Tropas soviéticas controlan las calles de Kabul
Kabul, capital de Afganistán, permanece en una alma tensa tras el golpe de Estado que derrocó en la tarde del jueves al presidente Hafizullah Amin. Soldados soviéticos patrullan por las calles y custodian los edificios oficiales, a pesar de que no se han vuelto a registrar combates.
, La vigilancia es especialmente rigurosa en torno al edificio de la radio y al palacio presidencial, donde partidarios del jefe de Estado destituido opusieron una dura resistencia a las tropas soviéticas. La hipótesis formulada sobre enfrentamientos armados entre soldados soviéticos y unidades del Ejército regular afgano no ha podido, sin embargo, ser confirmada.Cazabombarderos Mig-21 sobrevuelan constantemente Kabul, cuyas comunicaciones telefónicas y por telex con el extranjero han sido interrumpidas. Asimismo, todos los aeropuertos del país han sido cerrados al tráfico internacional civil.
El derrocado presidente Amin fue «condenado a muerte» por un tribunal revolucionario e inmediatamente «ajusticiado», según reveló en la noche del jueves al viernes Radio Kabul, que también anunció el próximo juicio de sus colaboradores, por «crímenes contra la nación afgana», y su severo castigo. Dos familiares directos de Amin fueron también ejecutados.
¿Contactos con la oposición?
Babrak Karmal, nuevo jefe de Estado de Afganistán, anunció ayer en su segunda alocución radiofónica que establecerá contactos con los insurgentes musulmanes con objeto de buscar «cauces políticos para solucionar problemas militares».Los diferentes movimientos de guerrilla islámica, que controlan aproximadamente catorce de las veintiocho provincias de Afganistán y cuyas sedes se encuentran en Islamabad y Teherán, reaccionaron negativamente al anuncio del cambio de régimen por considerar que el nuevo presidente era «un agente directo a Moscú».
En su primer mensaje, difundido por Radio Kabul, Babrak Karmal adoptó un tono conciliador con la oposición musulmana, a la vez que prometió libertades democráticas para todos los pueblos de Afganistán, la puesta en libertad de todos los presos políticos y la creación de puestos de trabajo.
En todas sus emisiones, la radio oficial ha mantenido este mismo tono respecto a los adversarios del régimen izquierdista, presidido por el derrocado presidente Amin, al que la emisora calificó de «pecador» y «satánico», términos idénticos a los empleados por los dirigentes islámicos iraníes en su denuncia del régimen del sha.
Coincidiendo con el reconocimiento por la URSS de su intervención en Afganistán, la radio de la capital afgana informó ayer que Moscú brindaba su «apoyo moral, financiero y militar» al Gobierno revolucionario de Babrak Karmal, en virtud del tratado de amistad firmado en diciembre de 1978 entre ambos países.
Los términos empleados en la solicitud de ayuda afgana han sorprendido a los observadores por su similitud con los de la petición dirigida a Moscú por personalidades comunistas checoslovacas solicitando, en agosto de 1968, el derrocamiento de Alexander Dubcek.
Con anterioridad al reconocimiento de su intervención, que causó estupefacción en los círculos diplomáticos de Moscú, los medios de comunicación soviéticos retransmitieron el jueves por la noche gran parte del discurso pronunciado por Karmal inmediatamente después de su toma del poder, en lo que se interpretó como un respaldo implícito al nuevo regimen.
Los diplomáticos occidentales acreditados en la capital soviética interpretan el golpe de Estado corno un intento de la URSS de evitar el deterioro de sus relaciones con los países islámicos, propiciando la llegada al poder en Afganistán de un régimen comunista, pero animado por un espíritu conciliador de cara a las guerrillas musulmanas, apoyadas por Irán y Pakistán.
Radio Kabul ha dado a conocer la composición del Consejo de la Revolución y del nuevo Gobierno, ambos presididos por Barbrak Karmal, quien también ha asumido la presidencia de la República.
En el Gabinete figuran personalidades de las Administraciones del presidente Nur Mohamed Taraki, depuesto en septiembre de este año; del presidente Daud, derrocado en abril de 1978, e incluso del rey Zahir, destituido en 1973, en lo que se interpreta como un importante gesto de conciliación dirigido hacia la oposición musulmana.
Dos militares considerados como prosoviéticos, el general Abdul Qadir Dagarwal y el coronel Aslam Watanjar, integran, sin embargo, junto con dos civiles, Asadullah Sarwari y Nur Muhammed Nur, el Consejo de la Revolución, organismo que parece destinado a convertirse en la máxima institución afgana.
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