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Mundial de Fútbol
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Inglaterra - Gales, matar al hermano

Las dos selecciones se enfrentan entre sí en el último partido: si hay algo que marca esa relación es la insufrible condescendencia inglesa hacia los galeses, a los que consideran inferiores

Inglaterra Gales Mundial Qatar 2022
Gareth Southgate, seleccionador de Inglaterra, en el entrenamiento del domingo.MARTIN DIVISEK (EFE)

¿Mataría usted a su hermano para salvar la vida? Esa es la disyuntiva ante la que se pueden ver Inglaterra y Gales en este Mundial. Enclavadas en el Grupo B junto a Irán y Estados Unidos, estas dos naciones británicas se enfrentan en el último partido de la liguilla y tienen solo una posibilidad matemática de llegar juntas a octavos: que iraníes y estadounidenses empaten y que Gales gane a Inglaterra. En ese caso, Estados Unidos se quedaría fuera con tres puntos y habría triple empate a cuatro puntos entre los otros tres que por diferencia de goles dejaría campeona a Inglaterra, segunda a Gales y tercera a Irán.

Salvo que la victoria galesa fuera por seis goles (improbable…), lo que dejaría a ingleses e iraníes empatados a diferencia de goles (y debería contarse el número total de goles marcados por ambos equipos), o por más de seis, lo que eliminaría a Inglaterra. En todos los otros casos (victoria de Irán o de Estados Unidos), ingleses y galeses se verán inmersos en una guerra fratricida en la que los ingleses parten con enorme ventaja: Gales tiene que ganar a Inglaterra al menos por cuatro goles de diferencia para superarla. No parece que vaya a ocurrir.

Es un escenario que casi nadie se esperaba antes de empezar el Mundial, con los dos equipos británicos ampliamente favoritos para pasar a octavos. Pero los inesperados empates de Estados Unidos y, sobre todo, la sorprendente victoria de Irán ante Gales, ha abierto las puertas a esta desigual guerra de las naciones.

En realidad, es una guerra bastante menor dada la convivencia relativamente pacífica de Inglaterra y Gales, incomparablemente suave al lado de lo que sería un enfrentamiento a muerte entre Inglaterra y Escocia o entre ingleses a irlandeses, sean del Norte o del Sur. Si hay algo que marca esa relación es la insufrible condescendencia inglesa hacia los galeses, a los que consideran inferiores. En el terreno deportivo, la única rivalidad seria entre ingleses y galeses se da en el rugby. En fútbol hubo muchos partidos cuando las naciones británicas se enfrentaban en un torneo anual que se jugó durante un siglo hasta 1983. Pero desde que ese campeonato se fue al limbo, Inglaterra y Gales solo han jugado seis veces en casi 40 años, con seis victorias inglesas, incluida la de la fase final de la Euro 2016.

Políticamente, las cosas no son muy diferentes. Las tensiones territoriales se dan con Irlanda del Norte, una provincia británica hija de la independencia incompleta de Irlanda en 1922 y dividida en dos mitades: la población que quiere seguir formando parte del Reino Unido y la que quiere unirse a la República de Irlanda. Un conflicto político lleno de trasfondos socioeconómicos que ha estado a menudo teñido de sangre y que ahora, con una frágil paz apoyada en los acuerdos de Viernes Santo de 1998, deja sentir sus efectos en la crisis del Brexit.

Con Escocia hay más violencia entre las hinchadas deportivas que en la política, pero el independentismo escocés ha avanzado con extraordinaria rapidez y fuerza en el último medio siglo y aspira a convocar un segundo referéndum para lograr que Escocia se separe de Inglaterra. En 2014 perdieron una primera consulta.

Gales es diferente. El nacionalismo galés existe y ha crecido también en los últimos años, pero su sistema autonómico es mucho más débil que el escocés y su sistema legal está en su mayor parte engarzado a la ley inglesa. La inmensa mayoría de las leyes aprobadas por el Parlamento de Westminster afectan a Inglaterra y Gales, cosa que a menudo no ocurre con Escocia o Irlanda del Norte.

En fútbol, ningún equipo escocés o norirlandés juega la Premier League, pero sí lo hacen (o lo pueden hacer si están al nivel requerido) cinco equipos galeses (Swansea, Cardiff City, Newport County, Wrexham y Merthyr Town) porque se integraron en la competición inglesa antes de que existiera la galesa o por razones de proximidad en una época en la que ir del sur al norte de Gales era más difícil que atravesar Inglaterra.

Algún lector que haya sido capaz de llegar hasta aquí quizás se esté preguntando por qué el Reino Unido tiene cuatro equipos cuando la FIFA solo acepta una selección nacional en representación de cada Estado. La respuesta es la historia: los británicos no solo inventaron las reglas del fútbol moderno en 1863, sino que durante años fueron casi los únicos que jugaron a este deporte. El fútbol no empezó a hacerse global (o al menos europeo) hasta finales del siglo XIX y para cuando se creó la FIFA en 1904 sus impulsores pensaron que no podrían sobrevivir sin la fuerza de los británicos y a estos no les interesaba integrarse en un organismo mundial que implicara fundir en una sola sus federaciones nacionales y eliminar a sus propias selecciones nacionales en beneficio de un único equipo británico.

La FIFA consagró ese derecho en el párrafo 5 del artículo 11 de su normativa, que establece que “cada una de las cuatro federaciones británicas será reconocida como miembro independiente de la FIFA”. Ventajas de ser pionero. Pero un derecho que puede acarrear también la necesidad de matar al hermano para sobrevivir.

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