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La CEE adopta, cuatro meses después, tibias sanciones comerciales contra Irán

Soledad Gallego-Díaz

Cuatro meses ha necesitado la Comunidad Económica Europea para decidirse a poner en práctica. sanciones económicas y comerciales contra Irán. Y cuando se ha decidido lo ha hecho tibiamente: las medidas aprobadas por los ministros de Asuntos Exteriores de los nueve, reunidos el fin de semana en Nápoles, son más formales que reales. En la rueda de prensa celebrada al término de la reunión, el titular italiano de Asuntos Exteriores, Emilio Colombo, interrogado sobre los contactos del Gobierno y del partido socialista españoles con representantes del Gobierno iraní, contestó: «Sí, tenemos algunas noticias oficiosas. Espero hablar con las autoridades españolas sobre este tema en mi próxima visita a Madrid, el día 26, acompañando al presidente de la República, Sandro Pertini».

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ENVIADA ESPECIAL, Los países miembros de la CEE adoptarán, a partir del próximo día 22, una serie de medidas, contra el régimen de Jomeini. La cuestión en Nápoles era fijar qué tipo de sanciones. Las aprobadas el pasado domingo no son muy espectaculares. Se cancelan todos los contratos firmados después del 4 de noviembre, fecha en la que fueron detenidos los rehenes norteamericanos, excepto los relativos a productos alimenticios y medicinas. Se hace además una excepción no prevista en la anterior reunión de la cumbre europea en Luxemburgo: los contratos de servicios cuya cancelación pueda causar más perjuicios al país suministrador que a Irán, especialmente en lo que concierne a la desaparición de puestos de trabajo.El propio Colombo subrayó, por otra parte, que las medidas aprobadas no debían ser consideradas como «sanciones», sino como «una invitación» a las autoridades iraníes para que pongan fin a una situación «distorsionadora» dé la situación internacional, bastante tensa ya. Preguntado sobre si Estados Unidos podría considerarse satisfecho de la solidaridad europea, Colomo afirmó que había hablado con el secretario de Estado, Edmund Muskie, para comunicarle el acuerdo de Nápoles, y que, aunque él no podía hablar en nombre de Norteamérica, creía que Estados Unidos apoyaría estas medidas.

Una puerta abierta a Irán

En su comunicado final, los ministros de Asuntos Exteriores de los nueve dejan abierta la puerta para volver a acoger a Irán con los brazos abiertos, en cuanto se produzca algún cambio sustancial en la situación de los rehenes. Señalan que existen ya ciertos acontecimientos «susceptibles de ser importantes» para la liberación de los mismos, especialmente la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Irán. La esperanza la cifran en la mediación de las Naciones Unidas. Los ministros -dijo Colombo hemos recibido con gran satisfacción el anuncio oficial por parte de secretario general de las Naciones Unidas de que la comisión de encuesta de la ONU ha reanudado sus contactos con las autoridades iraníes para proseguir sus trabajos.

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Los nueve han insistido nueva mente en «el respeto que les merece el proceso iraní, la soberanía e independencia de este país y el derecho de su pueblo a determinar por si mismo su futuro.

La prioridad absoluta en el panorama internacional -lo dijo Colombo- es Afganistán. «Hemos intercambiado información sobre nuestras entrevistas en Viena y hemos comprobado que persisten nuestras diferencias con la Unión Soviética sobre la concepción de la distensión, global para nosotros regional para ellos». Todos los comentarios en Nápoles giraron en torno a la anunciada entrevista entre Giscard y Breznev. «Ignoramos la fecha en que se producirá», dijo Colombo, «pero la encuadramos en el proceso de relanzamiento del diálogo Este-Oeste». Oficiosamente, las delegaciones europeas no ocultaban un cierto malhumor ante la iniciativa francesa.

Cooperación entre Tokio y Teherán

A sólo tres días del Consejo de Ministros, en el que el Gobierno de Tokio ha de pronunciarse sobre la segunda fase de sus sanciones económicas contra Irán, japoneses e iraníes acordaron en Teherán reanudar los trabajos en un gran proyecto petroquímico conjunto, con una inversión de 3.300 millones de dólares (unos 220.000 millones de pesetas).

La continuación del proyecto de Bandar Jomeini, en el sur de Irán, fue hecho pública casi al mismo tiempo de conocerse la noticia de que el primer ministro nipón, Masayoshi Ohira, convocó para el próximo viernes, 23 de mayo, una reunión de su Gabinete para decidir las sanciones que el Japón, siguiendo las decisiones adoptadas el pasado domingo en Nápoles por la CEE, impondrá a Irán.

La agencia soviética Tass condenó ayer como «un crudo chantaje» las sanciones económicas adoptadas contra Irán por los ministros comunitarios.

El comentarista soviético denunció que las sanciones se tomaron «bajo la presión de Estados Unidos».

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