Los socialdemócratas
Toda la progresía de derechas y todo el pequeño ahorro ha encontrado por fin la fórmula, y ya saben lo que van a ser socialdemócratas. España, que era un país de pastores, de guitarristas y de alcaldes de Zalamea, de pronto está llena de socialdemócratas. ya ve usted. He almorzado con Oriana Fallaci y me dice:-Pareces mitad inglés, mitad francés, no sé.
-O sea, socialdemócrata.
Pero dice que no, que más que a Willy Brandt le recuerdo a Pagan¡ni. Efectivamente yo hago solos de violín todas las mañanas, en este periódico. Pero hay quien me dice que el violín rasca un poco hacia la izquierda, y hoy me escribe una señora una hermosa carta, y me aconseja que no toque el violín en los restaurantes políticos de cinco tenedores para los almuerzos socialdemócratas. Iba yo a comprar el pan y me encontré a Ramón del Corral:
-Mi amigo Alcázar ha hecho un concurso de fotos de la campaña electoral y las elecciones, que se llama El fotero, y da 100.000 pesetas a la mejor fotografía.
-No vais a retratar más que socialdemócratas -le digo.
El último paso honroso de nuestra derecha eterna es la socialdemocracia. Nuestra derecha es tan eterna como vergonzante. Saben que en el fondo un señor de derechas ya no cae bien ni en el cielo y, como a ellos lo que les interesa es el cielo, siempre se están probando los trajes y las levitas del abuelo liberalote. Ahora han encontrado nada menos que la levita socialdemócrata. Saludo en una cena a Antonio Garrigues Walker:
-Vengo de Cataluña de explicar unas cosas a los empresarios.
Lo que quieren los empresarios, ahora, es que les expliquen cómo se defiende uno de la huelga salvaje sin llamar a los bomberos. entre otras cosas, porque los bomberos también suelen estar en huelga salvaje. Y los carteros, que ayer me han enviado un mensaje conmovedor dentro de una botella. Es irónico y emocionante que los carteros tengan que enviar sus mensajes dentro de la botella anónima del náufrago.
España, mañana, será socialdemócrata. No pega, pero es verdad. Carrillo ha asumido la defensa de la pequeña y mediana empresa como un Licinio de la Fuente de izquierdas.
-¿Y don Licinio? -dice el parado.
Don Licinio va a tener que asumir la defensa gremial de los malos capadores del cerdo, que todavía no están en Comisiones. Aquí nadie quiere ser ya la machadiana España que ora y embiste. Hasta los victorinos se han vuelto socialdemócratas y dice Vicente Zavala que no entran al engaño.
Me llama Gigi Corbetta, qué es un genio de la fotografía, un niño italiano de dos metros con el que hice reporterismo y múltiples travesías de Madrid:
-Paco, que quiero sacarte una fotos eróticas.
-Mira, Gigi, mejor te paso con Nadiuska.
Pero dice que no, que el desnudo femenino ya no vende, que ahora hay que empezar con los chorvos.
-¿Y por qué no empiezas por los socialdemócratas? Por ejemplo, Antonio Garrigues Walker.
Yo no sé si los Garrigues son socialdemócratas o qué, pero es evidente que toda la horterada nacional y todo el bienestar posfranquista tiene una idea de la socialdemocracia en la que los Garrigues son a los Kennedy lo que la pepsi a la cocacola. Me lo dijo el escritor socialdemócrata alemán Günter Grass, cuando estuve en Munich chuleando frauleins (la única que se dejaba resultó ser española):
-El progreso es sólo ir un poco más despacio que el caracol.
A lo mejor ahora que han hecho duque a Fernández-Miranda igualamos la velocidad y el progresismo del caracol. En todo caso, los socialdemócratas españoles (y no me refiero a un partido concreto, sino a una corriente de opinión o falta de opinión) han encontrado en la socialdemocracia la manera moderna y progre de seguir siendo de derechas.
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