Democracia y Código Alimentario
En las pasadas elecciones del 15 de junio los españoles votamos muy clara y mayoritariamente por la democracia, y de acuerdo con las urnas actúan Cortes, partidos, sindicatos y Gobierno, consiguiendo con serias dificultades algunos logros democráticos.Independientemente de la «alta política», existen una serie de pequeñas cosas que componen nuestra vida diaria que siguen ancladas en el pasado, y que se pueden solucionar sin necesidad de debates, pactos ni acuerdos (buena prueba de ello es la solución del último problema del pan en Madrid), que nos convencerían de que efectivamente funciona la democracia.
Concretamente me refiero a una de ellas. El Código Alimentario. ¿Cómo funciona este código?
Recientemente compró mi mujer una caja de galletas que han resultado en cierto grado rancias (ha ocurrido en alguna otra ocasión, incluso con bolsas de legumbres).
Podemos deducir que alguien compró estas galletas en fábrica, las almacenó y vendió cuando habían subido espectacularmente de precio, consiguiendo estafar doblemente al consumidor, en el precio y en la calidad.
¿Sería mucho pedir al Ministerio de Comercio que desde ahora mismo exija que todos los artículos envasados lleven impresa la fecha de fabricación y la de caducidad para evitar estos fraudes y demostrar que la democracia nos protege en los pequeños problemas de la vida diaria?
