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Hoy vence el ultimátum occidental a Irán para la liberación de los rehenes norteamericanos

ENVIADO ESPECIAL, Hoy, día 17, se cumple la fecha tope fijada por los aliados occidentales para la liberación de los rehenes norteamericanos retenidos en Teherán. Este tema es uno de los problemas que abordarán hoy, en Nápoles, los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros de la Comunidad Económica, que deberán poner en práctica las sanciones económicas contra el régimen de Teherán preconizadas por Estados Unidos. El Parlamento británico ya se ha pronunciado sobre el tema, aprobando una serie de medidas de retorsión contra Irán, que se refieren fundamentalmente a futuros contratos económicos. En este contexto, nuestro enviado especial a Irán analiza la situación económica en que se encuentra este país.

Yalil, criado de un diplomático occidental, llegó el otro día muy contento a su trabajo: venía de visitar al imán Jomeini y llevaba en el bolsillo un valioso autógrafo. La firma de Jomeini tenía esta vez un valor superior al que podrían darle los coleccionistas. El papel era un aval del imán para la obtención de un crédito sin interés y a largo plazo, por valor de medio millón de riales (medio millón de pesetas, al cambio oficial), gracias al cual Yalil podrá construirse una vivienda. .Al igual que Yalil, varios cientos de iranles acuden a la casa del imán Jomeini o a las oficinas del presidente Banisadr para tratar de solucionar sus problemas o exponer sus proyectos. Estos mostazafin (desheredados) son los mismos que acudían a Teherán a principios del ano pasado coh el único objeto de recibir a Jomeini, que regresaba de su exilio francés en Neauphle-leChateau.

Por aquel entonces, los mostazafin llegaban a Teherán con los mejores corderos que habían podido encontraf para sacrificarlos en honor del imán que volvía. Ahora vienen, igualmente ilusionados, en busca de la solución para sus problemas.

Según cifras oficiales, la población de Teherán es ahora de seis millones de habitantes. Es decir, un millón y med iomás que hace dos años. Teniendo en cuenta que varios cientos de miles de personas (especialmente extranjeros u oponentes de la revoluciónislámica) abandonaron en los últimos tiempos la capital, Teherán ha visto enlos últimos quince meses el momento de mayor crecimiento de su historia

Acelerado proceso migratorio

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Curiosamente, la revolución islámica no ha hecho sino acelerar, aún más, un proceso migratorio campo-ciudad que comenzó a finales de los años sesenta, y que se incrementó aún más después del industrialismo alocado que generó la cuadruplicación del precio del petróleo en el año 1973.

Uno de los fines a conseguir por los líderes de la revolución islámica era parar esta sangría migratoria que separaba familias, deformaba costumbres y rompía tradiciones. La revolución islámica fue, sobre todo, un fenómeno urbano. Grandes ciudades, como Teherán, Tabriz, Abadán o Isfahán, fueron el escenario de las grandes y sangrientas manifestaciones que derribaron el trono del sha.

Los dirigentes islámicos han tratado de hacer volver a los emigrantes a sus pueblos de origen: se les ofrecen terrenos y créditos para construir su casa y para iniciarle de nuevo en las labores agrícolas. Como marcan las normas coránicas, son créditos sin interés y a devolver en amplios plazos. Sin embargo, este proyecto de repoblación ha sido un fracaso. Las expectativas de una vida más confortable siguen residiendo en la capital.

Desde que, hace quince meses, triunfó la revolución, no se ha esbozado una nueva política económica. En el campo económico, la atomización de centros de decisión es tan grande como én el campo político. Todavía (voluntariamente o no) se sigue respetando una de las más conspicuas normas del derrocado sha: crear tal desorden en el terreno de las competencias administrativas que nadie pueda hacerse lo suficiebtemente fuerte como para hacer sombra al soberano.

Efectivamente, ha habido la voluntad de crear un sistema económico diferente, que permitiera un desarrollo menos acelerado y caótico, menor dependencia de los.ingresos del petróleo, menor crecimiento urbano y una potenciación de la agricultura.

Sin embargo, esta voluntad no se ha visto plasmada en resultados y ni tan siquiera en proyectos. Irán sigue viviendo desde hace quince meses a base de medidas provisionales y, a veces, contradictorias. Hasta el momento no se ha estudiado ninguna nueva reforma agraria.

Previsibiemente, habrá que esperar por lo menos hasta el verano: hasta entonces, el Majlis (Parlamento) no aprobará el nuevo presupuesto. Mientras tanto, en los últimos quince meses se han seguido utilizando las previsiones del régimen anterior.

Las arcas públicas no están muy llenas, y los viejos presupuestos se convierten en metas inalcanzables. Actualmente se producen en torno a 1.300.000 barriles de petróleo al día. Teniendo en cueríta que 600.000 de estos barriles están destinados a satisfacer las necesidades iraníes, sólo quedan 700.000 barriles para la exportación,

Según las estimaciones más fiables, sería necesario exportar 2.000.000 de barriles para proporcionar al Estado los fondos suficientes para cumplir con el último presupuesto. En cualquier caso (y teniendo en cuenta gran cantidad de proyectos suspendidos), la producción actual tendría un déficit diario de, por lo menos, 300.000 barriles diarios.

Muestra evidente de que la NIOC (compañía petrolera estatal) se encuentra con fuertes problemas de liquidez, es que ya ha comenzado a exigir a muchos de sus clientes el pago por adelantado.

Hasta el momento, el petróleo ha servido para financiar los delirios de grandeza del régimen anterior, y, posteriormente, los costes de la revolución. Oficialmente, la NIOC afirma que produce sólo según las necesidades del país, y que no tiene interés en extraer más cantidad de crudo. Pero en los ambientes económicos de Teherán se comenta lo contrario.

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