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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El movimiento científico de la "public choice"

Cuando surge un movimiento científico, las ideologías dominantes intentan apropiárselo o adscribirlo en forma conveniente, y algo de esto ha sucedido con la public choice, un movimiento de carácter interdisciplinar, que constituye ya la innovación científica más espectacular del último tercio del siglo XX en el campo del Derecho, la economía y, en general, de las ciencias sociales.En nuestro país no hemos tardado en seguir la regla general, y me parece que cuando algunos economistas intentan situar el movimiento en los aledaños del liberalismo económico es que están mal informados. No descarto que, en ocasiones, se cometa este error a consecuencia de que algunos movimientos liberales quieren ver en public choice una formulación apropiada a sus principios, pero esto no es, en modo alguno, exacto. Siento desilusionar a unos y otros de mis colegas con el testimonio de uno de los economistas más destacados del movimiento, el hacendista norteamericano James Buchanan, que en su obra Los límites de la libertad se expresa con toda claridad sobre este punto concreto.

La Hacienda pública ha sido siempre un Campo fronterizo entre la política y la economía, y no puede extrañar que sea Buchanan, tal vez el mejor hacendista del momento, el que nos plantee el gran dilema de una economía, como la keynesiana, construida al margen del comportamiento político y de las instituciones. Es así como public choice nace de la gran bancarrota intelectual de los sesenta, cuando el hombre contemporáneo reconoce que las dos grandes alternativas económicas -el mercado y el Gobierno- y las dos grandes ideologías -el liberalismo y el socialismo- que. las sustentan están moribundas, pues ambas fracasan a la hora de ofrecer una solución única a nuestros problemas económicos,y de convivencia social.

Pero esta afirmación nuestra no debla ser mal interpretada, pues me parece que una buena parte de las doctrinas del liberalismo político, tal y como lo expone en nuestros días Hayek, admitan pocas objeciones, pero creo que cometemos un tremendo error, haciendo lo mismo con el principio del laissez faire o gobierno mínimo. Desde luego, el movimiento científico de public choice no comete este singular desacierto; es liberal en lo político porque acepta la doctrina del gobierno limitado, pero se mantiene equidistante entre lo que han sido hasta ahora el liberalismo y el socialismo económicos, en sus formulaciones populares.

Para la nueva disciplina, las críticas conocidas al real funcionamiento de las economías de mercado de iniciativa privada están bien establecidas y, por tanto, no parece oportuno ir predicando por doquier sus excelencias. Sería algo así como saltax por encima de cincuenta años de investigación económica. Igual o mayor ingenuidad es predicar la solución de una planificación estatal que nos evite aquellos males, sin caer en la cuenta que,suele acarrearnos otros mayores. El principal trabajo de public choice en los últimos veinte años ha consistido en demostrar, de una vez por todas, el gran mito levantado por los hombres en el siglo XX, el dé la gran organización pollítica solventadora de todos nuestros problemas y servida por fleles perseguidores de intereses públicos, frente a los hombres de «apie» que circulan por el merca do persiguiendo sus propios intereses. Una gran patraña analítica, que ha desviado el seso de no pocos y eminentes de mis co legas economistas. Nos pasamos cien años predicando los horrores de la intervención estatal y, de la noche a la mañana, cambiamos de parecer, al descubrir que el merca do podía fallar sin tomarnos la molestia. de averiguar si los gobernantes podían estar capacitados para desempeñar la nueva función que les encomendábamos; sencillamente dimos por supuesto que así era.

España ha sido un país de eminentes teólogos, y a veces descubro que esta gloriosa tradición sigue viva entre nosotros. La mayor parte de las polémicas que sazonaron el aburrido discurrir de la economía española de estos años parecen tener esta índole. Entre sacerdotes del mercado y sacerdotes del sector público discurre una de las más divertidas y exultantes polémicas que hacen las delicias de muchos economistas. Pues bien, para el nuevo movimiento científico esto tiene poco sentido; tanto el sacrosanto mercado como el no menos sacrosanto Estado fallan estrepitosamente, y la tarea que nos espera es bien modesta, y no aparece adornada por el glorioso dogma. Se trata simplemente de saber quién fracasará menos.

Mis colegas, firmes partidarios de la economía de mercado, pueden dormir tranquilos; los resultados que obtenemos demuestran que las restricciones impuestas por. el mercado al egoísmo de los hombres son más eficaces y severas que las que imponen el juego político y burocrático. Los socialistas no deberían entristecerse por ello, tienen ante sí la tarea de demostrar que el sec tor público lo puede hacer mejor porque, a diferencia del pasado, esto ya no se supone.

En resumen, public choice es un amplio movimiento de síntesis científicas, donde caben todas las posturas que no sean creencias, pues para los creyentes la ciencia siempre ha estado de sobra. Intentar adscribirlo en alguna de las ideologías hoy dominantes es, en el mejor de los casos, un vano intento.

José Antonio Aguirre Rodríguez es vicepresidente del Centro de Estudios y Comunicación Económica.

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