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El capitán Antonio Herreros, de militar de la UMD a jefe de la Policía Municipal de Fuenlabrada

Antonio Herreros, ex capitán de Ingenieros del Ejército, miembro de la Unión Militar Demócrata, condenado en enero de 1978 a cuatro años de prisión y a la separación del servicio, amnistiado posteriormente, es, desde el 1 de enero, el nuevo jefe de la Policía Municipal de Fuenlabrada. En su puesto tendrá que enfrentarse a los problemas de orden público de una ciudad de 90.000 habitantes y ninguna comisaría, y todo ello con la reticencia de algunos concejales de UCD y CD, y tal vez con varios de sus propios subordinados, conocedores de su historial demócrata. La idea básica del ex capitán es, y así lo expuso públicamente, que los poderes públicos están al servicio de todos los ciudadanos.

Antonio Herreros ejerce su cargo desde un pequeño despacho en la planta baja del Ayuntamiento, donde un par de mesas y otros tantos ficheros desordenados en los rincones apenas dejan sitio libre para tomar notas. Fue llamado por el alcalde de Fuenlabrada, Manuel de la Rocha, socialista, conocido militante del sector crítico de su partido, precisamente para orientar a la Policía Municipal en una situación nueva, con ayuntamientos democráticos, en los que su función principal no debe ser la de vigilar o coaccionar, sino informar y ayudar a los ciudadanos.La tarea que espera al ex capitán de Ingenieros no es fácil, pero como él mismo dice al final de la entrevista, ya de pie y con la puerta entreabierta, «prefiero trabajar en esto porque está más de acuerdo con mis gustos personales», la vocación, en suma.

«No hubiera aceptado el puesto si el ofrecimiento no hubiera partido de un Ayuntamiento democrático. Soy amigo de Manuel de la Rocha, y a través de amistades comunes supe que estaban buscando algún militar con ideas demócratas que viniera aquí. Para ello pedí la excedencia en mi trabajo civil».

Antonio Herreros está casado y tiene siete hijos. Tiene ahora 47 años. En 1964 era ya capitán de Ingenieros, y pasó a la condición de supernumerario hasta 1976, por lo que no pudo aspirar al ascenso en la jerarquía militar. En 1964 comenzó a trabajar como perito en el Consorcio de Compensación de Seguros, dependiente de la Dirección General de Seguros. En 1976 es detenido por sus actividades políticas en el Ejército, y permanece encarcelado durante seis meses. En enero de 1978 se celebra un consejo de guerra contra él. La sentencia es de cuatro años de prisión y separación del cuerpo militar. Es amnistiado, pero se ve obligado a encauzar su vida en el ámbito de lo civil, y vuelve a su trabajo como perito.

«Cuando me iban a juzgar, el juez me comentó que de lo que me acusaban era precisamente lo que los políticos estaban aprobando en las Cortes y el Rey asumía. Pero, en esos momentos, ya habían sido condenados por los mismos motivos otros nueve compañeros, y no había nada que hacer. Me incorporé a la vida civil, seguí trabajando como perito, y cuando me surgió esta oportunidad la acepté, porque además de ser un trabajo muy interesante tiene ciertas concomitancias -tampoco demasiadas- con la vida militar, como son el sentido de la disciplina. En la Policía Municipal debo ajustar mi escala de valores y completar una serie de carencias informativas en este campo».

-¿Cuál fue su primera impresión al conocer Fuenlabrada?

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-Mi primera impresión fue la de una ciudad enorme, carente de equipamientos y con unas necesidades de todo tipo urgentes. Además, la ciudad está muy dispersa geográficamente, lo que dificulta nuestra labor. Y la Policía Municipal es insuficiente -apenas treinta hombres, cuando hoy hacen falta unos 140, aunque ya se han convocado plazas para otros treinta-, de una edad media avanzada y desprofesionalizada. Precisamente ese es el reto que debo resolver este año. Conseguir la profesionalización, el aumento de plantilla y la mayor eficacia en la actuación del cuerpo. Dentro de poco se ubicará en Fuenlabrada una comisaría de Policía Nacional, lo que nos ahorrará el control del orden público y la delincuencia. Es importante reseñar que hace falta una ley orgánica que regule las competencias y funciones de cada cuerpo. Actualmente existe un confusionismo tremendo entre la Municipal, la Nacional, la Guardia Civil, el Cuerpo Superior de Policía y las embrionarias policías autónomas. Nuestra función, desde luego, no debe ser la represión, sino la de información y ayuda al vecindario, y en cierto modo, prevención de la delincuencia, y en este sentido colaboración con las demás fuerzas.

El nuevo jefe de la Policía Municipal, según sus propias palabras, aprovechó el discurso de toma de posesión de su- nuevo cargo para hacer exposición de su ideario, centrado en la idea de que el trato a los ciudadanos debe ser igual para todos, sin distinción de ideologías. Este suceso viene a cuento por el alto índice de policías municipales que se pavonean de su ideología de extrema derecha. Es muy posible que esta circunstancia sea uno de los grandes obstáculos que se encontrará Antonio Herreros en el desempeño de su cargo. Aunque él se niega en redondo a entrar en este tema, es del dominio público, y algún que otro concejal de la izquierda no se recata en explicarlo, que en el seno de la Policía Municipal han proliferado las posiciones de extrema derecha. Es también del dominio público que UCD y CD votaron en contra de su nombramiento, y que, incluso, el concejal de CD, Francisco Herrero, se negó a estrecharle la mano al serle presentado.

«Hay que tener en cuenta que Fuenlabrada es una población de inmigrantes en su mayoría», prosigue, «y de bajo nivel cultural en general, como se demostró en una encuesta muy amplia realizada por el Ayuntamiento y que se divulgó por la Prensa. La falta de oportunidades, el paro, el que no existan instalaciones deportivas ni sociales en número adecuado, genera una sensación de desarraigo, de agresividad casi, que hace que la delincuencia juvenil esté aquí a la orden del día».

-En cambio, es de suponer que su nombramiento ha sido bien visto por la población.

-Aún no lo sé, porque no he tenido tiempo de conocer a los vecinos más personalmente. Ni siquiera ha habido tiempo de que me hicieran el uniforme. Pero supongo que sí, que en una población de mayoría trabajadora, donde las ideas democráticas calan con más facilidad, mi trayectoria personal puede ser bien valorada por la gente.

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