Hugo González: “He mejorado el crol porque lo he entrenado menos”
El español habla sobre sus opciones de medalla y la cultura de la natación en España
Hugo González (Palma de Mallorca, 22 años) se ríe cuando le señalan que es un nadador elegante. “¡Intentamos que parezca fácil!”, dice. Su voz resuena distendida al teléfono. A diferencia de muchos deportistas, este mallorquín criado en Madrid y afincado en Berkeley, donde integra el equipo de la Universidad de California, afronta el reto de los Juegos Olímpicos con la serenidad de quien acude a un exótico campamento de verano. Sin darse mucha importancia. Sexto en la final de los 100 espalda, este miércoles se tirará en las preliminares de 200 estilos, prueba en la que posee el título de campeón de Europa.
Pregunta. ¿Cómo visualiza sus pruebas?
Respuesta. Los 100 espalda y los 200 estilos se acomodan bien en el calendario. Nado la final de espalda un día y los estilos, otro. No se superponen. Tengo tiempo para descansar.
P. ¿Ser nadador olímpico cambió mucho sus sentimientos hacia la natación?
R. Cambia muchísimo. Yo empecé a nadar para disfrutar y estar con mis amigos. No me interesaba tanto competir ni hacer mejores marcas. A medida que fui cogiendo más nivel me fui poniendo retos personales.
P. ¿Por qué a los españoles les cuesta tanto disfrutar de la natación de máximo nivel?
R. No podría ver la natación como un trabajo ni aunque quisiera. Por lo menos en España es un deporte amateur. No hay ingresos suficientes como para convertirlo en una profesión. No somos jugadores de baloncesto ni futbolistas. Ya que no hay deberes profesionales, es mejor pensar en disfrutar. Aprovecho todas las oportunidades para competir y pasarlo bien, y seguir aprendiendo. Y si en algún momento llego a un nivel como el que tiene Mireia, pues igual me lo tomo de otra manera. Ahora es otra cosa. Como dicen los americanos, racing is fun. Lo hacen porque disfrutan de la competición.
P. ¿Qué es lo que más ilusión le hace de los Juegos?
R. Ver a mis compañeros de California. Me encontraré con gente que nada para varios países y con cinco nadadores que están en el equipo americano: Ryan Murphy, Katie McLaughlin, Andrew Seliskar, Bryce Mefford y Abbey Weitzeil. Me hace mucha ilusión verlos porque son quienes me han ayudado a nadar más rápido. Y me hace ilusión poder competir con Murphy de tú a tú.
P. ¿A usted las finales le transforman el carácter?
R. Las finales están hechas para ver qué pasa. No están hechas solo para los que tienen mejores marcas. Las medallas no se deciden en el ranking de la FINA [la federación internacional]. Cuando te metes entre los ocho primeros, las medallas no son de nadie hasta que no toquemos todos la pared. Eso es lo bonito. Evidentemente no todo es posible. Es complicado que si te clasificas el último ganes el oro. Pero mi objetivo en Tokio no va a ser meternos en las finales y ya está. Somos ocho nadadores que queremos tocar la pared los primeros. Si fuera por participar, mi objetivo habría acabado en diciembre cuando me clasifiqué. Pero no es así como quiero acabar la temporada.
P. Su mejor marca de siempre en 200 estilos es 1m 56,31s 14. ¿Si baja unas décimas puede ocurrir cualquier cosa?
R. No lo sé. Depende de cómo estemos todos de forma en ese día. Si el objetivo depende de mí mismo, entonces perfecto. Quiero bajar mi marca. Y si puedo hacer un 1m55s corto, mejor. Pero no sé cómo estarán los demás. Por lo tanto el objetivo es llegar igual de bien o mejor que en el Europeo y sacar una buena marca. Luego veremos si eso nos da medallas.
P. ¿Qué aspectos de la prueba de 200 estilos puede mejorar?
R. Los cuatro parciales son mejorables. No me refiero al esfuerzo. Pero considerando mis entrenamientos en Berkeley antes de viajar a Tokio creo que puedo nadar más rápido cada largo.
P. ¿Siente que podría salir más rápido y no lo hace para reservar energía para la vuelta?
R. No veo la salida rápida como un riesgo. Sé que puedo salir más rápido y que si lo hago no me va a hipotecar el resto de la prueba. Se trata de cambiar la mentalidad y mejorar la forma física. Veremos si funciona.
P. No se le ve presionado. ¿La presión es buena o es mala?
R. Desde hace un par de años no noto tanta presión al competir. Llegó un punto en el que me acostumbré. Pasas tanto tiempo compitiendo en los entrenamientos con gente como Murphy —que ha ganado récords del mundo y oros olímpicos— que conviertes esa tensión y esa presión en algo normal. No tienes miedo a tirarte al agua. Llega a ser natural. Tienes tu poyete, tu calle. No tiene por qué afectarte nadie.
P. ¿La espalda sigue siendo su estilo preferido?
R. Es mi estilo más natural. No me cuesta calentarlo, ni las sesiones fuertes ni la técnica. Pero depende de la carrera. En el 200 estilos los parciales de braza y mariposa me cuestan menos que la espalda en el 200 espalda.
P. ¿Los técnicos de la Universidad cambiaron algún detalle de su técnica?
R. Es difícil precisar exactamente. Es más fácil detectar fallos en la técnica de crol que en el buceo o la espalda. Ahí es más complicado encontrar un fallo, cambiar y mejorar. El buceo lo he mejorado porque lo practicamos muchísimo más que en España. Me ha bastado con mantener mis tiempos de nado para mejorar las marcas gracias a que buceo más rápido. En eso se ha basado mi mejora, tanto en las pruebas de velocidad como de medio fondo.
P. ¿Y el libre?
R. Resulta paradójico, pero he mejorado el crol porque lo he entrenado menos y en la competición no voy tan tenso pensando qué hacer. Mentalmente, como no le doy tanta importancia, me he soltado porque le he sabido quitar presión al estilo. En California me he centrado en mejorar la braza y la mariposa que son mis estilos más débiles.
P. ¿Qué nadador le ha llamado más la atención?
R. Dressel. Por su manera de hacer cosas que parecen imposibles. La primera vez que le vi fue durante los Mundiales de 2017. Estaba en la grada y él casi bate el récord de 100 mariposa de Phelps. Pasó por el 50 un poquito más lento que Phelps cuando hizo 49,82s. Al verlo pensé: “va a ser imposible que vuelva más rápido que Phelps, que era récord del mundo de 200 mariposa, tenía más fondo y mejor estilo”. Pero Dressel volvió igual o más rápido, y acabó batiéndolo. Ser velocista no significa que tenga que tener parciales más lentos que una persona que nada los 200. Dressel rompió barreras imposibles y las convirtió en normales.
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