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Mundial de Fútbol
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué hacer para codearse con los grandes?

Atrevámonos a encontrar esa esencia como simple ejercicio para saber en qué nos podríamos apoyar nosotros, los mexicanos, para colarnos algún día

México
Aficionados siguen el partido entre México y Arabia Saudita, el 30 de noviembre.Isaac Esquivel (EFE)

Se sabe que, a partir de los cuartos de final, el Mundial es un club de excampeones Mundiales y uno que otro invitado con generaciones poderosas. Salvo contadas excepciones, porque alguna vez se metieron hasta las semifinales seleccionados como Estados Unidos (en la primera edición, en 1930), Chile (en casa, en 1962), Bulgaria (en 1994) o Corea de Sur (en casa, en 2002).

Lo de Croacia ya no es tan sorpresivo, pues fue tercera en su debut en Copas del Mundo, en 1998; segunda en Rusia 2018 y de nuevo está metida entre las ocho mejores selecciones, aunque en el camino de Brasil.

Pero, ¿cómo se formó este club de campeones?, ¿de qué se compone su ADN? Ya sé, nos tomaría un libro más que una columna intentar explicarlo. Pero, si uno intenta destacar esa esencia o estirpe ganadora, ¿podría simplificarla a una gran característica? Atrevámonos, como simple ejercicio para saber en qué nos podríamos apoyar nosotros, los mexicanos, para colarnos algún día.

En la historia moderna de la humanidad, a partir de la pelota, nos encontramos a Uruguay, que apostó por la garra charrúa como estandarte de unos guerreros incansables… aunque algunos creemos que, desde la aparición de la tecnología y mejora en los arbitrajes, esa garra ha sido un ancla para aspirar a nuevas conquistas y si no me creen revisen lo que les pasó en Qatar.

Argentina le pone la misma pasión por la pelota; le agrega mucho amor propio, la potencia física de una selección basada en “europeos” y las eternas charlas tácticas, que aman tanto o más que el tango.

Brasil ha logrado combinar como nadie a dos culturas que se enamoraron del futbol: la danza, la magia y las artes de defensa africana se mezclaron con la táctica, el trabajo físico y la disciplina europea. Y apareció la Ginga brasileña.

Luego vienen los ganadores en Europa. Primero Italia, entre la inversión y la presión de Benito Mussolini o la Camorra, ha sido el blanco favorito de propagandistas y mafiosos que han explotado hasta exprimir gran parte de la grandeza de la Scuadra Azurra. Potencia, mentalidad, defensa infranqueable y un “matón” al frente, de la calidad de Gigi Riva, Guizeppe Meazza, Paolo Rossi o Alessandro Del Piero.

Para Alemania también ha sido interés de estado mandar el mensaje de su potencia. En 1954, el Milagro de Berna no se llevó a cabo solamente por los modernos tachones intercambiables de los hermanos Adolf y Rudolf Dassler; el trabajo casi profesional de los futbolistas teutones se debió a la fuerte inversión de las autoridades locales, en tecnología y medicina deportiva. Y también una manita arbitral, cuando al minuto 86 del encuentro final entre la poderosa Hungría y Alemania Occidental le anularon un gol legítimo al genial Ferenc Puskás, con el que el partido hubiera terminado empatado.

En fin, para no seguir con el resto, ¿para México, el fútbol ha sido o será un tema de interés federal? No y qué bueno que así sea; ¿contamos con un desarrollo primermundista en medicina y ciencia del deporte? No, ni siquiera en el sistema de salud para los habitantes.

¿En México el futbol es religión, como para que un niño juegue todo el día a la pelota, sin importarle nada más? Sí, pero luego hay que captarlo, alimentarlo, educarlo y perfeccionarlo.

Por el momento, sigamos soñando, porque el verdadero trabajo para conquistar ese sueño de meternos entre los seleccionados más grandes ni siquiera ha comenzado...

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