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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

"Operación Galaxia": ¿una charla de café?

LA DECISION del capitán general de Madrid de conceder el beneficio de la prisión atenuada al teniente coronel Tejero y al capitán Sáenz de Inestrillas, procesados a raíz de la «Operación Galaxia», es una medida que parece justificada por la larga demora en la instrucción del sumario que se sigue contra estos dos militares.Al igual que en lajurisdicción ordinaria, la tardanza en la administración de la justicia no debe implicar para los procesados -que no pueden ser considerados culpables hasta que una sentencia en firme así lo declare- la indefinida prolongación de la pérdida de la libertad. La libertad provisional bajo fianza ha sido establecida, precisamente, para impedir que una sentencia absolutoria o que aplique una pena inferior al tiempo en que el procesado ha estado en prisión preventiva convierta en algo parecido a un secuestro legal esa estancia en la cárcel. Y la prisión atenuada en el domicilio, concebida para los casos en que la ley de Enjuiciamiento y el Código Penal imposibiliten la libertad provisional, en función de la pena prevista para los delitos que han motivado el auto de procesamiento, es una medida que permite a los procesados disfrutar, al menos, de la compañía de su familia y de las comodidades de su hogar.

Excepciones como la de Lerdo de Tejada, procesado por los asesinatos de la calle de Atocha, y que aprovechó un permiso temporal del magistrado Chaparro pará fugarse, no deben convertirse en regla y menos aún ser utilizadas como argumento contra la liberalidad de las autoridades judiciales para humanizar el régimen de prisión preventiva de los procesados. Tal vez los críticos implacables del sistema de libertades provisionales y partidarios entusiastas del régimen de prisión preventiva incondicional, que han saludado con entusiasmo la excarcelación del tenienie coronel Tejero y del capitán Inestrillas, comprendan ahora las razones que mueven a los reformadores del sistema penitenciario y a los adversarios del endurecimiento de la ley de Enjuiciamiento Criminal para defender la flexibilidad del régimen carcelario y la vieja máxima liberal de in dubio pro reo. Ningún hombre es culpable hasta que una sentencia en firme así lo establezca, y la prisión preventiva no es sino una medida cautelar para impedir que los procesados huyan de la acción de la justicia, no un adelanto de la condena ni una forma de castigo. Noción jurídica elemental que siempre debieran tener presentes quienes se escandalizan ante las libertades provisionales concedidas por los jueces de la jurisdicción ordinaria y que, tal vez, también hubieran podido hacer suya, en su día, las autoridades que conocieron del caso de los militares de la Unión Militar Democrática.

Ningún hombre es culpable hasta que una sentencia así lo determina. Pero también es cierto que ningún procesado deja de estarlo hasta que el tribunal correspondiente le absuelve de unas acusaciones basadas en indicios racionales de culpabilidad en su conducta. El teniente coronel Tejero y el capitán Inestrillas, aunque no puedan acogerse a la libertad provisional, merecen, después de trece meses de prisión sin juicio, el beneficio de la prisión atenuada, entre otras cosas, porque su honor y su sentido del deber excluyen la posibilidad de que no comparezcan ante la justicia. Pero los ciudadanos, intranquilizados y desvelados por las informaciones acerca de la «Operación Galaxia», tienen derecho a que el procedimiento judicial siga hasta el final, a que se celebre el consejo de guerra correspondiente y a que una sentencia esclarezca lo fundado o infundado de su procesamiento.

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Porque las interpretaciones que ahora se hacen del comportamiento de los dos encartados como «una forma de desahogo» o una simple charla de café no prueban necesariamente su inocencia, pues el grado de tentativa en la comisión de un delito está previsto y penado en los códigos penales del mundo entero. El excarcelamiento de ambos militares, coincidiendo con la festividad de la patróna de Infantería y cuando se habla de una especie de canje de libertades de presuntos etarras por el diputado Rupérez, añaden además connotaciones de muy variado signo a todo el caso.

Lo esencial entonces es que se vea el juicio, se aclaren las cosas y se defina si hubo o no complot. Que declaren las personas presuntamente implicadas en él y que lo hagan también las presuntas víctimas del mismo. Las instituciones democráticas exigen claridad, y eso es precisamente lo que está faltando en esta historia. La «Operación Galaxia» no debe caer en el olvido.

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