jubilaciones anticipadas pactado entre la dirección y el comité de empresa, en unos trescientos puestos de trabajo. Actualmente la plantilla está compuesta por 1.369 obreros. ELA-STV, con nueve delegados, y UGT, con ocho, son las dos fuerzas sindicales mayoritarias en el comité.

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