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«La vida no es de color de rosa»

para la maestra andaluza Carmen Ortiz Pérez, que ejercía su profesión en Cantillana (Sevilla). Es inválida de las dos piernas, y utilizando ese argumento físico se la despidió del trabajo. Logró terminar sus estudios de Magisterio estudiando como alumna libre. Pasó por un tribunal para pedir la dispensa por su defecto físico y, sin que aquél dictaminase en ningún sentido, ha ejercido durante cuatro años en su pueblo natal, sin que sus compañeros, alumnos y padres de éstos mostraran disconformidad alguna con respecto a su labor. Las desgracias de Carmen comenzaron cuando se presentó a las últimas oposiciones y se le ocurrió aprobar. Al interesarse por su dispensa para cumplimentar el inevitable papeleo, ha descubierto que el Ministerio de Educación le aplica una orden de 1975 por la que se la invalida para la enseñanza. Las autoridades educativas le han respondido, ante su amarga protesta aludiendo a los cuatro años en que ha ejercido la docencia: «Piense que le hemos regalado cuatro años de trabajo. »

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