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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un cartero demasiado lento

A mediados de los años treinta publicó James M. Cain el famoso relato que da título y tema a esta película. Su lenguaje conciso descarnado, su precisa descripción de un submundo ajeno a la moral de los lectores, su maestría para fijar los personajes con una economía de medios hasta en tonces insólita, lo alzaron a la categoría de clásico en los anales de la por entonces recién nacida novela negra.Aquella mezcla de erotismo cerebral y violencia explícita pronto llamó la atención de otros medios, del cine sobre todo, que asimiló tales corrientes, adaptando sus obras principales. Ninguna lo fue tanto como ésta, en la que el mutuo deseo lleva a los personajes hasta el asesinato rompiendo el trío en el que un marido alcohólico está de más desde la llegada del forastero.

El cartero siempre llama dos veces ,

Según la novela de James M. Cain.Guión: David Mamet. Fotografía: Sven Nykvist. Música: Michael Small. Intérpretes: Jack Nicholson, Jessica Lange, John Colicos. EE UU Dramática. 1980. Capitol.

Esta historia de pasión, muerte y amor tentó al mismo Visconti en sus inicios, quien llevó a cabo la mejor de las distintas versiones. Aun trasladando la acción a la Italia del fascismo y bajo la influencia aún evidente de sus maestros Renoir y Carné, el drama superaba la pura anécdota en su descripción del país, sus gente y su desnudo simbolismo lírico, sentando las bases de un realismo nuevo que habría de marcar el momento más importante de la cinematografía europea durante algunos años.

Otros realizadores, como Pierre Chenal o Tay Garnet, volvieron sobre la novela en puras adaptaciones policiacas. Tras Clara Calamai, Lana Turner, en sus días de gloria, interpretó a la ardiente Cora y su trágica historia, entre un marido demasiado viejo y un amante demasiado ambicioso, para llegar a esta última versión recientemente presentada en Cannes.

Siguiendo las corrientes del cine actual, y con la colaboración de su buen amigo y socio Nicholson, Bob Rafelson, ya conocido por sus análisis de la sociedad americana, a medias entre lo pintoresco y lo social, ha cargado su filme de erotismo directo y violencia desnuda, que apenas dejan margen para la imaginación de los espectadores. Un especial naturalismo llena así la pantalla durante dos horas, en un alarde que, a veces, resulta confuso, y, a la larga, premioso.

Jack Nicholson resuelve su personaje con su presencia y maestría, muy por encima de sus últimos empeños. Jessica Lange, en cambio, a pesar de su físico, no consigue romper su molde elemental, dejando a un lado las habituales exhibiciones amorosas. Su erotismo queda un tanto superficial, así como las obligadas referencias foIklórico-sociales de que se ve rodeada la pareja. Una fotografía excelente y una bien conseguida ambientación deben asegurar larga vida a esta novela en imágenes, que, al cabo de los años, vuelve como brillante cima de un género menguado en su intriga ahora, pero presente aún en los eternos laberintos del sexo.

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