El Borussia Dortmund sufre y festeja
El cuadro alemán entra por cuarta vez en diez años entre los ocho mejores equipos de la Champions tras superar a un batallador PSV Eindhoven
Un amable sorteo, al que llegó tras su excelente actuación en el grupo más exigente (el PSG se quedó a rebufo y Milán y Newcastle no lograron el pase a octavos de final) de la primera fase de la competición, ayudó a que el Borussia Dortmund se posicione entre los ocho mejores equipos de la Champions por cuarta vez en los últimos diez años. Atrás quedó el PSV Eindhoven, que sobrevivía tras iniciar su periplo con dos veraniegas eliminatorias previas, tan peleón como corto de nivel para regresar entre la nobleza del fútbol europeo. Ahí se consolida el Borussia incluso en tiempo de entreguerras. En la búsqueda de nuevos valores y mientras exprime a varios veteranos, no ofrece su mejor versión conocida, pero al menos por momentos mantiene su identidad: corre, percute, presiona y se maneja a toda pastilla. Su despliegue para abrir el partido, tras un duelo de ida en el que firmó tablas, fue demasiado para el PSV.
El Borussia remontó de inicio porque salió a jugar como si aquello apenas fuese a durar tres minutos. En ese tiempo le generó varios rotos a su rival y marcó el gol que definió el partido. Si el PSV pensó en contemporizar, la realidad le propinó un zarandeo. Jadon Sancho marcó gracias a un preciso disparo desde la frontal que ajustó al palo y Maatsen y Malen, dos neerlandeses, evidenciaron que los flancos iban a ser territorio amarillo. No hubo respuesta a la tiranía del Borussia. El PSV se envolvió en un manto de timidez y se limitó a correr tras la pelota y a tapar grietas que crecían al ritmo vertiginoso que le exigían.
Que al descanso el Borussia no hubiese sentenciado la eliminatoria fue la mejor noticia que rescató el PSV de la primera parte, la que le dio una vida extra para rearmarse con Hirving Lozano e intentar mover la pelota en campo contrario. Casi de inmediato se dejó ver el mexicano para avisar de que allí había un equipo dispuesto a virar el partido. El discutido entrenador local Edin Terzic no tuvo dudas y retiró del campo al insustancial Brandt para ganar vigor por dentro con Nmecha. En el palco la televisión se empeñaba en enfocar la mirada inquisidora de Mathias Sammer, gloria del club que ahora ostenta categoría de “asesor”. Se plegó el Borussia. O al menos lo intentó porque hay matices que un equipo acostumbrado al ida y vuelta no domina.
El final fue árido para aquel Borussia que había comenzado la noche sometiendo a su rival y que tras pasar un mal rato creyó festejar la sentencia con un gol de Füllkrug. Lo anuló el videoarbitraje después de un finísimo trazo. Se acabó aquello de evitar el fuera de juego por estar en línea. Ya no hay matices ante el escrutinio del VAR: o éxito o gatillazo. Al Borussia le dolió y padeció un calvario para llegar a un desenlace a cara o cruz en el que Luuk de Jong tuvo el empate en sus botas justo antes de que llegase la sentencia de Marco Reus en la última acción de la eliminatoria.
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