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Reivindican la vigencia narrativa de Benjamín Jarnés

«Benjamín Jarnés fue un seminarista que no se ordenó, un maestro que no enseñó jamás y un teniente que no llegó a mandar», dijo el presidente del Ateneo madrileño, Fernando Chueca, en el acto de presentación del homenaje a Jarnés, organizado en colaboración con la editorial aragonesa Guara, y en el que intervinieron también José Carlos Mainer, Francisco Yndurain, Santos Sanz Villanueva y Rafael Conte. «La revitalización de este escritor es una deuda que hay que pagar».

Tras expresar su satisfacción por este homenaje, motivado por la reciente publicación de tres libros del escritor aragonés por la citada editorial —la novela inédita Su línea de fuego, sobre la guerra, y las reediciones de El convidado de papel y Lo rojo y lo azul—, el presidente del Ateneo señaló que a la popularidad de que Jarnés gozó en la preguerra ha sucedido el olvido.

José Carlos Mainer, director de la colección Nueva Biblioteca de Autores Aragoneses, donde se publican las obras de Jarnés, presentó los títulos publicados y los que se hallan en preparación. Situó a Jarnés en su época como miembro del novecentismo español y atribuyó su descrédito actual a su carácter de prototipo de la burguesía. «Pero ahora se dan las condiciones para desempolvarlo de estereotipos y reintegrarlo a sus lectores».

Francisco Yndurain comenzó citando un fragmento de Ef'rosina o la gracia, situó al escritor en su circunstancia histórica y expuso los géneros que cultivó —novela, ensayo y biografía— aunque es el ensayo el que predomina en todos ellos. Yndurain rechazó que en sus libros «intermedios» Jarnés hiciera literatura fantástica, pero si lo que denomina «literatura de segundo grado». Por su parte, Santos Sanz Villanueva subrayó el injusto olvido en el que ha caído el escritor, al que también contribuyó su exilio a raiz de la guerra y la dificultad de encontrar sus libros. Expuso su admiración por el estudio de Eugenio de Nora y señaló la razón del desvío hacia la obra jarnesiana: «La crítica, y la lectura, parten de patrones realistas».

Por último. Manuel Andújar presentó unos textos relativos a Jarnés de la época del exilio -desde un espléndido articulo, Contra la nostalgia, hasta anécdotas de su vida mexicana—, y Rafael Conte situó la obra crítica del escritor, que parte de la base del «arte deshumanizado», según las teorías orteguianas. «Ortega hizo un diagnóstico, pero no dio receta alguna. Jarnés llegó tarde a la literatura fue un romántico de disciplina clásica y fue contra el realismo».

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