Las desesperanzas biográficas de José María Alvarez
Existen géneros literarios que no podrían ser clasificados sin la obra y presencia de un hombre: Norges. Desolada grandeza, de José María Alvarez, otrora novísimo de la poesía española ajuicio de Castellet, acaba de publicar un libro que podría ser definido como borgiano, en el supuesto de que las definiciones y clasificaciones en la literatura creativa sirvieran para algo. Ocurre también que el libro con rendir homenaje al octogenario bonaerense desde su primera página, «si siempre las fronteras entre lo real y lo imaginario resultaron borrosas, nunca con tanto motivo como ahora», procura distanciarse de la pasión que siente hacia el maestro para repartir sus admiraciones con una serie de nombres claves de la heterodoxia mundial: Rodolfo Valentino, Stendhal, Marilyn Monroe, Borges, Marlene Dietrich, Rimbaud, Greta Garbo, Bela Lugosi, Ambrose Bierce, Bogart, Melville, el príncipe Yussupof, Stevenson, Sade, Lantremont y el inenarrable Jacques Vaché, cuya simple enumeración aporta las pistas suficiente no sólo para influir los gustos del autor.Quizá una de las características esenciales del libro sea su estilo sensual, en el que el escribir y recordar se sintetizan en un recrear la vida de los personajes mencionados siguiendo las pautas de la cita reproducida. Si Sade en un momento dado de su vida se decide a pintar cuadros, firmándolos con el seudónimo de Ingres, o si Rimbaud se alista en la Brigada Lautremont para morir cerca de Durruti en la guerra civil española, o si Robert Louis Stevenson nos recuerda en su fisonomía al Buñuel de la Edad de oro, lo que José María Alvarez nos propone es conocer las vidas y hechos de quienes sólo respetaron el difícil principio del goce
Desolada grandeza, de José María Alvarez
Sedmay Ediciones. 1976. 200 páginas.