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El bronce del balonmano que se fraguó en el luto

La reunión de los Hispanos tras la frustrante derrota en semifinales y los juegos en un campo del fútbol resetearon el vestuario antes de ganar a Eslovenia y apuntalar el cambio generacional

Los jugadores de España, con la medalla de bronce.Foto: ALEX PLAVEVSKI (EFE) | Vídeo: EPV
Lorenzo Calonge

“Todos tenemos claro que ha sido una oportunidad perdida”. Ni siquiera 25 minutos después de lograr el bronce Dani Dujshebaev pudo evitar una referencia a las semifinales y a la sensación de que delante de ellos había pasado una ocasión única de disputar la primera final olímpica.

Cuarenta horas más tarde de perder con Alemania, los Hispanos hicieron lo de siempre: ganar el choque por el tercer puesto en unos Juegos (23-22 a Eslovenia), por quinta vez (1996, 2000, 2008, 2021 y 2024). La diferencia en esta ocasión fue la complicada digestión previa, la reconstrucción de un vestuario que vio escaparse un tren que nadie sabe cuándo volverá. Ahí estuvo la frustración y el mérito del buen desenlace que devolvió a España al podio tras el bajonazo europeo de enero, y que apuntaló el cambio generacional -la reconstrucción a largo plazo- iniciada en 2021.

El levantamiento anímico tras el aire fúnebre del regreso a la Villa comenzó la misma noche del viernes en la terapia de los caídos. “Nos juntamos todos en la habitación, nos bebimos una cerveza, reflexionamos sobre el palo que nos habíamos llevado y ya está. Esa fue la clave: el equipo”, contó Jorge Maqueda (36 años), determinante este domingo en el chute de energía. “Es lo que nos define. Incluso cuando Jordi [Ribera] nos daba libre para ir a comer por ahí, hemos ido todos juntos”, añadió el lateral.

Los efectos de la derrota aumentaron en proporción a la edad y experiencia. “A mí me ha costado más recuperarme. Y quizá también a los que estuvieron en Tokio”, confesó el patrón, Jordi Ribera, que entendió que debía tocar teclas diferentes para volver a juntar las piezas. “No fuimos al entrenamiento [el sábado], sino al campo de fútbol a hacer unos juegos, a divertirnos un poco. Era el momento de relajarnos porque la táctica la podíamos trabajar en vídeo. Nos fue muy bien para recuperar ánimos y reírnos otra vez”, desveló el seleccionador, un hombre serio, riguroso y concienzudo, que este domingo no ocultó la alegría ni la pena. “La decepción siempre supone un duelo, pero si algo tiene este equipo es la regeneración. Tuvimos un día un luto, en el que hablamos, y al día siguiente la gente empezó a remontar. Tampoco había mucho tiempo”, advirtió el técnico.

Nos juntamos todos en la habitación, nos bebimos una cerveza, reflexionamos sobre el palo que nos habíamos llevado y ya está. Esa fue la clave: el equipo
Jorge Maqueda

“En este caso”, puntualizó el capitán Gonzalo Pérez de Vargas, “los no tan expertos han sido los que han devuelto la alegría al grupo”. Los vírgenes olímpicos que no saben lo que es perderse unos Juegos (él no se clasificó para Río 2016) ni tenían la referencia personal de otras derrotas en semifinales, como contra Dinamarca en Tokio o en el último Mundial. Aquel rival se sentía más inaccesible (este domingo recuperó el trono olímpico: 26-39 a Alemania) que los germanos. Por eso esa sensación de oportunidad escapada esta vez.

“Quizá, por desgracia, somos un poco expertos en esto”, decía el pequeño de los Dujshebaev. “Desde que estoy en la selección, me ha tocado varias veces en Juegos y Mundiales. Pierdes, pasas un día jodido, pero ya sabemos cómo va esto, tienes otra oportunidad”, agradecía el lateral y central.

“Pon un Maque en tu vida”

Masticada la frustración, a las 5.30 tocaron diana este domingo en la Villa para derrotar a Eslovenia en otro ejercicio mancomunado. Las arremetidas de Maqueda –”pon un Maque en tu vida”, que decía Viran Morros-, el ritmo de Álex Dujshebaev, la certeza de Pérez de Vargas y la aparición de secundarios como Abel Serdio y Miguel Sánchez-Migallón permitieron a España aplicar su regla del bronce olímpico, el metal que nunca se le escurre (cinco partidos por el tercer puesto y otras tantas victorias).

La mitad del equipo no tenía experiencia olímpica y la edad media era cinco años menos que en Tokio

Fue la medalla de las dos reconstrucciones: la inmediata y la del largo plazo, la que se inició después de Tokio, cuando se echaron a un lado los Raúl Entrerríos, Viran Morros, Julen Aginagalde y Dani Sarmiento. En este trienio, la selección le ha dado la vuelta a su calcetín, sobre todo en esta cita. Además de los que se retiraron, otros veteranos protagonistas en este ciclo no han estado: Joan Cañellas y Gedeón Guardiola (lesión), Adrià Figueras (reserva), Ángel Fernández y Antonio García (decisión técnica). Incluso Morros regresó para el preolímpico.

Seis medallas en los siete últimos torneos

Antes del estreno, Ribera recordaba que el equipo tenía cinco años menos de media que en Tokio y que la mitad de los expedicionarios no habían pisado unos Juegos. La bisoñez afectaba, sobre todo, al bloque central, con Abel Serdio y Javi Rodríguez. “Esta medalla nos sirve para el futuro”, valoró Pérez de Vargas. “La experiencia adquirida, con mucha gente nueva, nos puede dar un extra en el ciclo olímpico”, añadió el meta, que explicó que él también había trabajado en inculcar a los recién llegados “ese gen competitivo”. “No se nos exige ganar, pero sí competir. Ahí somos muy buenos”, recordó.

La reedición del bronce olímpico con un plantel muy renovado respecto a Japón confirmó que los Hispanos siguen conociendo el camino al podio con otros jugadores. Esta fue la sexta medalla en los siete últimos grandes torneos (solo falló en el Europeo de enero) y apuntaló la mejor racha desde la explosión de 1996, iniciada con una plata europea. Desde entonces, 19 metales en 37 campeonatos posibles. “Hay que felicitar a la gente que ha entrado por hacerlo sin complejos, sin querer compararse con nadie. Han dado un paso adelante”, cerró Pérez de Vargas.

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