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Brutal agresión a dos ancianos en Vicálvaro

José López González y Rogelio Fernández, dos ancianos de 89 y 76 años de edad, respectivamente, se encuentran en sus casas recuperándose de la tremenda paliza que les propinaron cuatro jóvenes -dos chicos y dos chicas- sin motivo alguno, sólo por el placer de maltratar a alguien que no podía defenderse. Vicálvaro se ha convertido hoy en uno de los barrios madrileños donde el miedo a los jóvenes delincuentes ha alcanzado cotas de auténtico pánico.

El hecho ocurrió el lunes 22 de septiembre y ha conmovido fuertemente los ánimos de los vecinos de Vicálvaro, donde los dos viejos han vivido toda su vida.El lunes citado, José y Rogelio se juntaron a eso de las seis de la tarde y se dirigieron, como todos los días, a dar un paseo por el campo, por el camino viejo de Vallecas, a tomar el sol.

Cuando llevaban un rato sentados vieron a dos parejas de jóvenes, de unos dieciséis años o poco más, que se dirigían hacia ellos atravesando el campo. Al llegar a su altura les pidieron un cigarro. Rogelio les explicó que él no fumaba, mientras José iniciaba el gesto para ofrecerles alguno de su cajetilla. En el instante siguiente, y sin que hubieran tenido la menor oportunidad de reaccionar, los dos muchachos cogieron a José en volandas y lo arrojaron por encima del pequeño terraplén que bordea el camino. El cuerpo de José produjo un ruido sordo al caer, que Rogelio escuchó como de lejos, porque en ese momento estaba aguantando como podía el aluvión de piedras y terrones que le arrojaban los cuatro agresores, quienes terminaron su diversión rompiéndole una costilla con el bastón de José y haciéndole varios cortes superficiales con una navaja en el cuello y orejas.

El más joven, Rogelio, consiguió medio arrastrarse hasta el camino y poco después vio que se acercaba un grupo de unos diez jinetes (cerca del pueblo, de Vallecas hay un picadero donde alquilan caballos). Les pidió ayuda y, para su desesperación, nadie se detuvo a preguntarles siquiera qué les había pasado. Tuvo que seguir andando como pudo hasta encontrar, ya en las cercanías de Vicálvaro, gente que les recogió.

En los últimos años, el índice de delincuencia y actos violentos en Vicálvaro, muchos de ellos tan gratuitos como el relatado, tienen asustada a la población, que está convencida además de la inutilidad de la actuación policial. El caso de una familia, de la que no se facilita el nombre por razones de seguridad, es muy ilustrativo: a principios de verano, dos jóvenes robaron en su piso, situado en la colonia del Sacrificio, mientras obligaban a permanecer callada a la mujer. Esta conocía a los delincuentes y lo comentó con el novio de su hija, quien fue a buscarlos acompañado de su hermano, los encontró en un bar y aplicaron el ojo por ojo a base de una buena paliza.

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