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Tribuna
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En busca de la derecha perdida

La estructura del título de la inmortal obra de Proust, puede dar la pauta a seguir para muchos españoles en estos momentos. Y todavía mayor será el acicate si, como en la creación proustiana, nos encontramos, al final, con la «derecha recobrada».Son muchas las causas que nos han llevado a la actual situación, en donde la derecha, la derecha política, mejor dicho, parece haberse extinguido. Unas causas son remotas y otras más inmediatas.

Entre las más remotas, está la confusión, irreparable, de considerar la existencia de una identidad entre el régimen interior y la derecha. Hay que decir, efectivamente, que ambos convivieron en España durante casi cuarenta años, pero sin confundirse. Hoy, los detractores máximos de la derecha han agrupado sibilinamente sus esfuerzos en proclamar esta falsa identidad: régimen anterior derecha española. No la derecha española era, es algo profundo, más perdurable, más esencial que el anterior régimen, y no debe confundirse con él.

Entre las causas más recientes se encuentra la conformación y características del espectro político surgido ante las elecciones generales de junio de 1977. En efecto, el espacio político de la derecha apareció ocupado en aquella ocasión por dos grandes formaciones políticas: Alianza Popular y Unión de Centro Democrático. Dejamos aparte las fuerzas existentes a la derecha de estas formaciones por su escaso papel en aquel tiempo. Pues bien, si nos concentramos en la primera formación, Alianza Popular, caeremos en la cuenta, inmediatamente, que aunque este partido intentó aparecer en un principio como un grupo de corte conservador y democrático, pronto sus propios errores y los ataque dirigidos del exterior acabaron con su intento, tiñéndose su imagen con reminiscencias del régimen anterior. Este hecho inutilizaba su actuación en orden a representar debidamente a la derecha española.

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Sinos fijamos ahora en UCD veremos que este partido apareció como el partido que iba a ocupar de forma indudable, la zona del centro-derecha. Su programa, al menos su programa, llevaba implícito una forma de actuación propia de un partido de derecha progresista. Pero, sin embargo, el tiempo desmintió esta esperanza. UCD no se comportó como esperaban la mayoría de sus electores. La mala conciencia de alguno de sus miembros, el pasado que otros tenían, el oportunismo, la falta de visión de futuro a medio y largo plazo, acabaron con este loable intento de conseguir una derecha progresista y de corte liberal.

La consecuencia de todo lo anterior está bien clara: ha desaparecido la derecha, la derecha política. Porque la derecha sociológica no ha desaparecido, está ahí, sola y desorientada, sin saber qué hacer, sin votar o votando a lo menos malo. Y todo porque no tiene un partido con fuerza que la represente y que defienda su concepción del mundo.

La derecha sociológica, mayoritaria en España, se encuentra, pues, a la busca de la derecha política perdida.

Hay que ir, por tanto, a la creación de esa derecha de corte liberal conservador, sin connotaciones con el pasado, absolutamente democrática, que asuma, por una parte, la tradición española y, al mismo tiempo, tenga un espíritu progresista y renovador acorde con los tiempos que corren. Una derecha nacional e interclasista, que busque la justicia social y garantice las libertades individuales, armonizándolas, a su vez, con las libertades sociales. Una derecha respetuosa con otras concepciones del mundo, pero que defienda con energía sus propias convicciones, sin entreguismos lacerantes. Una derecha que sepa y pueda ganar las elecciones, y que sepa perderlas con la misma elegancia.

Si conseguimos esa derecha, si la construimos, creo que estaremos ante la derecha recobrada.

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