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Por la ilusión de la izquierda

Desde la perspectiva que da el no pertenecer a ningún partido político creemos, sin embargo, que pronunciarse sobre las elecciones del 28 de octubre es un deber democrático ineludible para nosotros.Tal vez porque estamos próximos a un buen número de gente progresista y de izquierda que contempla con preocupación y automarginación el desarrollo de la política española.

En esa automarginación se encuentran muchas personas, compañeros en la lucha por la democracia y la libertad que, ante la falta de cauces de expresión para sus inquietudes o de convencimiento claro de que exista voluntad de transformación progresista de la sociedad en los actuales partidos de izquierda, han optado en el pasado por la abstención como una cierta forma de protesta; y esa posible abstención, como un cierto desencanto en sus propios ideales, está planteando en estos momentos un desarme ideológico a las fuerzas de izquierda que nosotros queremos impedir.

Y lo queremos impedir oponiendo nuestro voto de lucha democrática frente a la abstención de protesta. Porque votar es una forma de ser demócrata y de asegurar la democracia por la que todos hemos luchado. Y no sólo se es demócrata ese día, sino que ese día también hacemos democracia.

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Pero llamar al voto no es suficiente. Los intentos golpistas pretenden, además, alterar la voluntad popular e introducir el miedo en un electorado. En correspondencia política con esos intentos golpistas, algunas fuerzas, como la Alianza Popular de Fraga, "en coalición con el PDP", llaman también al voto. Al voto del miedo a la libertad. Un voto que por activa o por pasiva pone en cuestión el modelo de sociedad de libertades democráticas, mucho más que una concepción de carácter socioeconómico, con ser ello grave para los intereses de la mayoría del país.

Nosotros oponemos también ese voto del miedo a un Voto de lucha por la libertad, votando a la izquierda el 28 de octubre.

La recomposición de la derecha

Desde esta posición de izquierda nos va resultando excesivo el continuar, a estas alturas, haciendo de la necesidad permanente virtud, tras decenios de búsqueda infructuosa de una derecha democrática y eficaz que moderniza al país y lo integrará definitivamente en el marco político europeo. La derecha ha tenido la oportunidad, por enésima vez, de cumplir esa misión de hegemonizar y de dirigir el cambio político tras la desaparición de la dictadura, al obtener la mayoría parlamentaria en 1977 y 1979. Ha fracasado. Y esto sitúa ala izquierda ante la responsabilidad de concluir con actos de gobierno lo que la derecha se limitó a aceptar en el texto constitucional.

Si la recomposición de la derecha se situara en la línea de competir con la izquierda para "hacer mejor las cosas" en pro del desarrollo de nuestra sociedad y de la democracia política, según sus propios intereses, no habría motivo para alarmarse, al menos en lo que es fundamental para el sistema democrático. Pero todo parece indicar que la recomposición de la derecha en curso, no es más que la conservación de privilegios económicos y sociales, y de concepciones de funciona miento de la sociedad española, más propio de la dictadura que de un sistema democrático. De confirmarse esta apreciación, esa recomposición supondría un freno al progreso, al cambio político y social, y un retroceso de las libertades democráticas.

Nosotros denunciamos la recomposición de ese sector de la derecha que no se prepara para intentar ganar la elecciones, sino para alterar la voluntad popular surgida de las urnas y desestabilizar la mayoría parlamentaria que de ellas nazca. ¿Qué otra cosa son las declaraciones de los principales dirigentes de AP diciendo que Fraga presidirá el Gobierno antes de tres años? Representan una sola volutad política, negativa para la convivencia democrática, que puede poner en un brete la estabilidad difícilmente conseguida en nuestro país. Por ello creemos que la recomposición de esa derecha constituye, hoy, un peligro para España.

Trabajar para la democracia

El problema es si las opciones políticas de izquierda y, particularmente, las que el 28 de octubre representan la esperanza del cambio, no se van a ver afectadas en exceso por la corriente dominante de la "batalla por la moderación" que parece el fantasma que recorre libremente la campaña electoral, hipotecando el futuro.

Queremos dejar claro que apoyanmos la sensatez de las propuestas de la izquierda como un valor indispensable para garantizar el gobierno del Estado y la responsabilidad de todas las fuerzas progresistas para sacar adelante al país, solucionando los problemas más inmediatos que de forma grave están planteados.

Pero nosotros apoyamos una "madurez progresista" y, rechazamos la "moderación reaccionaria" de claro contenido inmovilista con que la derecha quiere coaccionar a la izquierda y al conjunto de la sociedad.

Para evitar que la izquierda en el poder esté sometida permanentemente a esa coacción, no basta con que a través de nuestro voto la izquierda tenga mayoría en el Parlamento. hay que trabajar desde la sociedad para garantizar la participación de los ciudadanos en la vida política, y para que la izquierda, si. accede al poder, cumpla con los compromisos que han suscitado la esperanza de que los hombre y mujeres progresistas podían cambiar las cosas.

Hay que trabajar para que la izquierda asuma, lo que significan hoy y van a significar aún más en el futuro determinadas fuerzas sindicales y sociales, movimientos de base marginales o no, movimientos de opinión colectiva, pero que demandan soluciones a problemas muy agudos para los que no hay respuestas inmediatas, sobre todo con unos aparatos de Estado heredados, como los actuales, y, particularmente, con unas limitaciones presupuestarias insuficientes para resolver esos problemas en el espacio de cuatro años que dura una legislatura.

Hay que trabajar para que la izquierda realice una política internacional en favor de: la paz y el desarme, que ponga en cuestión los bloques militares como factor de insolidaridad mundial, que aumenta y alimenta los peligros de la guerra. Creemos necesaria nuestra retirada inmediata de la OTAN, previa consulta por referéndum al pueblo español.

Hay que trabajar para que la izquierda defienda el Estado de las Autonomías. Que respete el título 82 de la Constitución Española y que lo desarrolle de forma progresista. Creemos necesario un debate sobre el tema autonómico desde unos auténticos presupuestos de izquierda. Y hay que trabajar, en definitiva, para que la izquierda cuestione los valores culturales, morales y sexuales que han predeterminado la conducta de la sociedad, con el fin de hacer un cambio cualitativo en la calidad de la vida, en las relaciones personales y familiares, acabando con la hipocresía social y política que presiona la libertad e impide la realización del ser humano como un ser libre y con derecho a ser feliz. Queremos que la izquierda en el poder resalte la importancia del individuo como fuente de creatividad y desarrollo intelectual, frente a las modernas y antiguas formas de presión.

Para que la izquierda gobierne

Nosotros queremos que con nuestro voto cambie el Gobierno el 28 de octubre, que el nuevo Gobierno sea de izquierdas y que tenga amplia mayoría en el Parlamento. Estamos convencidos de que estas elecciones pueden suponer ese cambio, lo que ya no es tan fácil es que signifiquen una alternativa real de transformaciones para la sociedad española. Porque entendemos que no es sólo un cambio de Gobierno lo que se exige desde la izquierda. Cambiar el Gobierno es algo propio de la democracia. La alternancia del poder. Pero cambiar de vida, los valores sociales y culturales, exige algo más que el esfuerzo del voto. Exige apoyar a esa izquierda para que se mantenga en el poder y para que realice los cambios profundos que la sociedad exige, para lo que necesita la participación crítica y el apoyo masivo e ilusionado de la gente progresista.

Pero queremos también evitar que un exceso de confianza en el electorado de la izquierda pueda impedir el cambio necesario. Por muchos votos que haya, todos son imprescindibles. Porque son ellos los que han de evitar que aun siendo la izquierda mayoría en el Parlamento, gobierne la derecha.

En definitiva, nosotros, que no apoyamos a un partido determinado, hacemos un llamamiento por la reunión en la izquierda a toda la gente progresista, que no milita en partidos políticos, para que con su voto activo el 28 de octubre y con su traba o democrático a partir del 29, contribuya a la creación de la fuerza civil real que apoye a las instituciones democráticas y las transforme.

Cristina Almeida y Carlos Sotos son presidenta y secretario, respectivamente, de la Asociación para la Renovación de la Izquierda (ARI).

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