_
_
_
_
_
Reportaje:

La cultura del mundo halla la paz en México

La conferencia de la Unesco terminó con un estimulante principio de acuerdo internacional

El ministro mexicano de Educación, y presidente de la conferencia, Fernando Solana, enfatizó al término de la reunión que el reto de este encuentro mundial era precisamente el de saber si en el campo de la cultura quedaba aún la posibilidad de un entendimiento entre países, que en algunos casos están incluso enfrentándose en el campo de batalla. "La aprobación por unanimidad de la resolución final indica que aún es posible el consenso".La oposición principal a la declaración de México partió de los representantes norteamericanos, disconformes con que se primase tanto en el texto el concepto de identidad cultural de los pueblos, en tanto que escaseaban a su juicio las alusiones a la libre circulación de las ideas.

Más información
La fiebre de la descolonización

En torno a estos dos conceptos ha girado toda la conferencia: desde los discursos de los ministros, redactados casi siempre con la mirada puesta en la Prensa, hasta el trabajo, en teoría, más técnico, de las dos comisiones,

Bandera mágica

Y como lo refleja la propia resolución final, puede asegurarse que ésta ha sido la conferencia de la identidad cultural. Bajo esta bandera mágica, sobre la que no se han puesto de acuerdo ni los expertos ni los políticos, se han desarrollado más de cien horas de debates, a veces tan acalorados que en una ocasión un presidente se sintió obligado a retirar la palabra al representante de Vietnam.

En virtud de la identidad cultural se ha atacado a las multinacionales, se ha pedido el retorno a sus países de origen de las obras de arte que a lo largo de los siglos cambiaron de lugar, se ha denunciado la locura armamentista, se ha atacado a Israel desde todos los frentes, se ha señalado a Estados Unidos como el gran culpable de la uniformidad cultural del mundo y se ha enfatizado sobre los riesgos que entraña el neocolonialismo cultural.

Cualquier cuestión fue buena para sacar a relucir la identidad cultural. De ahí que el secretario general de la Unesco dijera, en su discurso de clausura, que este concepto se convertirá en el futuro en un elemento clave para el desarrollo cultural de los pueblos. Como una contribución a esa identidad cultural, M'Bow apuntó que las naciones del mundo saqueadas en su patrimonio esperan el regreso de sus obras artísticas.

En virtud de esta idea, añadió que "los países desarrollados ya no pueden esperar que los demás acepten una información uniformada". El secretario general de la Unesco resumió el sentir de la mayoría al manifestar que "ya no basta con el ejercicio de la libertad personal si no existe una libertad colectiva".

Este derecho a la defensa de la identidad propia ha puesto en evidencia a los distintos bloques depaíses. Estados Unidos, que al menos en dos ocasiones sintió la tentación del abandono, ha tratado de introducir siempre el concepto de libertad por encima de cualquier otro: libertad del artista para crear, libertad de la iniciativa privada para poner en marcha industrias culturales, libertad de las ideas para circular libremente por el mundo. En su opinión, el papel de los Estados en la cultura debería reducirse al mínimo.

Los países del grupo occidental han defendido básicamente estos planteamientos, aunque con algunos matices y admitiendo en líneas generales el derecho que asiste a cada Estado a defender su propia cultura por encima de invasiones que puedan resultar peligrosas. Dentro de este grupo, Francia puso la nota discordante con el discurso rabiosamente anticolonialista de Jack Lang, que no tuvo confirmación luego a la hora del debate por comisiones, y mucho menos, en la definición última de las votaciones.

España, país puente

La delegación española, que presidió la ministra de Cultura Soledad Becerril, sin grandes aspavientos, fue más consecuente con su papel de país puente con la cultura latinoamericana e islámica. Ahí está su voto favorable para los proyectos presentados por estas naciones.

El bloque socialista jugó también la baza de la identidad cultural, a veces como una teoría que puede permitir a los Estados cerrar todas las puertas a cualquier idea procedente del exterior, que lo mismo puede considerarse peligrosa por razones culturales o políticas. Sus representantes no jugaron, con todo, un papel demasiado protagónico en la conferencia, salvo Cuba, que en su triple papel de país socialista, no alineado y tercermundista, intervino constantemente para atacar "al honorable representante de Estados Unidos", cuyos afanes neocolonialistas no dejó de subrayar en una sola ocasión.

La preocupación, legítima, por la identidad cultural fue, con todo, el argumento principal del Tercer Mundo, que, a pesar de los atractivos del american way of life, no quiere convertirse a largo plazo en una continuación de Alabama o Arkansas.

Este interés del Tercer Mundo es el que ha logrado que al menos veinte de los 53 artículos de que consta la declaración final aludan directamente a la identidad cultural y a la necesidad de preservarla. "Cada cultura", dice el punto primero, "representa un conjunto de valores únicos e irreemplazables, ya que las tradiciones y formas de expresión de cada pueblo constituyen su manera más lograda de estar en el mundo".

"La afirmación de la identidad cultural contribuye", añade la declaración, "a la liberación de los pueblos". A partir de estos conceptos básicos, la Unesco llega a la conclusión de que es un deber de la comunidad internacional "velar por la identidad cultural de cada pueblo", ya que todas las culturas tienen un mismo nivel de dignidad. Esta declaración debe haber puesto muy contenta a la ministra griega de Cultura, Melina Mercouri, que desde el inicio de la conferencia exigió del Reino Unido la devolución de piezas importantísimas de su patrimonio artístico y, en definitiva, de su identidad cultural.

Trémolo final

De una igualdad básica individual, afirmada en la declaración de derechos del hombre, la Unesco avanza a una igualdad entre todas las culturas, aunque esto no suponga, y nadie lo ha dicho, un mismo nivel de desarrollo.

A la hora de definir sobre qué, bases debe asentarse la cooperación cultural internacional, se plantea de nuevo la idea recurrente de la identidad cultural. "En las relaciones de cooperación entre las naciones debe evitarse cualquier forma de subordinación o sustitución de una cultura por otra".

La declaración de México acaba en un gran trémolo final, en el que se señala la identidad cultural de los pueblos, "exige la eliminación del colonialismo, el neocolonialismo, el racismo, el apartheid, y de toda forma de agresión, dominación o intervención". Algunos querían que se hiciera mención expresa del sionismo, que al final salió del texto, pese a que Israel fue una de las delegaciones más combatidas de la conferencia.

Para que el texto esté repleto de buenas intenciones no faltan tampoco las referencias a la paz, como uno de los compromisos esenciales de la cultura, ni a la carrera armamentista, como a una sangría mundial que resta cuantiosos fondos a la educación.

Bueno, ya está la declaración, todos se pusieron de acuerdo y cada cual volvió a su país de origen, con las diferencias y también los enfrentamientos de siempre. Muchos se preguntan: ¿sirvió para algo esta conferencia de la Unesco?, quizá la contestación más acertada sea la que dio uno de los expertos: "Es posible que estos once días de debates y aun los acuerdos finales no sirvan de mucho a los Gobiernos, que pueden incluso ignorarlos, pero, si la Unesco no existiera, habría que inventarla".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_