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"Esperanza, y en ella el libro"

En el Premio Cáceres de Escultura había tres obras, indiscutibles y acreedoras por igual al primer premio: Rectitud de las cosas II, de Gustavo Torner, reciente ganador del premio de escultura del Ayuntamiento de Madrid; Courselles, de Baltasar Lobo, y, naturalmente, la que al fin resultó ganadora: Esperanza, y ella en el libro, de Julio L. Hernández (Madrid, 1930). La falta de espacio nos obliga aquí, sin embargo, a hacer un pequeño comentario tan sólo de esta última, ya que el autor es de sobra conocido: representante de ese realismo madrileño poético y antiacadémico por definición, que cuenta con otros sonoros nombres, como Antonio López García, Francisco López Hernández, Amalia Avia, Isabel Quintanilla, etcétera. Por otra parte, la reciente exposición antológica de Julio L. Hernández, en el Palacio de Cristal de Madrid, demostró a las claras la coherencia y riqueza de su trayectoria artística. Esperanza, y ella en el libro, una de las últimas obras realizadas, representa el torso tumbado de una mujer leyendo en la cama, y ha sido definida por José María Ballester de la siguiente forma: «Es, quizá, la obra en que se acentúa el carácter de presencia en la ausencia que tienen tantas de sus obras, a la vez que se agudiza la penetración psicológica del personaje. La deliberada ausencia de cráneo en la figura quiere enfatizar la presencia metafísica de la mente del personaje en lectura poética. De nuevo, la fragmentación de la figura y la actitud de las manos centran la intención del retrato».

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