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Espectacular banquete en la pampa para el presidente argentino

Ha causado estupor en la opinión pública argentina la peculiar manera en que las fuerzas vivas de la población de Victorica -en la pampa, a ochocientos kilómetros de Buenos Aires- interpretan las severas consignas de austeridad impartidas por el presidente Leopoldo Galtieri. Victorica ofrecerá al general-presidente, que próximamente iniciará en esa provincia su primera gira oficial por el interior del país, un asado criollo en el que se servirán, entre otras delikatessen, 7.000 kilos de carne y 2.500 metros de chorizos.En el que se ha dado en llamar, con absoluta justeza, el almuerzo del siglo, seiscientos camareros servirán también una ensalada con 3.000 kilos de tomates, 3.000 kilos de pan, 5.000 litros de vino y 10.000 helados. Más de 5.000 kilos de hielo refrescarán otros tantos litros de bebidas gaseosas. Asistirán 10.000 comensales, será preparado en cien metros de fuego, alimentado por 40.000 kilos de leña, y se servirá bajo una tienda de campaña de 14.000 metros cuadrados. "En fin", dijo con modestia ejemplar uno de los organizadores del pantagruélico banquete, "un sencillo almuerzo de un presidente con su pueblo".

Si los duelos con pan son menos, las alegrías con pan y asado son más alegres, incluso en la Argentina actual, donde ya va siendo menos fácil que antes, si no francamente difícil, atender la cervantina oficina del estómago como corresponde. Del casi 12% de aumento de los precios minoristas en el pasado enero, los productos que más subieron fueron la cesta de la compra, los transportes, los alquileres, el gas, la luz y el teléfono.

La agencia oficial Telam invirtió cerca de mil palabras en explicar la organización del sencillo almuerzo, que hubiera hecho palidecer de envidia a los organizadores del banquete.

En su párrafo final, el cable de Telam dice textualmente: "Cuando se hayan acallado los ecos de una celebración seguramente sin precedentes en la pampa, cuando ya estén apagados los tizones de un justicieramente llamado asado del siglo, o acaso cuando se asiente el polvo del camino después de que se retiren las visitas, aquel pampeano que un buen día decidió poner el hombro echará las cuentas y caerá en una legítima sorpresa: se habrá consolidado la orgullosa e irremplazable pieza de una monumental fiesta".

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