Sindicatos agrarios y el señor Bohórquez
En el diario del día 19, en su página 44, aparece, dentro de un trabajo sobre « Los sindicatos agrarios», mi fotografia junto con otras dos, con el siguiente pie: « ... tres viejas caras del sindicalismo vertical agrario que ahora tratan de ocupar un puesto en la nueva situación». En servicio de la correcta información de sus lectores le ruego la publicación de estas puntualizaciones:1. Tengo 42 años y lamento que ajuicio del articulista «la vejez» me haya sobrevenido tan prematuramente.
2. Participé activamente en la vida sindical por entender pragmáticamente que los legítimos intereses de mi profesión, empresario agrario, sólo podía defenderlos dentro del marco que las leyes permitían. He luchado desde dentro permanentemente por la autonomía e independencia de los empresarios yjamás he desempeñado ningún puesto retribuido económicamente ni de la «línea» política en la Organización Sindical. Todos fueron por elección y gratuitos.
3. No tengo ningún afán de continuidad, y es conocida mi decisión de no presentarme a la reelección de la Presidencia de la Cámara Agraria de Cádiz, cargo que ostento por elección de su asamblea general y a la que fuí propuesto públicamente por don Francisco Cabral Oliveros, hoy diputado por Cádiz del Partido Comunista, con cuya ideología no comulgo en absoluto. De esto no hace aún ni dos años, y es un detalle elocuente.
4. Lo que sí aseguro es que los empresarios agrarios, cualquiera que sea el tamaño de su explotación, estamos necesitados de organizaciones profesionales libres, democráticas e independientes de servidumbres de partidos, que traten por todos los medios de poner fin a la desesperada situación que el campo soporta. A su alumbramiento todos los interesados debemos contribuir, que luego serán los votos quienes decidan los cargos directivos.
5. No resulta congruente, sin entrar en juicios de valor, que se trate de descalificar a los que han participado en cualquier actividad cívica durante un período y, al mismo tiempo y por las mismas personas, se admita la normal concurrencia de quienes con su postura propiciaron y dieron lugar a este pas.ado inmediato. Los que así actúan son los eternos enemigos de la pacífica convivencia.
