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Pleno del Congreso

Socialistas y comunistas, contra UCD en una dura confrontación

El Pleno del Congreso de Diputados ratificó ayer el acuerdo pesquero hispano-marroquí, con 174 votos a favor, 142 en contra y ocho abstenciones, en el curso de una tensa y apasionada sesión parlamentaria en la que abundaron los aplausos, abucheos y citas personales.El acuerdo pesquero hispano-marroquí fue aprobado ayer por el Pleno del Congreso de Diputados en una sesión polémica en la que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Comunista de España (PCE) lanzaron todas sus baterías, y Unión de Centro Democrático y el propio Gobierno emplearon la táctica de «la mejor defensa es un ataque». Las enmiendas a la totalidad de socialistas y comunistas fueron derrotadas por 174 votos en contra, 142 a favor y ocho abstenciones. La sesión se inició de forma que podría calificarse de tranquila para ir adquiriendo progresivamente mayor contundencia. En medio de una alta temperatura política, los diputados de una y otra parte aplaudieron fuertemente las intervenciones de sus respectivos portavoces, y el presidente del Congreso pidió silencio, en varias ocasiones, al público que llenaba las tribunas. Informan Pablo Sebastián y Soledad Gallego-Díaz.

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Los primeros oradores del debate fueron Víctor Moro, por UCD y Manuel Marín, por el PSOE. Los puntos esenciales de la discusión política estuvieron centrados en torno a la responsabilidad histórica e intencionalidad política del acuerdo ratificado, a las ventajas y deficiencias económicas y sociales del convenio y a los posibles indicios de corrupción administrativa en el proceso de gestación y firma del nuevo contrato. Los miembros del Gobierno y diputados de UCD que intervinieron en el debate no supieron dar aclaraciones concretas en el tema de fondo o intencionalidad política del acuerdo. Sí tuvieron argumentos y claridad a la hora de defender técnicamente el texto, al igual que los diputados del PSOE a la hora de criticarlo. Sobre los posibles indicios de corrupción faltaron pruebas del grupo socialista atacante, y sí, por el contrario, hubo réplicas precisas de UCD contra las acusaciones vertidas.Expectación y lleno hasta la bandera en la sesión parlamentaria de ayer, que convocó masivamente a los diputados, cuerpo diplomático, a cuatrocientos invitados (que abarrotaron las tribunas) y a varias decenas de informadores. En el orden del día las consabidas preguntas de diputado de AP Antonio Carro Martínez, interpelación de Mar celino Camacho sobre aumento de pensiones y moción socialista sobre autonomía universitaria Todos estos temas quedaron relegados, por falta de tiempo, a la próxima sesión plenaria del miércoles día 22. El tema rey del debate, la ratificación del acuer do pesquero hispano-marroquí, se llevó la palma y agotó el tiempo de una discusión plenaria que fue a veces muy política, a veces demasiado técnica en ocasiones punzante y jocosa. Todo un espectáculo digno de una retransmisión directa a través de las camaras de RTVE.

Manuel Marín, diputado del PSOE por Ciudad Real, abrió la sesión con una exposición técnica sobre el contenido del acuerdo, limando sus frases políticas y reiterando, punto por punto, la declaración que ya hizo en este sentido ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso el pasado día 7.

El segundo turno, esperado con curiosidad en el hemiciclo, correspondió al primer aludido de UCD y hasta ahora inédito en lides parlamentarias, el diputado por Pontevedra Víctor Moro. Su réplica fue contundente en datos, análisis técnico y bien presentada, con orden y con tono, aunque su oratoria fuera a veces retórica. Su intervención provocó los primeros y apasionados aplausos (en pie) de UCD y Gobierno, a los que se sumaron algunos espectadores de tribunas.

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La intención política del acuerdo, en entredicho

(Viene de la primera página)

Por parte del grupo comunista, Gregorio López Raimundo (PSUC) llevó la discusión al terreno de lo político. El diputado comunista hizo al Gobierno responsable de la política expansionista de Hassan y afirmó que ello es preocupación del pueblo canario.

En tonos similares intervino el diputado Felipe Lorda, del grupo socialista catalán, quien insistió en la contradicción existente entre el rígido contenido del acuerdo firmado y la generosidad de las actas de pesca del acuerdo tripartito. El diputado catalán citó a Javier Rupérez -jefe de relaciones internacionales de UCD- a la hora de asegurar que el Gobierno está dispuesto a intervenir contra el Polisario militarmente si éste ataca a barcos españoles, con o sin bandera marroquí, y, a igual que Marín y López Raimundo, pidió la renegociación del contrato.

Marcelino Oreja, en nombre del Gobierno, agotó un turno (luego añorado por el ministro Lladó) para resaltar la idea de que las actas del acuerdo tripartito de Madrid no forman parte de éste y son declaraciones de intención. Asimismo, el ministro de Asuntos Exteriores, sin entrar en el significado político del contenido de estas actas y de su intencionalidad -luego duramente replicados por Manuel Marín-, concluyó afirmando que el Gobierno no reconoce la soberanía marroquí sobre el Sahara y sus aguas, aunque sea el administrador, y se perdió en precisiones de jurisprudencia internacional a la vez que afirmaba que el Gobierno responderá con firmeza a todo acto de fuerza del Polisario.

El presidente del Congreso tomó aquí la palabra y dio por concluido el debate sobre la enmienda a la totalidad presentada por el grupo socialista, ofreciendo un receso de veinte minutos a la concurrencia.

Sonrisas y lágrimas del debate

Ramón Tamames presentó la enmienda a la totalidad de su grupo y abrió una segunda ronda de intervenciones. El diputado madileño, contundente, criticó el contenido del acuerdo, los créditos que en él se incluyen y su intencionalidad política en contra de los intereses saharauis. Criticó a Oreja y le pidió que no diera más clases de derecho internacional (lo que Oreja siguió haciendo), sino datos concretos. Habló de la necesidad del valor frente a la «marcha verde» y en alta mar y recibió un aviso del presidente. Tamames concluyó diciendo que se plantea un problema de dignidad.

El ministro señor Oreja quiso luego intervenir, por alusión, pero su turno fue tezagado a pesar de la predisposición del presidente y a señal del propio Adolfo Suárez, que pidió paciencia al señor Oreja.

Aquí empezó la réplica política y agresiva del PSOE, de nuevo por boca de Manuel Marín, esta vez crecido en tono, argumentos y datos. Rechazó las acusaciones del diputado Moro sobre la incompetencia del PSOE en materia pesquera y pasó a comentar y a coser, con cuidado, la trayectoria empresarial y política de Víctor Moro a su paso por la dirección general de Pescanova y de Pesca, en el Ministerio de Comercio, citando aquí, repetidas veces, al entonces titular del departamento y hoy mister Europa, Leopoldo Calvo Sotelo.

Entró en seguida, y después de las acusaciones a Moro, en el ámbito político y se interrogó -sin posterior respuesta- si Marruecos no tiene soberanía sobre las aguas del Sahara, porque puede impedirnos la pesca en esas aguas. Insistió en que las actas del acuerdo tripartito, estén o no en el acuerdo, tienen su intencionalidad y lo demostró con cita a otras actas anejas: las del acuerdo pesquero, hasta ahora silenciadas y en las que se prueba que los anejos de la declaración de Madrid empezaron ya a ser operativos en sectores pesquero, siderúrgico, minero y crediticio, a espaldas del Parlamento y confirmando su valía política. Luego se refirió a críticas al acuerdo de las propias esferas del Gobierno, con textos propios del diputado de UCD Jaime Urzaiz y del consejero del presidente, Lorenzo Olarte. Los aplausos enardecidos volvieron a inundar el hemiciclo, esta vez del lado de la Oposición.

De nuevo Víctor Moro sube al estrado y dispuesto a enfrentarse con los indicios de corrupción planteados por el PSOE. Moro no estuvo tan firme como antes. Entró, desorganizado, empezando a desparramar un canto lloroso sobre su integridad democrática, honestidad política y empresarial, y todo ello con ataques al PSOE, citas a san Pedro de Bermeo y a las bateas mejilloneras de Arosa. En el texto oficial de su discurso hubo un párrafo borrado a última hora que no tiene desperdicio: «Cuando el Ministerio del Interior decreta la desaparición de la Brigada Político Social, el PSOE toma a su cargo la preparación de fichas personales, sustituyendo en su labor a los órganos desaparecidos y hasta ampliándolos.»

Víctor Moro entró luego en su defensa personal bien documentada, menos retórica y precisa, y pasó de las carcajadas y abucheos de la Oposición a los aplausos finales del PSOE.

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