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Hoy, elecciones legislativas en Italia

Se esperan resultados similares a las anteriores votaciones de 1976

La jornada de reflexión de ayer transcurrió sin incidentes mayores. Desde ayer se ha montado un fuerte dispositivo de seguridad en torno a los colegios electorales, por los que patrullan soldados y carabineros para garantizar el normal desarrollo de las elecciones.Teóricamente, la campaña electoral quedó cerrada en la medianoche del viernes. En la práctica, y por primera vez en la historia electoral italiana, no fue así, ya que el cierre de la campaña electoral afectó sólo a los medios de difusión públicos (radio y televisión estatales), a la celebración de mítines y la difusión de propaganda en las calles.

El fenómeno de la proliferación de las radios y televisiones privadas no está contemplado por la ley Electoral, y nadie se ha preocupado de promulgar el decreto que extienda a este campo la legislación válida para los medios de difusión públicos. Así, para el sábado, domingo y lunes, las emisoras privadas tienen ya programados espacios en los que los dirigentes políticos (previo pago, naturalmente) contestarán a cuantas preguntas quieran plantearles los oyentes y telespectadores.

Los periódicos de ayer dedicaban grandes espacios a anunciar frecuencias de onda y teléfonos de las emisoras en las que los dirigentes políticos estarán en antena. Las tres primeras figuras del Partido Radical, Marco Panella, Emma Bonino y Gianfranco Spadaccia, estarán ininterrumpidamente en los estudios de Radio Radical hasta el cierre de los colegios electorales. Enrico Berlinguer, secretario general del PCI, lo hizo sólo durante una hora en la mañana de ayer, en una emisora y una televisión privadas.

Se mantiene el interés

Por el contrario, la campaña electoral para las elecciones del Parlamento Europeo del domingo día 10 ha quedado interrumpida en lo que se refiere también a los medios de difusión públicos. Esto ha provocado la protesta del pequeño Partido Liberal italiano por considerar que la medida contradice las normas para la citada contienda electoral, que prevén treinta días de campaña electoral ininterrumpida hasta el sábado próximo.

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En las elecciones de hoy y de mañana se espera una notable afluencia de votantes. No se cree, pues, que se cumplan las primeras previsiones que establecían un notable aumento de las abstenciones. Los observadores están de acuerdo en señalar que el relativo distanciamiento del público hacia la campaña electoral de los partidos no significa, forzosamente, un desinterés político, sino una mayor severidad hacia las promesas de los candidatos de turno, fruto del desencanto que produjo la aproximación a un cambio político, patente en la víspera de las votaciones de 1976.

Uno de los partidos que con mayor eficacia quizá esté capitalizando ese desencanto es el Partido Radical. Un partido que se vanagloria de acudir a los presentes comicios sin un programa. Su eslogan favorito es «intentaremos hacerlo mejor de lo que hasta ahora hemos hecho» y recuerda sus combates por la ley del divorcio y del aborto, su lucha contra la degradación de la vida humana y de la naturaleza y su rechazo de lo que califica como «la sociedad del plutonio».

Los radicales que en 1976 alcanzaron el 1,1% de los votos pueden tripicarlos. Al menos los buscan a derecha e izquierda. A la derecha, porque el voto de protesta de este sector no irá, al menos así se espera, hacia el neofascista Movimiento Social Italiano (MSI). A la Izquierda, para capitalizar el desencanto que haya podido provocar el paso del PCI por la efímera mayoría parlamentaria que apoyó al Gobierno, presidido por el democristiano Giulio Andreotti.

Duelo PCI-PR

Aparte del «referéndum» sobre si los comunistas deben gobernar o no, el principal atractivo de la campaña electoral ha sido el duelo mantenido constantemente por radicales y comunistas que se han dirigido feroces ataques mutuos que han llegado a provocar querellas judiciales (éstas se han resuelto en empate: una la ganó el Partido Radical y otra el PCI).

Las espadas están en alto, a la espera de los resultados. Según los observadores políticos italianos, la situación del lunes por la tarde va a reproducir un esquema en el reparto de votos casi similar al de 1976. Es decir, los problemas van a seguir en pie (terrorismo, desempleo, el subdesarrollo del Sur, etcétera), con el agravante de que las fórmulas políticas anteriores han quedado desgastadas. Si nos atenemos a la campaña electoral y a las afirmaciones de los principales dirigentes políticos, no sirven ya ni la formación de una mayoría, con el PCI incluido, que apoye a un Gobierno sin los comunistas -como preconizan los democristianos-, ni una vuelta al centro-izquierda de los años sesenta (Gobierno pilotado por democristianos y socialistas).

La propuesta de Andreotti de mantener un Gobierno de unidad no ha sido bien acogida. Los socialistas, por boca de su secretario general Bettino Craxi, han dejado bien claro que una de las condiciones para participar en una mayoría es que Andreotti no figure al frente del Gobierno. Por otra parte, casi la mayoría de los partidos, excepto la DC, coinciden en que la pretensión del primer ministro es aguantar en el cargo hasta que el próximo congreso democristiano solvente cuáles son las alianzas que el partido gobernante quiere llevar a cabo.

Pocos dudan en Italia que la Democracia Cristiana va a seguir siendo el partido de mayoría relativa. La gran incógnita va a residir en el porcentaje en que aumentará sus votos la DC. El PCI se muestra desconfiado sobre lo que pueda ocurrir el lunes. Fuentes cercanas a este partido señalan que no se excluye una pérdida de votos en el sur y en Roma, aunque confían en equilibrarla con los resultados del norte del país.

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