El maestro solitario
«El cine es el arte del tiempo en formas del espacio». El autor de esta brillante definición -una de las más precisas que ha tenido el cine desde que Canudo empezó a teorizar sobre él- acaba de morir como siempre vivió: silenciosamente y trabajando. Estaba finalizando un libro y tenía la ilusión puesta en una novela -género inédito para él- que pensaba escribir próximamente. Manuel Villegas López era, y lo seguirá siendo, el mejor teórico que ha tenido el cine español. Por encima de su personalidad como crítico o como historiador, lo que le caracterizaba o le distinguía de los demás era su cualidad de teórico. Teórico profundo y original. Elaborador de teorías estéticas y sociológicas acerca del cine, con una visión creadora y amplia depositada para siempre en el más importante de sus numerosos libros: Cinema. Teoría y estética del arte nuevo. Quienes han sostenido que el cine es -o puede ser- algo más que una traslación a las imágenes de los esquemas literarios -lo que Villegas llamaba cinedramaturgia- vislumbraron en este texto la semilla de lo que podría llegar a ser el cine por sí mismo, libre de ataduras.El análisis del filme a través de su forma y, sobre todo, la creación de un sistema crítico revelador de los elementos que componen el filme hasta llegar a la síntesis del mismo, son algunas de las aportacionel decisivas y trascendentes que Villegas ha hecho al mundo del pensamiento teórico cinematográfico.
Autor de numerosos libros, crítico de Prensa y radio, guionista, organizador y colaborador de cineclubes y festivales, conferenciante, este donostiarra, nacido en 1906, exiliado en 1939 y recuperado en 1953, esta personalidad de nuestro cine que nunca pidió nada y a quien nunca dieron nada, nos ha dejado para siempre este último sábado -¡gracias, Manuel Andújar, por avisarme!- sin que apenas nadie se haya enterado.
Manuel Villegas López es merecedor de que su obra se reedite y se estudie. Varias generaciones de gentes de cine están -estamos- en deuda con él. Y este sería el mejor homenaje que puede hacerse al maestro solitario.