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Fraude en la Universidad

La opinión pública española se ha visto durante el comienzo de curso, preocupada por el hecho de que en ciertas facultades de nuestra Universidad han intentado por todos los medios a su alcance limitar el número de alumnos que intentaban matricularse en el primer curso. Todos los medios de comunicación social se han preocupado del tema y, en mayor o menor grado, han tratado el tema con unanimidad y salvo raras excepciones con poca objetividad, haciendo presiones para «resolver el problema» del modo que se ha «resuelto», es decir, que todo el mundo se matriculase en la facultad que deseaba.El Ministerio de Educación y Ciencia, haciendo caso omiso del artículo 125 de la ley General de Educación, en el que se indica que los estudiantes tendrán derecho a la elección del centrodocente siempre que existan plazas disponibles, ha, obligado a las facultades a que admitan todas las solicitudes.

Nuestra sociedad ya se ha quedado tranquila al saber que el problema ya está resuelto. La victoria ha sido total y en resumidas cuentas se ha conseguido lo que se perseguía, que todo el mundo tenga en su día título universitario.

Como profesor de una de las facultades más conflictivas en cuanto a número de alumnos, la de Medicina, y como coordinador del curso más numeroso, el primero, siento comunicar a todos mis lectores que han sufrido un terrible engaño y que sus hijos, sobrinos, primos, etc., que con tan clara victoria. frente a la opinión de los claustros. se han matriculado en primer curso van a sufrir un fraude. La Universidad, que tan generosamente abrió sus puertas, les va a defraudar por una razón muy sencilla, no les va a enseñar. El fraude no solamente lo sufrirán por parte de nuestras facultades. La sociedad que tanto ayudó a los estudiantes para conseguir sus propósitos, les hará una jugarreta todavía mayor. Cuando nuestra Universidad les conceda su título académico, los licenciados después de cinco o seis años de malpasar por nuestras aulas no podrán en su inmensa mayoría trabajar por la razón prevista de que los puestos de trabajo existentes estarán ocupados por sus compañeros que les precedieron en las aulas.

Me van a permitir ustedes que ahora dedique este artículo a comentar la problemática de una de nuestras facultades: la de Medicina. Estos problemas que ahora presentaré son de interés común, no solamente para los médicos o estudiantes de medicina, sino para todos los lectores, puesto que antes o después caerán en manos de un médico que lógicamente debería estar preparado por la docencia recibida en cualquiera de las facultades de Medicina de nuestro país.

El problema mayor de nuestras facultades de Medicina es el número de alumnos. El interesado en este tema conocerá que ahora en España hay más estudiantes de Medicina que en USA, y que solamente en el primer curso tenemos más estudiantes que en el Reino Unido en todos los cursos de todas las facultades de Medicina y lo mismo es aplicable a otros países, tales como la República Federal de Alemania, Suecia, etcétera... Para que se den cuenta de lo anteriormente expuesto, basta decir que en los Estados Unidos de Norteamérica hay más de un centenar de facultades de Medicina y en nuestra nación poco más de veinte, para el mismo número de alumnos.

Como es fácil de adivinar, esta masa de estudiantes no ha aparecido repentinamente, y nuestras facultades han visto como el número de solicitudes para ingreso crecía vertiginosamente. Durante el pasado curso la junta de la facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla. compuesta por su claustro de profesores y la representación estudiantil, decidió por unanimidad solicitar de nuestras autoridades académicas que el máximo número de estudiantes que podíamos recibir era de 350. Esta cifra. ya exagerada para una facultad como la de Sevilla, (teniendo en cuenta que Granada. Málaga. Córdoba. Cádiz y Badajoz cuentan, con facultades de Medicina). se tomó pensando. que estos alumnos recibirían una enseñanza que les permitiese en seis años convertirsen médicos con conocimientos básicos suficientes para ejercer dignamente su profesión. Los representantes estudiantiles votaron también esta propuesta siempre que la selección fuese justa. ya que son conscientes de que en la situación actual no les podemos enseñar. Pues bien. el 15 dé octubre de 1976. después de «haberse-solucionado el problema" número de alumnos matriculados en, primero en esta facultad supera los 1.300 es decir. mil alumnos más de los previstos.

El problema ha sido prácticamente idéntico en todas las facultades de España.

Esta masa de alumnos, en el mejor de los casos recibirá una cuarta parte de los conocimientos mínimos necesarios para convertirse en un médico. La realidad es que los profesores no tenemos posibilidad material de poder enseñar ni a los 350 que quisiéramos formar ni a los 1.300. que nos han impuesto. Muchos de los profesores toman una actitud lógica ,al considerar que si la sociedad lo que desea es conseguir para sus hijos títulos académicos, no les pongamos- impedimentos en conseguirlos e incluso facilitemos esta labor. De este modo el nivel de docencia desciende de tal manera, que es prácticamente imposible encontrarse en situación más decepcionante para alumnos y profesores. Para convertirse en médico hace falta en esta situación, estudiar muy poco; basta con tener sólo paciencia. Un ejemplo nos aclarará la situación, Supongamos que de los 1.300 alumnos que están en primero aprobamos sólo a los que conocen la materia y han superado las evaluaciones (en estas condiciones el número de aprobados difícilmente superará el 25 %). Para el año próximo tendremos 800-900,repetidores más los 1.500 que posiblemente se matricularán, lo que supone un total de 2.500 alumnos para el curso siguiente. De este modo uno puede llegar a una cifra tan elevada de alumnos que para dar clase teórica necesitemos La Maestranza. Las enseñanzas prácticas en estas circunstancias son imposibles. El profesor desgraciadamente no encuentra otro camino que bajar el nivel de aprobado y el alumno con paciencia pasa de curso, y así sucesivamente hasta conseguir el codiciado título.

Es verdaderamente injusto que los que han superado los estudios medios no pueden matricularse donde deseen. La limitación del número de alumnos supone una selección que debe ser lo más objetiva posible. de modo que a nuestras facultades lleguen los mejores. Estos alumnos recibirán una enseñanza teórico- práctica adecuada Y al finalizar sus estudios encontrarán un puesto de trabajo digno.

La situación actual no puede conducir más que a la desintegración de nuestras facultades. La injusticia parcial que se pueda cometer en una selección previa es mucho menor que el fraude que supone, no enseñar.

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