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¿Qué es lo que se elige?

La ocasión en que con mayor extensión y profundidad se puso énfasis en que nuestra Constitución permitía una diversidad alternativa de modelos de sociedad fue, sin duda, en el 292 Congreso del PSOE, celebrado en octubre de 1981. Parece oportuno recordar este hecho ante el tema de los modelos de sociedad que, curiosamente, tras intentos de descalificación sobre su trascendencia, es lo cierto que hoy aparece marginado en una campaña electoral crecientemente personalizada en un puro contraste de imágenes.Es clara la trascendencia electoral del liderazgo. Pero nos parece desorientador si ello pasa a constituir el único objeto de opción para el votante, la sola motivación, prácticamente, de su decisión ante las urnas para un normal período de cuatro años.

Unas elecciones no pueden ilusionar si consisten en poder preferir sólo entre candidatos que si bien es lógico vienen predeterminados por los partidos políticos, no lo es, ni mucho menos tanto, el que se haga de forma bloqueada y cerrada.

El problema se agudiza en una sociedad como la española, en la que el personalismo coloca en lugar secundario y en ocasiones hasta irrelevante el proyecto ideológico del político.

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Quizá ello explica esa mutabilidad de posiciones políticas que no es resultado de un respetable cambio de opiniones, que en cualquier caso parece exigir, éticamente, un saludable período de noviciado, sino de la accidentalidad misma de las opiniones.

Probablemente no quepa enmarcar la historia contemporánea española más lúcidamente que en aquella escena de la novela de Foxá en que una anciana monja exponía en la cola de un colegio electoral de 1933 su total confusión ante el hecho de que sólo en dos ocasiones había salido de su convento de clausura: la primera en 1909, en Barcelona, ante la amenaza de ser violada la comunidad por los 'Jóvenes bárbaros" de Lerroux y la segunda en aquellas elecciones, precisamente para votar a Lerroux, siguiendo las indicaciones del capellán.

Menguada valoración democrática, por consiguiente, otorgaríamos a las votaciones próximas si lo que en ellas se elige es sólo unos líderes, sin más, olvidando que ellos, y esa es su importan-

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¿Qué es lo que se elige?

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cia, son medios humanos para un modele, de convivencia nacional mejor, más justo, más libre, más solidario.

Y eso es lo que se llama -y así lo hacía, recordemos, el propio PSOE- ni más ni menos que modelo del sociedad.

Pero no se trata de un mero concepto o abstracción. Decía el presidente Kennedy que la acción política de Gobierno no era otra cosa que soluciones concretas para problemas definidos. La relación de éstos no parece ofrecer discrepancias, y hasta muy probablemente la coincidencia se diera también en su orden de prioridades, con el paro en primer término.

Es en las soluciones concretas donde residen las diferencias de proyecto o modelo y, por tanto, es esto y sólo esto lo que se elige.

Por eso no puede hablarse de elecciones en los sistemas socialistas del Este, ya que en ellas no se puede presentar opciones de modelo de Estado ni de sociedad, ambos dogmáticamente vinculados.

Y por eso en Occidente, aunque el modelo de Estado no se someta más que extraordinariamente a la alternativa electoral, pues para ello se encuentra enmarcado en la Constitución, sí cabe elegir periódicamente entre las soluciones concretas que se ofrecen por los partidos, entre sus modelos de sociedad.

Lo que ocurre es que dentro de Occidente debe distinguirse entre aquellos pueblos que hace tiempo han abordado, con éxito o sin él, la definición de sus problemas, en cuyo supuesto el margen de soluciones es reducido y los otros, singularmente mediterráneos, como es el caso de España, en el que al no haber procedido así, es muy amplio, peligrosamente amplio, el abanico de modelos.

Muy recientemente un grupo de hombres nos hemos integrado en una fundación bajo el nombre de Occidente, con el objetivo de conocer y dar a conocer la forma en que esa superficie libre del mundo acometió las soluciones para sus problemas, no distintos hoy de los nuestros. Hubo y, habrá fórmulas diversas, aunque cada vez tendentes a estar menos alejadas entre sí. Pero siempre concretas y definidas.

Confiemos en que en lo que falta de campaña se intente esa concreción. Porque el peligro no está más que en no poder llegar a saber con exactitud lo que se elige, el modelo de sociedad a elegir. Sea por los que no lo llegan a ofrecer o por los que lo intentan presentar con maquillaje.

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